Cuánto gustan en el cine y la tele las comedias sobre familias que crecen y crecen… La familia y uno más, Doce fuera de casa, Con ocho basta, Sonrisas y lágrimas y hasta Ana y los siete son buena muestra de ello. Las familias crecen y los sitios se acoplan a las nuevas necesidades. Sin que falte, eso nunca, la celebración.
También en nuestro teatro la familia crece. Pero que nadie se me asuste que no lo hace con niños ni niñas reales -abstenerse de comentar, por favor- sino con nuevas criaturas, que vienen a hacer compañía a sus hermanas Mar de lija, Descontando hasta cinco, Remos de plomo, Balanza de género y Caratrista. Además no quise que las criaturas se lleven mucho tiempo, que luego no pueden salir juntas a la feria del libro, las presentaciones y esas cosas de escritores que nunca pensé que pasarían en mi vida.
Como soy muy lista, y además, como buena madre, conozco a mis hijitos literarios, estoy segura que, entre sus hermanas, con la que mejor se va a llevar es con Descontando hasta cinco, porque tienen muchas cosas en común. Ambas son novelas, tienen la misma prologuista, y han sido amadrinadas por voces señeras de la radio valenciana. Comparte además con ella y varias de sus hermanas la corrección por parte de Teloseditamos -tan fantástica que dan ganas de equivocarse- y es de la misma editorial que Remos de plomo, Talón de Aquiles. Por supuesto, como todos los hermanos, tienen cosas en común y cosas que les diferencian. Y lo que tiene en común con Balanza de género y Caratrista es a una persona muy especial, Carolina Calvo (madebycarol) que con sus lápices ya ha mejorado muchos de los estrenos de nuestro teatro.
Pero no quiero contar más, que las novelas están para leerlas, y si hacer spoiler es una faena por parte de cualquiera, hacerlo por parte de la autora es una auténtica estupidez. Como tirarse piedras a su tejado, y no están las cosas para eso. Así que me dedicaré a contar el evento de presentación, si es que consigo de una vez que se me borre de la cara esta sonrisa bobalicona que llevo instalada desde el día 28 de febrero de 2020, uno de esos días que quedaran en mi memoria como uno de los momentazos de mi vida.
La cosa empezaba regular. El encargado del local me decía muy solícito que había decidido que, en vez de los 100 asientos que tiene de aforo la sala, él había decidido, motu proprio -y no de su propio motu como he escuchado en Toguilandia alguna vez- ampliar el número de butacas y que fueran 150. Entre en pánico. Faltaban apenas veinte minutos y solo estábamos allí la bailarina y la pianista encargadas de la perfomance, el librero y tres o cuatro personas, mientra el móvil no dejaba de vibrar con mensajes de personas que se disculpaban por no traer el cuerpo que afirmaban que su corazón estaba allí. Yo no pensaba otra cosa que no fuera que a ver si lográbamos sentar todos esos corazones y llenábamos los asientos, pero, de pronto, la cosa empezó a cambiar
Los primeros en llegar, he de decir, fueron una pareja a la que no veía desde hace mucho, mucho tiempo. Cuando me recordaron que yo fui la niña que llevó la trata en su boda, casi muero de un ataque de ternura, o de un coma diabético entre la dulzura del momento y el recuerdo del merengue, que me vuelve loca. Luego, uno tras otro, se apiñaban para que, incluso antes de la presentación, firmara el libro. Me pellizqué un par de veces para asegurarme que no estaba soñando y, como esto no es una película, las marcas de las uñas que me dejé siguen dando buena muestra de ello.
Empezamos. Cuando me dí cuenta de que había hasta gente de pie, fue el momento en que se me pintó en la cara esa sonrisa de la que hablaba al principio, la que no se me borra de la cara. Y no era para menos. Un comienzo excepcional, dulce y pausado según el tuit de un periodista presente en la sala, con un fragmento de la perfomance Mujeres en construcción a cargo de Susana y Simona, bailarina y pianista respectivamente. Y claro, con tan hermoso principio, las cosas solo podían ir bien
A Juan Magraner, cuya voz nos acompaña cada día en la Cadena Ser, no pudo más que darle las gracias. Gracias por ser mi amigo, por haber tardado menos de un nanosegundo en dejarse atracar para presentarme y gracias muy especialmente por ser un aliado constante y efectivo en la lucha por la igualdad y contra la violencia de género. La presentación que hizo aunó todos estos factores y dejó a todo el mundo, como tuiteó Fani Grande, con las ganas de escribir un libro para que él lo presentara. También he de agradecerle a Juan que representara a Ana Durán, madrina de mi anterior novela, que no pudo acompañarnos en persona.
Loreto Ochando, autora de un prólogo tan contundente que el editor decidió que formara parte de la contracubierta y de la reseña de presentación además de amiga, tampoco se le pude pedir nada más. Amistad, desparpajo, sentido del humor y lucha por la igualdad todo en uno. ¿Alguien da más?
Luego, aquí esta humilde toguitaconada, dijo lo que pudo sobre su criatura. Suerte que las madres siempre tenemos palabras para nuestro hijitos, porque sino me habría quedado sin ellas. Y es que la cosa no fue para menos. Casi me disloco la muñeca a base de firmas, casi me disloco la mandíbula a nace de sonrisas, y caso me disloco el alma a base de felicidad. Perdón por la cursilada pero, qué narices, tengo bula, que era mi día.
Y, como guinda del pastel, acabo con una referencia a esa campaña de la Generalitat por el 8 de marzo de la que he formado parte. No sé si lo merezco, pero es una ilusión enorme trrtar de acercar a la infancia referentes femeninos. Por eso acabo con esta foto que tanto me gusta, por umbralista que parezca. De nuevo me acojo a la bula de ser mi día.
Aunque no me olvido del aplauso. El que dedico a todas las personas que me acompañasteis, en persona o en espíritu- A la próxima no me dejéis sin abrazo ¿eh?
PD Aquí dejo el enlace de la editorial de No me obligues, por si alguien no lo encuentra
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Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
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