Despedida. Un tema recurrente en el teatro. Adiós a la vida, Adiós a la armas, Adiós muchachos, o Adiós, pequeña, adiós, que he parafraseado para dar título a este estreno. Hay despedidas inesperadas, y otras que son Crónica de una muerte anunciada. Como la de aquí se trata, nuestros juicios de faltas. Aunque es una despedida que no parece tanto, según veremos.
Los juicios de faltas, ya lo he dicho otras veces, constituyen, al menos en parte, ese entremés tragicómico del teatro, esa pieza corta que tiene su punto de comedia. Aunque no siempre, claro.
A través del procedimiento de juicio de faltas todos hemos visto terribles dramas, como accidentes laborales, o de tráfico, que nada tienen de amable o de cómico, y que juzgan hechos que parten en dos la vida de las personas. Un pequeño juicio para un enorme hecho, en esos casos.
Pero, al margen de ellos, no podemos dejar de reconocer que los juicios de faltas nos han aportado las más suculentas anécdotas debajo de la toga. Y arriba de los tacones, en mi caso, claro está. Esas vecinas indignadas porque les echan la lejía tendedero abajo, porque la otra les dice que no se lavan la faja o que los pimientos siempre se le queman llenando de olor la escalera son todo un clásico.
O los partidos de fútbol, como un juicio en que tuve que presenciar como medio pueblo contendía con el otro y acaban emprendiéndola contra el pobre árbitro. En una de ésas, uno de los más de diez denunciados y denunciantes me dijo muy ufano que si yo hubiera presenciado ese penalti, seguro que también le hubiera atizado al colegiado, ante los asentimientos de los de uno y otro bando y la consternación de juez, fiscal y secretario.
¿Y quién no lleva, entre las muescas de su toga, tropemil juicios de faltas por otros tantos hurtos en establecimientos de la más diversa índole? Tenemos, incluso, un ranking de los visitantes más asiduos del juzgado por esta causa, y a alguna podríamos hacerle un recibimiento al más puro estilo años 70, como el que se hacía al turista que hacía un millón. Entre ellos, uno de mis favoritos, un chico que, acusado de llevarse un video juego, me dijo tan campante que la culpa era del comercio por dejarlo tan brillante, tan bonito y tan a la vista. Y tan fresco, claro.
Aunque nada comparable a otro, denunciado por la que un día fue su pareja por llamarle “mentirosa” a grandes gritos en un local público, muy concurrido. El hombre nos contó, hirviendo de indignación, que claro que se lo llamó, porque no le quedaba otra, ya que ella le había dicho que, al lado de su actual novio, él tenía entre las piernas una velita de cumpleaños. Y eso sí que no. Lo peor fue que trataron de dedicar el juicio a demostrar si efectivamente su atributo masculino era velita o cirio pascual, y perdóneseme la frivolidad. Y para los curiosos, la respuesta es no, nunca lo supimos. Por suerte, su letrado no se empeñó en alegar la exceptio veritatis..
Pero, anécdotas aparte, parece que hay que decirles adiós, si nada lo remedia, BOE mediante. Aunque, bien mirado, es una adiós en voz bajita, un adiós de andar por casa, porque a nuestros juicios de faltas les suceden sus nuevos primos, los delitos leves. Y, puesto que son los mismos hechos, juzgados por los mismos jueces, en un procedimiento parecido, y que, como sus antecesores, no generan antecedentes penales, no parece que la cosa cambie mucho, la verdad. Como dice el refrán, los mismo perros, con distintos collares. ¿O no? Aunque casi mejor me quedo con la terminología recién acuñada por un compañero –gracias, José María, por el copyright-, y puesto que son leves, y son delito, los llamaremos levitos. Igual así nos resultan hasta simpáticos.
No obstante, y por si acaso, nuestro más fuerte aplauso a todos esos juicios de faltas que tantas horas nos ocuparon y tantas anécdotas han hecho nacer. Antes de que los echemos de menos, que no sé, no sé, visto lo visto…
Y como ya se sabe, a rey muerto, rey puesto. Así que… ¡Hasta siempre faltas! ¡Hola levitos!.
Absolutamente genial y verídico. Las más divertidas anécdotas, en los Juicios de Faltas. No se si con los juicios de Levitos lo pasaremos igual de bien.
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Buenísimo, y en tu linea, de hacer más ameno este nuestro trabajo.
Sigue así, que das un aire fresco a este Monasterio de Justicia
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