El mundo del espectáculo es proclive al recuerdo. Los remakes, las segundas partes, o los llamados Episodios 0 dan mucho juego y suelen ser agradables de ver. Y además, de nada se aprende más que de la experiencia, y, como reza un dicho “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” Quizás por eso el mundo del celuloide, y el del teatro, tengan tanta querencia a filmes históricos o que recrean otra épocas. Nuestro cine no sería nada sin películas que revisan una vez y otra nuestra reciente historia, la Guerra Civil y la posguerra. Como Ay Carmela, teatro dentro del teatro. Porque Las bicicletas son para el verano. Y, aunque no lo parezca, no todos somos Los Santos Inocentes.
Y, si de inocentes hablamos, tremenda inocentada nos han hecho en nuestro escenario con eso de las revisiones. Porque el afán revisionista ha ido más allá de ese al que ya nos tienen acostumbrados, el que surge de una reforma que hace revisar todo aquello a lo que pueda afectar, y al que ya le decíamos otro estreno pidiendo socorro
Pues bien, nuestra llamada de socorro no solo ha sido ignorada por el legislador -cosa a la que ya nos tiene acostumbrados, por cierto- sino que se ha refocilado en ello, endilgándonos unas revisiones extra al amparo de una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que pretendía agilizar y hace todo menos darnos lo necesario para ello: medios materiales. No olvidemos la moda del disposicionadiciolaismo low cost, consistente en hacer preceptos pretendidamente ambiciosos en sus fines con una coletilla que dice que no supondrán dotación de medios materiales ni personales. Lo que en algunos sitios se traduce por mucho te quiero perrico, pero pan, poquico.
Y ahí estamos. Porque a pesar del grito desesperado que desde asociaciones y profesionales lanzamos de que suspendieran la entrada en vigor de semejante pesadilla, nos han respondido con eso de No habrá paz para los malvados y a jorobarse tocan. Y ni la tenue esperanza de que las urnas nos proporcionaran un Salvados por la campana ha visto la luz.
Así que, mientras desde determinados estamentos se presume de agilizar con la implantación del Papel 0 , la realidad es bien otra. La que consiste en que, por mor de esa reforma sin presupuesto, nos obliga a los fiscales a arremangarnos las togas e irnos al juzgado –o a los juzgados, que muchos fiscales llevan más de uno- a coger todos esos expedientes que son todo menos electrónicos. Con dos instrumentos fundamentales: el posit y el boli bic. Un verdadero prodigio de la tecnología, como todo el mundo sabe. Y, una vez desplazados a ese juzgado que en muchos casos dista muchos kilómetros de nuestro juzgado, encontrar un hueco donde poder plantificarnos a mirar tomos y tomos que en muchos casos jamás habían pasado por nuestras manos. Y no porque no hubiéramos querido, sino porque la ley no le prevé, ni más ni menos.
Me decían unos “compinches” cuando se lo contaba que me imaginaban con la toga llena de papelitos amarillos a modo de volantes cual si de traje de faralaes se tratara. Aún estoy ojiplática pensando si me han puesto un espía, porque deben haberme visto. Pero eso deberá pasar al secreto de sumario, me temo.
Y conste que esto no es llorar por llorar. Ni hacer corporativismo fiscaloide, que en todas partes cuecen habas. Que menudo trabajo han dado a los pobres LAJ que también han tenido que arremangarse para ir sacando todos esos expedientes a los que la ley ha puesto una bomba con temporizador incorporada. Y a los jueces que, después de que nosotros hayamos colocado el pósit, tendrán que poner la resolución acorde con el mismo. Y a los funcionarios, que tendrán que hacer lo propio. Y hasta el infinito y más allá.
Pero no solo a este lado del banquillo. Al otro lado, los abogados también ven como sus procedimientos tienen el temporizador colocado, y según sean acusación o defensa, puede venirles bien o mal. O no estar de acuerdo con esa declaración de complejidad que se ha convertido en la varita mágica para conseguir un respiro, y tener que recurrirla no se sabe muy bien cómo. Y hacer entonces correr a su procurador, que ya se sabe que los juristas que se agobian unidos permanecen unidos.
Y mientras, en un universo muy lejano, afirman que esto sirve para agilizar. Sin pensar que sin más gente no se hace más trabajo. Y que los posits son pequeños, pero no son el Papel 0 que nos están vendiendo. Y que decir que se instruirá en seis meses es tan fácil como decir que se prohíbe el hambre en el mundo. hablar por no callar. Lo difícil es dar de comer sin tener pan.
Eso sí, las causas nuevas siguen entrando al mismo ritmo mientras nosotros prestamos atención a las estaban en camino. Y, dentro de otros seis meses, volveremos, si nadie lo remedia, a llenarnos las togas de papelitos amarillos a modo de volantes y a cantar a ritmo de sevillana eso de que no nos falte de na, que no que no….
Así que hoy el aplauso va para el posit, el boli bic y poco más. El abucheo lo dejo a gusto del consumidor. Y el grado del mismo también. No se corten.
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