Fallereando: de nuevo con peineta


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Ya lo he dicho otras veces. Pocas cosas hay que les gusten más a los artistas que una buena fiesta. Más aún, si la fiesta le da oportunidad de desarrollar su talento, como ocurre con las Fallas y, a buen seguro, con muchas más fiestas de nuestro país. Pero yo soy valenciana y éstas son las que conozco. Unas fiestas donde, además de todo lo que todos sabemos, hay teatro, música, disfraces, canto, baile y todo cuanto se quiera disfrutar de un buen espectáculo.

Así que, sin más preámbulos, se abre el telón fallero por tercera vez en Toguilandia. Después de Fallas  y más fallas, llega el nuevo estreno fallero. No podía ser de otro modo en este año tan especial como fallera de esta humilde toguitaconada, que consiguió el sueño de ser mantenedora de la Fallera Mayor de Valencia, y tan especial para las propias fallas, que consiguieron ser nada menos que Patrimonio de la humanidad.

Por eso este estreno quiere ser especial. Y demostrar que las fallas pueden ser espacio de integración, de solidaridad, de igualdad, de sentimientos y de cultura. Y cómo no, de Justicia, el alma mater de nuestro teatro. Para ello, Con Mi Toga Y Mis tacones se viste de microrrelatos falleros, un pequeño espacio que pretende contar mucho más que sus pocas líneas.

¿Por qué no aprovechar las fiestas para recordar los derechos de las personas con discapacidad, y de paso, de todas aquéllas que luchan cada día por ser #CadaVezMasIguales?. El olor de las fallas es una buena excusa:

 Después del accidente, pensó que no volvería a ver sus queridas Fallas.

Era el mes de marzo cuando salió por vez primera a la calle tras aquello.

Aspiró el olor de las flores, de los buñuelos recién hechos, de la pólvora de los petardos. Escuchó la música, el ambiente, el ruido atronador de la mascletá. Probó la paella y el chocolate caliente. Palpó la suavidad de los monumentos y el tacto de los trajes de fallera. Y sintió el ambiente.

Y supo que no hacen falta ojos para ver las Fallas. Acarició su bastón blanco y volvió a sonreir.

            También las fallas son un buen momento para recordar a quienes ya no están, y tanto nos dejaron. Tantos buenos momentos, que pueden quedar representados en un objeto cualquiera, como La peineta:

 La caja cayó a mis pies cuando sacaba mis esquíes del altillo. No recordaba haberla visto antes, pero cuando abrirla fue como abrir la caja de Pandora.

Mirándome desde su estuche de terciopelo rojo, una peineta dorada me mandaba un mensaje. Tenía una esquina rota, pero era preciosa.

De pronto, me transporté a una época muy lejana y feliz. Y la identifiqué. Era la que llevaba mi abuela en la única foto que conservo de ella.

Y entonces decidí dejar en el suelo mis esquíes.

Ese mismo día, desfilé en la ofrenda con una vieja peineta con la esquina rota.

 

Y por qué no. Las fallas también dejan un enorme espacio a la solidaridad con quienes sufren una enfermedad, y una buena razón para salir adelante. Como cuenta la protagonista de Mi ofrenda

No me cansaba de verme en el espejo. Los moños, la peineta, la mantilla de mi madre. La mujer del espejo sonreía

Después, por la calle de la Paz continuaba tocándome la cabeza con el peinado que pensé que nunca más volvería a lucir

Cuando llegué a la Plaza de la Virgen, una lágrima se asomó a mis ojos. Quizás nadie se diera cuenta, pero mi ramo era muy especial

Els clavells estaven anugats per un mocador, el que va cobrir el meu cap al llarg del dur tractament. I amagat entre dos flors, un paper. L´analisi que certificava que la malaltia ja no existia.

Los claveles estaban anudados por un pañuelo, el que cubrió mi cabeza durante el duro tratamiento. Y, encondido entre dos flores, un papel. El análisis que certificaba que la enfermedad ya no existía.

 

Y es que, para quien no lo sepa, en Fallas podríamos montar nuestro propio Frenopático, porque las fallas tienen mucho de Locura

Falleros. Dicen que estamos locos. ¿Por qué?

¿Por qué pasamos todo el año trabajando para disfrutar cuatro días? ¿Por que construimos monumentos enormes que luego quemamos? ¿Por qué pasamos cuatro días sin dormir? ¿Por qué lloramos cuando cruzamos la Plaza de la Virgen? ¿Por qué soportamos con una sonrisa pesados trajes y complicados peinados? ¿Por qué nos enredamos en cualquier proyecto que salga? ¿Por qué desfilamos aunque nos duela todo, aunque llueva o queme el sol?

Quizás no sea por eso

Tal vez sea porque después de todo eso, repetimos un año y otro más

 

Por todo esto, aunque no lo parezca, las Fallas tienen mucho que ver con nuestro teatro, como con la vida misma. Y pueden ser un espacio ideal para crear un mundo en Justicia y en igualdad.

Así que hoy el aplauso especialísimo para quienes combinan togas, tacones y peinetas, o togas y saragüell, o blusón. Y para quienes comparten estos valores. Y a todos ellos, por añadidura, un castillo de fuegos artificiales toguitaconados.

Y una ovación extra para Dani Sebastián, el autor de la fabulosa imagen que ilustra este estreno, que resultó finalista en el concurso de microrrelatos falleros, y que me ha prestado generosamente. Mil gracias

 

2 comentarios en “Fallereando: de nuevo con peineta

  1. Pingback: Justicia Fallera: haciendo la puñeta | Con mi toga y mis tacones

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