En pocos mundos depende todo de un hilo tan fino como en el espectáculo. La diferencia entre el más rotundo éxito o el más clamoroso de los fracasos marca la línea entre el ser y el no ser, el sí o el no, el yin o el yan, el reconocimiento mundial o el ostracismo. Y hay tantos factores que escapan de las manos de los artistas que da hasta vértigo pensarlo. El momento del estreno, las características del público, la coincidencia con otros más o menos sonados, pueden determinar la caída más absoluta en el Abismo o la entras en El más grande espectáculo del mundo. Tal como suena. El trabajo bien hecho está detrás, pero hay mucho más. Y muchas cosas más.
Y si en algo se parece esa Delgada Línea Roja a nuestro mundo es en el espacio que media entre el aprobado o el suspenso en el examen, entre estar dentro o fuera. Especialmente cuando de oposiciones se trata.
Hace más de un año hablaba en un estreno del examen ese pistoletazo de salida para entrar en el mundo de toga y tacones –o mocasines- Le dedicaba esa función a mi sobrina Teresita -¿por fin pasara a ser Teresa?-, que empezaba sus pasos en el frondoso bosque de las oposiciones mientras su familia ejercíamos de sufridores en casa como en el Un Dos Tres Responda otra vez de nuestra infancia. Y ya que compartimos cuitas hoy Mi Toga y Mis Tacones se ponen de gala para compartir alegrías. Acabo de recibir La llamada, esa que dice que pasa a formar parte de Toguilandia. Y, claro está, además de la alegría sin medida, han comenzado a asaltarme los recuerdos, apelotonándose en mi cabeza como lo hicieron en su día los casi cuatrocientos temas que me metí entre pecho y espalda, algunos de cuyos párrafos todavía soy capaz de recitar de carrerilla, como más de uno y de una de quienes me conocen han tenido ocasión de comprobar. Y no miro a nadie.
Esta sensación ya la sacó a la luz el otro día el recién desvirtualizado Justito el Notario, que con su post dedicado a la suerte abrió la caja de los truenos. Y aquí están todos, montando La Tormenta Perfecta pero esta vez con final feliz.
Porque cuando una aprueba, el mundo cambia de color. Literal. Dan ganas de entonar eso de “en la tómbola del mundo, yo he tenido mucha suerte” como si fuera Marisol, de cogerse a una farola para emular a Gene Kelly en Cantando bajo la Lluvia, y de gritar al mundo entero que La Vida es bella. La insoportable levedad del ser pasa de pronto, y sin solución de continuidad, a ser La Alegría de Vivir, y, aunque el examen sea en Madrid, Todo es bonito en Granada, o en donde se presente. De pronto, los autobuses vuelven a tener números de línea y no de temas, las matrículas son de coches y no de fincas y los autos pueden volver a ser vehículos de motor y no resoluciones judiciales. La servidumbre es la de la Criadas y Señoras y no la de los predios con reja remetida de luces y vistas. Los días vuelven a contarse de lunes a domingo y no de cantada en cantada, y el reloj vuelve a marcar la hora y no los minutos que se tarda en dar un tema. De pronto, cantar es lo que hacen –o intentar hacer- en Operación Triunfo y no recitar temas, y el preparador puede ser alguien que te enseñe a estar en forma y no quien toma dos veces en semana los dichosos temas. Y el sol es motivo de alegría para ir a la playa, y no causa para maldecir a los veraneantes. Ya no se desea la lluvia y el mal tiempo porque por fin se es libre. Ahí es nada.
De pronto, blanquear puede ser lo que hace la odiosa señora de la lejía del futuro, y ejecutar puede ser interpretar una obra artística. Y el juicio ejecutivo, la ley de la función pública, los derechos fundamentales y los delitos contra la Hacienda Pública salen a pasear con hipotecas, sumarios, testamentos y todo lo que se presente sin que a una se le ponga el corazón en la garganta.
Adiós a ver los telediarios con la angustia de que cuenten la enésima reforma de ésta o aquella ley, y a ver al legislador como el mismísimo demonio. O quizás a verlo así, pero de otro modo. Y hola al Por fin ya es viernes, a la Fiebre del Sábado Noche, que se acabó para siempre eso de La vida sigue igual.
Pero ojo. Que no está todo hecho. Ahora empieza de verdad la Fiesta. Arriba el telón, el viaje a Toguilandia despega en Tres, dos, uno….
Así que hoy, como no podía ser de otro modo, el aplauso y ovación es para Teresita. Y con ella, para todas las Teresitas –y Teresitos, claro- del mundo. Y a los que están por venir. Mi más calurosa bienvenida. ¿Quién me acompaña a dársela?
Mi más sincera enhorabuena a tod@s los que han aprobado!!!!, pero ..no menos enhorabuena también a todos los que se quedaron por el camino, por el esfuerzo que realizaron, que tengan esperanza que la constancia y la fé, les llevará seguro algún día a ser ese Teresito/a de hoy… con esfuerzo, todo llega aunque el camino a veces nos parezca muy largo
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en jnavidadc.
Me gustaMe gusta
Pingback: Constitución: feliz cumpleaños | Con mi toga y mis tacones
Pingback: Desencanto: vacunémonos | Con mi toga y mis tacones
Pingback: Eutanasia: muerte digna | Con mi toga y mis tacones
Pues me uno a la enhorabuena a Teresa, a la familia (al fisco, que ya cuenta con una nueva contribuyente!); y a todos nosotros como sociedad, que estamos particularmente necesitados de jóvenes capaces, preparados, responsables y lo bastante generosos como para hacer los esfuerzos y sacrificios que la vida, muchas veces, demanda.
Me gustaMe gusta