¿Qué sería de un famoso sin su doble? No hay estrella rutilante que no use a sus dobles para bolos, firmas o escenas peligrosas. El famosillo o famosilla se va al spa, o se queda en su casa en bata y zapatillas, y mientras el doble se traga una tediosa firma de autógrafos o se tira haciendo un triple mortal carpado desde lo alto del Himalaya. Tanto es así que ha habido más un rumor de que Elvis no había muerto, sino que se había retirado a cantar Love me tender solo a quien le diera la gana. O al revés, ¿quién no ha oído alguna vez eso de que uno de los Beatles murió y el que siguió con la fama del grupo fue un doble?
Hasta el cine ha dedicado más de una película a estos dobles, tanto a los que hacen misiones peligrosas, como El Especialista, como a aquellos casos clásicos en que un gemelo sustituye a otro, como El Príncipe y el mendigo. O Tu a Boston y yo a California
Pues bien, nosotros no tenemos de eso. Y es una pena porque harían un gran papel. Más que un papel, un papelón. No dejo de imaginarme lo bien que me vendría tener una fiscalita toguitaconada haciendo juicios mientras su versión clonada se dedica a revisar expedientes, o a otra que haga la guardia mientras su clon se destoguitacona para estar con sus hijas, leer un libro o simplemente, se tumba a la bartola en el sofá.
¿A que es una buena idea? Imaginemos esos pobres letrados que se encuentran a dos o tres juzgados a la vez reclamando su presencia inmediata. Basta con llevar la aplicación oportuna en el móvil y chas, aparece el doble dispuesto a irse a la declaración mientras una sigue con su juicio tan ricamente.
O a jueces agobiados con un juicio largo y una mesa llena de sentencias por poner. Se enchufa la aplicación toguiclonadora y se deja al doble en la mesa mientras se puede atender al juicio sin más problemas.
Por no hablar de esos procuradores que andan corriendo como pollo sin cabeza. Podrían parar un poco el ritmo con un procurador bis en su vida. Y así todos: el policía podría hacer su turno mientras declara en juicio, y otro tanto podría hacer el médico forense con su autopsia. Y funcionarios, que podrían hasta seguir trabajando mientras atienden al público.
Ultimamente, me viene esta idea más de lo habitual. Debe ser por eso que llaman el espíritu del legislador, que yo creía que era algo bueno y es una diablillo que está decidido a que nos dé una colapso. Y ahí nos tiene a los pobres fiscales dale que te pego con las revisiones, que el tiempo pasa y el reloj de los plazos de instrucción nos agobia. Mientras, en un universo muy lejano, alguien se empeña en decir que todo va bien y que nos podemos permitir el lujo de tener la justicia congelada porque hay que repetir las elecciones y en el interin nadie se atreve a poner el cascabel al gato y dotarnos de todos esos medios que nos prometen
Eso sí, cuando de verdad exista el papel cero –esto es, cuando las ranas críen pelo si seguimos así- nuestros presuntos dobles darán una vuelta de tuerca y se convertirán el El Hombre Invisible para despachar un papel invisible también. Voy a ver si llamo a la señora de la lejía del futuro y me informa al respecto, que lo de lavar más blanco no nos sirve porque, entre otras cosas, las togas son negras.
Confieso que a veces hay quien cree que tengo una doble, y hasta una triple. Trillizas. Fiscalita, Taconita y servidora. Pero también confieso que tengo que perfeccionar el invento. Cuando lo tenga listo, avisaré. O no, que nunca se sabe qué ocurrencias puede tener el legislador e igual usa mi invento para reducir aún más las plazas y quitarnos los pocos sustitutos que nos quedan.
Así que hoy el aplauso es sencillo de adivinar. Para todos los que, sin doble que les asista, duplican su capacidad para no dividir el servicio. Ahí es nada.
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