
Cuantas veces no habremos oído eso de que la realidad no te estropee un buen titular, algo que es aplicable no solo al mundo del periodismo. Los tópicos, cuanto más facilones mejor, entran sin dificultad y se quedan en las mentes, y más de una vez el mundo del espectáculo sirve como argamasa para fijarlos. No hay más que echar un vistazo a todas aquellas películas de los años 70 que pretendían vendernos el typical spanish con sus suecas rubias esbeltas que volvían locos a unos españoles descritos con trazo gordo, con títulos tan sugerentes como Lo verde empieza en los Pirineos. Unos tópicos de los que no escapa, ni mucho menos, la Justicia, que pinta, aunque sea en nuestra tierra, unos estereotipos anglosajones que se han quedado en el disco duro de la gente. Y lo que cuesta desmentirlos.
En nuestro teatro, como decía, abundan los tópicos cinematográficos que, perpetuados por tertulianos y opinólogos varios, hacen que constantemente tengamos que decepcionar a nuestro público, cuando comprueba que la realidad no es como la de las series de abogados.
Ya hemos dedicado varios estrenos a estas cosas. Leyendas urbanas, series de ficción absolutamente infieles a nuestra realidad judicial y todología son un cóctel difícilmente rebatible. Por más que nos esforcemos. Seguro que muchos habitantes de Toguilandia saben de que hablo cuando me refiero a la cara de decepción de una testigo cuando no le damos Biblia sobre la que jurar ni le hacemos ponerse la mano en el pecho. ¿Cuándo me dicen eso de decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? Pues eso.
Confieso que me dan ganas de volver a las andadas, o mejor, a las escritas, cada vez que veo una serie de televisión española cuyos guionistas olvidaron documentarse mínimamente, no fuera a ser que les estropeara el argumento. Pero sigue pasando. Me decía un compañero que precisamente por esa razón no ve series de nuestro país, y creo que solo eso sería suficiente razón para reconsiderarlo. Pero si quieres arroz, Catalina. Ya no nos sacan con peluca y las togas son como las nuestras, pero ahí todas las similitudes con nuestro proceso. Desde una violación juzgada por un tribunal de jurado, absolutamente imposible en Derecho español, en que los delitos sexuales están excluidos de esa modalidad de juzgar, hasta toda una parafernalia que en nada nos define.
Al hilo de es comentario en redes, me contestaba otra tuitera que era ficción, y se admitirían licencias, y que sus padres, por ejemplo, no entenderían que el juez no llevara mazo. Y, precisamente, de eso se trata. Sus padres creen a pies juntillas que los jueces llevan mazo porque lo han visto en miles de películas americanas, y nadie les ha explicado a la hora de hacer la réplica patria que aquí no hay mazo, sino, en todo caso, campanilla, aunque cada vez menos. Por la misma razón que nadie explicó a la testigo de mi primer ejemplo que no hay Biblia, ni mano en el pecho. Y ojo, que tampoco nos levantamos cuando llega el juez, ni nadie grita que preside el honorable juez Fulanito. Y es que somos más de andar por casa, vaya, por más cortinajes de terciopelo y banderas que se gasten en las altas instancias.
Pero esta vez, por si con las series no tuviéramos bastante, nos encontramos con las declaraciones de un presunto que da una nueva vuelta al tópico de los tópicos, el de los fiscales obedeciendo ordenes del Gobierno. Y ojocuidao que el investigado en cuestión, que presume de dormir nueve horas como un angelito -al que no le afectan el paro, la crisis ni el precio de la luz y la gasolina- nos suelta una perla inigualable. “La Fiscalía, ya sabes, son todos de izquierdas y así actúan”, Tócate los pies -seguramente los suyos calzados de Gucci, cuanto menos- toguitaconados o no.
¿A qué nos suena esto? Pues a aquel “la fiscalía te lo afina” que decía otro investigado, pero de signo contrario. Y no ha pasado tanto tiempo, así que, o han echado a todos ent4re una cosa u otra, o los miembros del Ministerio Fiscal somos de lo más chaquetero.
La explicación es sencilla, para quien la quiera saber y no quedarse con el titular. Aunque a la Fiscal General del Estado la elija el Gobierno, por mor de una Constitución a la que para otras cosas se usa por bandera, las fiscales y los fiscales estamos ahí por una durísima oposición, la misma que judicatura, y ahí seguimos, haciendo nuestro trabajo contra viento y marea cada día esté quien esté en el poder. ¿Quiere decir que no tenemos ideología? Pues tiene ideología la persona que trabaja como fiscal, pero no la fiscalía en sí. Por eso, cuando trabajamos, estamos ajenos a nuestros pensamientos políticos, por más que haya quien no lo crea, y quien no lo quiera creer. Si fuera de otro modo nos echarían a todos cada vez que cambia el Gobierno, y eso está claro que no pasa.
Aun hay más. No hace mucho, y periódicamente de vez en cuando, sale alguien diciendo que jueces y fiscales somos una pandilla de pijos retrógrados que cantamos el Cara al Sol a poco que nos toquen las palmas. Que todas y todos tenemos varios apellidos compuestos y nunca hemos tenido más problema económico que no fuera que no nos compraran el último Luisvi. Ya dediqué un estreno a contar lo contrario pero parece que hay quien se niega a aceptar otra verdad.
Pero ¿en qué quedamos? ¿Somos retrógrados y reaccionarios o los pijoprogres que describe el investigado dormilón? Pues ni una cosa ni otra, aunque no estaría mal que le explicaran al muchacho que echar un vistazo a las perdonas que están asociadas en ambas carreras, judicial y fiscal, le daría una idea más clara de las cosas. Tiene las elecciones del Consejo Fiscal, donde votamos los fiscales -a diferencia del Consejo General del Poder Judicial- a la vuelta de la esquina para verlo.
No insistiré mucho más en derribar tópicos, aunque no me resisto a recalcar que nuestro sueldo, por ejemplo, no da ni para pagar la fianza que se le pide al investigado en cuestión. Y que no somos policías, y no salimos a la calle en busca de pruebas como vemos en las pelis, aunque más de una vez me encantaría estar por ahí en lugar de encerrada delante de mi ordenador.
Espero haber derribado algún mito que otro. Porque hay cosas que ya no pueden combatirse. Decir que en España no hay libertad con o sin cargos, sino provisional o definitiva, y que no todos los procedimientos son sumarios, es ya misión imposible. Aunque lo seguiré intentando
Solo queda el aplauso. Y hoy propongo que se lo demos se lo demos a quienes, con rigor, se r3esiten a usar tópicos, aunque no les quede el artículo, el post o el tuit tan lucido. Mil gracias
Estimada Toguitaconada, vaya por delante que los artículos que publicas me encantan, son un soplo de aire fresco entre el lenguaje juridico formal leguleyesco, que a veces no lo entiende ni el que lo escribe. No obstante te comento que, respecto al mazo, hay al menos un magistrado que lo utiliza, remarcando el «visto para sentencia» con un sonoro golpe en el taco a juego. No se si es que le regalaron tal instrumento, de connotación tan obrera, y decidió utilizarlo, en definitiva es titular de un Juzgado de lo Social y tendría su lógica. Menos mal que no le regalaron una metralleta.
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