Es casi imposible hacer una buena obra sin unos medios mínimos. Para dirigir una película se necesitan cámaras, decorados, un guión, actores y actrices, vestuario, maquillaje, decorados, exteriores y un montón de cosas sin las cuales no es posible. La bailarina poco podrá hacer sin las zapatillas adecuadas y las mallas que correspondan y tampoco nadie se puede lucir como cantante sin un equipo de sonido adecuado. Algo obvio. Un material escolar que no puede faltar para abordar el nuevo curso, vayan a enfrentarse a un curso tan difícil como el de Rebelión en las aulas, a una mágica escuela tipo Harry Potter o a las veleidades cantarinas y danzarinas de Grease o High School Musical.
Y en nuestro teatro no íbamos a ser menos. Nos enfrentamos, como cada año, a la vuelta al cole y tenemos que tener nuestros cuadernos, nuestros lapiceros y nuestra agenda preparados. Sin olvidar los libros de texto. Que, como decía aquel anuncio que siempre odié de niña, hay que ir Al colegio con alegría no vaya a ser que,- también parafraseando a otro famoso anuncio de una época- tengamos que decir lo de “Andá, la cartera” aunque no olvidemos los Donuts.
Parece mentira que en plena era de la informática tengamos que hablar todavía de cosa como lápiz, boli y gomas, y más aún cuando tanto se presumió de Papel 0 . Y parece más mentira todavía que así sea también en los lugares donde las implantación informática es más amplia y tienen cosas como la Fiscalía digital, que sé que tiene en un sin vivir a los compañeros que la padecen. Pero de momento, seguimos esperando que la informatización sea una verdadera ventaja y no un quebradero de cabeza. Esperemos que con los nuevos aires ese momento esté más cerca.
Pero mientras tanto, vamos a hacer nuestra propia selección de material toguitaconado imprescindible. Y que no falte. Que confieso que alguna vez me he lanzado en plancha sobre el armario del material y si he logrado un fosforito de más me he ido dando saltos al grito de “Mi tesoooooro”
Lo primero, cómo no, serán los bolis. Que, aunque pueda parecer increíble, a veces escasean, y hay que conformarse con los que quedan. Que no sé cómo decir que los bolis verdes no son lo más, y que no se empeñen en traer un montón. Y que hay quien escribe con punta gruesa y quien, como yo, prefiere la fina, y tampoco pasaría nada porque hubiera un poquito de cada. Aunque a veces haya que conformarse con que haya, y punto. Tampoco estaría mal que pudiéramos disponer de lápices y gomas de borrar, que muchos y muchas nos criamos sin ordenadores y los echamos de menos. Además vienen muy bien para anotar en los Códigos si ha habido alguna reforma, porque hasta el momento no confiamos demasiado en su renovación.
Aunque la estrella absoluta para mí son los posits. Ya decíamos un estreno a la positprudencia , útil como pocas cosas. Y también constituyen un canal de mensajería entre fiscalía y juzgados que ya quisiera whatsapp. Y ojo, que nadie me llame antigua por eso. Soy un ejemplo viviente de la combinación de las nuevas tecnologías con la tradición: tengo el ordenador plagado de pósits pegados. Que no se diga.
Otra de las estrellas de nuestro material escolar son los marcadores, o sea, los fosforitos de toda la vida. Juro que he visto a compañeros que casi llegan a la manos por hacerse con el último amarillo o verde que quedaba. Y, una vez obtenido el trofeo, lo esgrimían como Escarlata O´Hara gritando eso de A dios pongo por testigo que no dejaré sin subrayar la copia del atestado.
También hay otro adminículo especialmente útil: las gomas elásticas. Por si alguien no lo sabe, igual sirven para un roto que para un descosido, y lo mismo sujetan esas carpetillas de fiscalía que engordan como si hubieran atracado el Burguer King, que atan unos autos que se desmoronan por momentos. Y tienen utilidades extra. Recuerdo en mis primeros tiempos toguitaconados a un secretario judicial –hoy LAJ- que empezaba a hacer ruiditos con ellas cuando los informes en juicio se alargaban y su paciencia se acortaba.
Por supuesto, no podemos olvidar las etiquetas o pegatinas, que ya tuvieron su estreno y tienen el poder de provocar infartos, como traigan eso de causa con preso acompañado de varios tomos.
Por último, entre los grandes misterios de la humanidad, está uno que espera que seguro que sería un filón en Cuarto Milenio. La desaparición de las grapadoras y los quitagrapas. Estoy convencida que debe haber un agujero negro en el espacio llenito de grapadoras que, misteriosamente, se esfumaron de las mesas de los y las fiscales –aun tengo que averiguar si les pasa a otros- Yo, por si acaso, confieso que mi querido quitagrapas lo tengo sujeto con un cordel como los de la cuerda floja de los sumarios, que puede resultar un poco cutre pero es muy efectivo.
Menos mal que siempre nos quedaran las tiendas multiprecio -de chinos, vaya- para suplir carencias, que a veces vienen de lujo.
Así que hoy el aplauso es, un vez más, para quienes, pese a todo, siguen al pie del cañón sean cuales sean los medios. Y si además lo hacen, como en aquel viejo spot, con alegría, mejor todavía.
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