2018: gracias por venir


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Es costumbre en el mundo del espectáculo acabar el año haciendo balance de lo que pasó en él. Algo para recordar se convierte en el título, no solo de una película, sino en el de muchos reportajes, programas y resúmenes varios antes de las Campanadas a media noche.

En nuestro escenario no vamos a ser menos, manteniendo la costumbre de años anteriores. Así que toca exprimir las neuronas de la memoria  y repasar el año toguitaconado. Aunque implique una dosis de umbralismo extra. Disculpas por adelantado si me paso de frenada, pero después de tantas quejas, me gusta compartir las cosas bonitas.

El año empezaba bien. Nada más comenzar recibía el premio del público del concurso de historias del bus, organizado por Descriu. También este mismo año volví a recibir el premio del público en otro concurso de Descriu, el de “un día de partido”, y el tercer premio del Maratón de Microrrelatos de Massalfassar. La cosa prometía.

Las promesas se hicieron realidades. En febrero de 2018 tuve la dicha de cumplir un sueño: publicar mi primera novela. Descontando hasta cinco  se presentaba en Valencia y desde entonces ha recorrido la geografía española: Cáceres, Orense, Madrid, Barcelona y pueblos y ciudades de mi comunidad autónoma (Vlllar del Arzobispo, Manises, Paterna, Mislata, Náquera, Altura, El Perelló, Xátiva, Massamagrell, Calles…) y ahí sigue, proporcionándome alegrías.

Mientras tanto, este blog  seguía creciendo. Con Mi Toga Y Mis Tacones ya ha llegado a superar las 350.000 visitas, y este año me trajo una sorpresa escondida entre la toga y los tacones: la nominación al  premio 20blogs  de 20 minutos al mejor blog en la categoría de blogosfera. Es una gran alegría que un blog sobre Derecho se abra paso en unos premios así. Y, aunque no ganó, fue todo un honor ser finalista, y prometo volver a intentarlo con más ahínco. Porque el Derecho no tiene por qué ser aburrido.

En el terreno literario, el año ha sido fructífero. Además de publicaciones en solitario, he tenido el gusto de formar parte de varias antologías. De un lado, Reescribiendo a Blasco Ibáñez y GB con The Beatles, de mi querida Generación Bibliocafé; de otro, los Cuentos de las Estaciones de mi no menos querida Valencia Escribe. Como colofón, en noviembre presentábamos Mujeres en construcción (perdonen las molestias) un proyecto con la Editorial Vinatea en el que 30 autoras hemos puesto gran ilusión. También ha visto la luz un libro en el que he tenido especial ilusión en intervenir, la nueva edición de Medicina Legal y Toxicología del Profesor Gisbert Calabuig.

En cuanto a premios, el año todavía me reservaba algunas sorpresas agradables, como ser finalista del Certamen de narrativa breve Beatriu Civera del Ayuntamiento de Valencia, del certamen de microrrelatos falleros de Levante EMV, y del certamen Carolina Planells contra la Violencia de género. Y para poner la guinda al pastel, el segundo premio del concurso de Microrrelats per la Igualtat de Alzira.

Y, como no solo de escribir se trata, durante todo este tiempo he continuado, cómo no, en las trincheras de Toguilandia, aunque este año tenía un incentivo extra, el reconocimiento de la Policía Local  con la concesión de su medalla al mérito civil, algo que me hizo muy feliz. Ya no me quejaré de eso de que nadie es profeta en su tierra.

También he hecho un periplo por Colegios de Abogados, Universidades, Ayuntamientos y otras entidades hablando y compartiendo cosas sobre igualdad y violencia de género. Asturias, Cáceres, Barcelona, Pamplona, Tarragona, Ourense, Madrid, Alicante, Cuenca y, desde luego, Valencia, me han recibido con los brazos abiertos. Es un lujo compartir experiencias y poder seguir aprendiendo de tanta gente interesante. Sin olvidar eso de la desvirtualización , que siempre es un placer.

Este año, además, he hecho cosas que nunca pensé que haría. Cosas como hacer el prólogo de un libro, y de ciencia ficción nada menos, un género que pensaba que me era mucho más lejano de lo que en realidad era. Ha sido un honor prologar ese Diosas de tierra y metal  de Marisa Alemany que tanto éxito está cosechando. He sido, además, jurado de varios premios literarios y he tenido la maravillosa experiencia de impartir un taller de relatos con Bibliocafé. Si alguien me hubiera dicho un año antes que haría  estas cosas, probablemente le hubiera  contestado preguntándole qué narices había bebido para  imaginar eso.

Quedaba la traca final, nada menos que dos libros veían la luz a final de año. El primero de ellos Balanza de Género , del que tengo que agradecer la confianza depositada en mí por Nuria Coronado y la editorial Lo que no existe, además de las ilustraciones de mi querida @madebycarol1 y un prólogo y un epílogo de lujo, firmados por Gloria Poyatos y Teresa Peramato. En noviembre veía la luz en Madrid y luego en Valencia. Y lo que le queda de camino.

Y en diciembre, mi otra criatura salía a la palestra. Remos de plomo  hacía su entrada triunfal en el mundo del libro en Valencia, aunque ya tiene también su hoja de ruta para el año  próximo, y seguirá navegando en las librerías reales y virtuales ( ya en Amazon )

Quizás penséis que no me pasan cosas tristes o negativas, o que no tengo vida personal. A lo primero, me pasan, sin duda, pero prefiero guardármelas para mí y a lo segundo solo diré que no solo de la toga y el teclado vive esta toguitaconada. Aunque no puedo dejar de compartir un hecho personal que me ha hecho enormemente feliz: el nombramiento de mi hija como fallera mayor de mi falla de siempre, Cádiz Denia.

No olvido el tema de las fallas. Quienes me conocéis ya sabéis mi debilidad por mi nuestra fiesta , por eso me hizo tan feliz que el libro de la falla Plaça del Forn de Alzira, dedicado a las mujeres y en el que colaboré, fuera premiado con sendos premios en Alzira y en la Generalidad.

Por lo demás, he seguido colaborando en medios de comunicación. El Mundo, Confilegal,  El Periódico de aquí o Tribuna Feminista, entre otros ,siguen confiando en mí y yo sigo disfrutando con ellos.

Así que, gracias, gracias y gracias a este año que se va. Me quedo con todo lo bueno que me ha dado.

Y, como no podía ser de otro modo, me despido con un aplauso,  el que dedico a quienes tenéis la paciencia de leerme. Gracias por estar ahí y disculpad este arrebato de umbralismo. La ocasión lo merecía.

 

 

 

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