El día que decidí bautizar a este teatral blog con el nombre de “Con mi toga y mis tacones” quise decir muchas cosas. Quería reivindicar la presencia de las mujeres en esta función nuestra, la mía y la de todas, y hacer constar que algo tan genuinamente femenino como los tacones no está reñido con la más exquisita profesionalidad. Que para ser una buena profesional no hay que adoptar roles masculinos ni parecer otra cosa diferente que la que somos: mujeres. Que se puede ir arreglada, maquillada, bien vestida, peinada y manicureada y, por supuesto, entaconada, sin que ello suponga desdoro de nuestra actividad profesional. Más bien lo contrario. También quería visibilizar la cada vez más numerosa presencia femenina en estas profesiones. En número, ganamos por goleada, aunque no siempre tenga esto su reflejo conforme ascendemos hacia la cúpula. Pero ahí estamos.
Las mujeres somos hoy en día una presencia constante en nuestros escenarios, pero no siempre fue así. Las Abogadas lo lograron antes, y ya en 1922 conseguía licenciarse en derecho por vez primera una mujer, la valenciana Ascensión Chirivella, si no me fallan los datos (Victoria Kent lo haría tres años después). Pero para conseguir ser jueces y fiscales lo hemos tenido más difícil. La ley lo prohibió hasta 1961, pero no fue hasta 1971 cuando una mujer se convirtió en juez, Concepción Carmen Venero. Y hubo que esperar a 1973 para que una mujer, María Belén del Valle Díaz, hiciera lo propio en la carrera fiscal. Siento no haber dado con el dato referido a las Secretarias Judiciales, y en cuanto a Médicos Forenses, creo que la primera ingresó en dicho cuerpo en 1978 y fue María Castellano –a la que conozco, admiro y quiero-, que también fue –esto con toda seguridad- la primera mujer catedrática de Medicina Legal en España. No hace tanto tiempo que estas pioneras nos abrieron el camino. Y nunca se le agradeceremos lo suficiente.
Hoy estamos en todas partes. A tortas con la conciliación –o muchas veces, con la falta de ella-, tratando de demostrar al mundo que podemos con todo, ejerciendo de superheroínas con toga y tacones. Ya a nadie le llama la atención si en un juicio somos mayoría de mujeres o somos pleno. Es más, en muchos casos ni lo recuerdo. Recuerdo, eso sí, la calidad profesional y humana de quienes se sientan en estrados, pero no especialmente el género al que pertenezcan. Salvo, claro está, que ese alguien lleve unos maravillosos zapatos de tacón que capturen mi atención, que lo cortés no quita lo valiente. Y no me avergüenzo de ello.
Pero no echemos las campanas al vuelo. Nuestra presencia es numerosa, pero disminuye conforme avanzamos escalones. Apenas hace nada que una mujer alcanzó por vez primera el puesto de Magistrada de lo penal del Tribunal Supremo, y no fue hasta 2004 cuando una mujer ocupaba por vez primera el cargo de Fiscal de Sala, la mayor categoría en la carrera fiscal, por citar dos ejemplos. Y, desde luego, ninguna ha llegado a ser Presidenta del Tribunal Supremo (y del CGPJ, cargos unidos indisolublemente) ni Fiscal General del Estado, ni siquiera Teniente Fiscal del Tribunal Supremo, aunque en la última elección al respecto, hace unos días, varias optaron a ello y alguna estuvo cerca de lograrlo.
Pero todo se andará, que ya se sabe que el movimiento se demuestre andando. Y no hay mejor demostración de valía que la que día a día hacen nuestras profesionales, con nuestras togas y sobre nuestros tacones, y representando a la perfección cada una el papel que tiene asignado en este gran teatro de la justicia.
Sólo nos falta alguien que, como en Criadas y Señoras, nos diga : “tú eres buena, tú eres lista, tú eres importante”. Y que nos lo creamos, por supuesto.
Así que, por si acaso, yo me encargo. Somos buenas, somos listas, somos importantes. Creámonoslo de una vez. Y hagamos que los demás lo crean. Y que conste que os lo digo subida a mis tacones.
Desde aquí mi más entusiasta ovación a todas las profesionales que, además de desempeñar con seriedad y pulcritud su trabajo, tienen que lidiar con la doble jornada y, en general, con las trabas y prejuicios sociales añadidos. Tarde o temprano el techo de cristal se romperá, sólo con ver las estadísticas se constata (al menos las de la Escuela Judicial son clarísimas). Mucho ánimo a todas vosotras, luchadoras. Un fuerte abrazo, OV.
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Gracias Susana! Sin estadísticas en la mano, por la simple observación con el inevitable margen de error (de lo que uno espera ver para confirmar lo que ya sabe) también son más el número de mujeres que ejercen la abogacía acabada la universidad, y que va disminuyendo conforme se acerca a la edad de los 30 y siguientes, coincidiendo con la maternidad.
Porque se sigue conciliando poco o mal, como tu bien dices, es una asignatura pendiente, que obliga a las autónomas o profesionales en ocasiones a elegir, y a otras, a seguir luchando porque elegimos esta profesión, porque la amamos, o tal vez porque tenemos abuelas a las que esclavizar!
Gracias por recordarnos que somos listas y que valemos, porque se nos olvida entre deberes de matemáticas, llenar la nevera, limpiar mocos, y quitar piojos y corre-corre que tengo una vista en una hora, y no me da tiempo ni de ponerme el rimmel.
Tacones siempre!
🙂
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Sois excelentes, y no solo en el campo del Derecho. Seguro que el mundo sería diferente, si los hombres hubieran aprendido de Lavossier el gran químico francés que trabajaba de igual a igual con su mujer en el laboratorio, en el tiempo que le quedaba como recaudador de impuestos, solamente por el placer de trabajar juntos, o del suegro de Marie Curié, que siempre la apoyó a pesar de ser mujer y extranjera (polaca). y tuvo que soportar una campaña de difamación nacional por iniciar una amistar con otro científico, cuando ya era viuda. Claro, cuando en plena campaña de difamación le dieron su segundo premio Nobel, pasó de ser la barragana nacional, a ser el modelo de mujer francesa. !Que hipócrita es la sociedad¡. Aunque creo que si de verdad las mujeres quieren iniciar un nuevo mundo, deberían acabar con las religiones monoteístas que nos dominan; no acabo de entender tanta misoginia religiosa con lo bien que se vive con una persona con la que compartes casi todo, y que es la vez tu amiga tu amante, tu esposa….En fin espero que el homo sapiens sapiens siga evolucionando de verdad, y entienda que la superioridad se demuestra con la inteligencia y no con otros atributos
Juan Carretero
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Nota de la autora
Cuamdo este post se publicó, todavía no había logrado ninguna mujer llegar a ser Fiscal General del Estado
Hoy, por suerte, hemos dado un.paso más
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Me encanta tu blog, gracias por esas reflexiones tan acertadas, me veo absolutamente identificada en tus palabras. Hemos abanzado mucho, pero como dices, en los escalones mas altos y no tanto, se prescinde de nosotras, aunque somos ya mayoria en esta profesión. La misma sociedad nos margina, he tenido la suerte de participar en algunos macrojuicios, de esos en los que estamos 20 o 30 abogados y lamentablemente siempre estamos en minoria, esta claro que para asuntos graves, los clientes siguen prescindiendo de nosotras. El dia en que en estos juicios estemos mayoria de mujeres ejerciendo la defensa, podremos afirmar que algo importante ha cambiado en este pais. Buen dia a todos/as los compañeros.
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Perdón, error por transcripción rápida, leer «hemos avanzado» eso de tener la b y la v al lado, a veces hace que cometa errores que rayan y hacen daño a la vista. Mil perdones.
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Reblogueó esto en jnavidadc.
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Enhorabuena por el blog!
Quería comentar que el artículo adolece de un pequeño error, la primera mujer licenciada en derecho no fue la valenciana Ascensión Chirivella, sino la rumana Sarmiza Bilcescu, en 1887, mucho antes del mencionado año 1922. El 1890 Sarmiza Bilcescu se convirtió en la primera mujer doctora en Derecho. Ella es una inspiración para mí y todas las abogadas rumanas.
Atentamente, una abogada rumana, desde Barcelona.
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Por supuesto que es asi
El post se refiere a las puoneras es España
Samira nos tomó ls delantera mucho antes
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