Todas las profesiones, por más vocacionales que sean, tienen sus fantasmas. Y el desencanto es uno de ellos, más fuerte cuanto más vocacional es la actividad, como ocurre en el mundo del arte. Más de una vez hemos leído noticias de profesionales del espectáculo que un buen día se retiran porque ya no responde a sus expectativas, porque ya no disfrutan de él o porque ya no encuentran su sitio. En resumen, por desencanto, algo tan presente que El desencanto es tanto título de película como de serie de televisión.
En Toguilandia, cómo no, el desencanto nos ronda en cada esquina, y hay que andar muy preparada para que no nos capture. Y confieso que la idea de dedicarle este estreno no parte de mí directamente, sino de una compañera que la lanzaba al aire desde twitter, como si no supiera que yo soy facilona y recojo cualquier buena idea (Gracias, Jezabel). Pero confieso que lo que más me preocupó es que la compañera en cuestión sea joven, porque parece que este tipo de sensaciones sean patrimonio de quienes ya hemos sumado varios trienios.
El desencanto puede aparecer en cualquier momento. Hay que estar alerta. Y puede que quienes estén ahora mismo preparando oposiciones no lo entiendan, pero el primer momento peligroso es precisamente ese, cuando se aprueba, por contradictorio que parezca. Durante el tiempo de estudio de las oposiciones ponemos nuestras vidas en stand by, pendientes de darle al on de nuevo cuando aparezca la fórmula mágica: el aprobado . Entonces podremos salir y entrar para cosas diferentes que cantar temas, ver un informativo sin que nos palpite el corazón cuando anuncian nuevas leyes, o leer cosas que no incluyan la palabra “Derecho” entre sus páginas. Una se hace la ilusión de que retomando el gimnasio, será capaz de completar la maratón de Nueva York o de ejecutar con maestría El lago de los Cisnes. Y que, por supuesto, retomará su vida social en el punto donde la dejó, y podrá asistir a bodas, bautizos, comuniones, despedidas de soltera, cumpleaños y cualquier otro evento sin tener que mirar el reloj a cada instante ni recogerse cuando la cosa más prometía. No voy a romper un mito ni a hacerme la víctima: aprobar es la pera limonera, no lo dudéis ni un momento. Pero también es cierto que se depositan tantas expectativas en ese momento, que es difícil que se cumplan, y hay que andar con los pies bien anclados al suelo una vez aterrizados del subidón inicial inevitable. Por eso, aquí va un consejo. Como la niña del chiste, hay que advertir que aunque usando tampax puedas montar a caballo, no vas a ser una amazona consumada por el solo hecho de utilizarlos si antes jamás te habías subido a un equino. Consejo que vale para el running, el ballet y hasta las danzas regionales.
Aunque soy consciente que el momento álgido del desencanto llega luego. Cuando la tozuda realidad nos coloca en sedes que se caen a pedazos, con un colapso de papel con el que no se puede aunque una trabajara las 24 horas del día sin parar, con guardias tan frecuentes que apenas da tiempo a respirar, con unas condiciones de seguridad en el trabajo por las que condenaríamos a cualquier empresa y con la perpetua sensación de que tienes una espada de Damocles sobre tu cabeza, es su momento. Ese cúmulo de circunstancias hacen que bajen nuestras defensas y convierten nuestro organismo en un sitio óptimo para que se instale y desarrolle el virus del desencanto. Y hay que tener cuidado, porque no solo crece a velocidades considerables, sino que además resulta contagioso.
Por eso hay que vacunarse. Y hacerlo antes de que nos ataque con toda su virulencia. En ese primer destino ,donde se cumple como nunca la regla de prior tempore potior iure adaptada a nuestros puestos de trabajo -si eres el último tendrás el lote de trabajo o el juzgado más terrible- hay que ir preparados para todo. Y pensar que iremos a mejor que, como decía mi padre, cuando seas padre comerás huevos y que lo bueno está por llegar. Pero en realidad, no hay mejor antídoto que la palabra de una víctima dando las gracias. Esos momentos deberíamos envasarlos y tenerlos preparados en la nevera para suministrarlos cuando las fuerzas mengüen.
A este respecto contaré algo que me pasó el otro día. Se me acercó una mujer, mientras hacía cola para pagar mi compra en el super, y me dijo que cada vez que veía que estaba yo en el juzgado de guardia, sabía que las cosas irían bien. Y me dio las gracias y un abrazo. Con esto, tengo antídoto para el desencanto para una temporada, que buena falta hace. Porque cuando se suman trienios llega otro de los momentos de crisis.
En efecto, el tiempo pasa y las condiciones mejoran. A veces, hasta entramos en una zona de confort bastante apacible.Pero de pronto una se ve con alguna que otra arruga, con que el pelo se empeña en cambiar de color o, lo que es peor, ralear, y que ahí seguimos. No hemos logrado casi ninguna de esas cosas que anhelábamos, no hemos logrado cambiar la Administración de Justicia como alguna vez imaginamos y nunca alcanzaremos un puesto de especial responsabilidad. Y ese es otro momento en el que hay que acudir al antídoto, y amarrarse fuerte a él. Pensar en cada mujer, en cada menor que sacamos adelante, en las veces que logramos que se hiciera Justicia y en las personas cuya vida ha cambiado por nuestra pequeña intervención, y saber que ha valido la pena y va a seguir mereciéndola.
Por eso hoy especialmente mi aplauso va dedicado a todas las personas de Toguilandia que se han visto alguna vez inoculadas por el virus del desencanto. Porque hemos de saber que, sea cual sea nuestro lugar en el engranaje, pocas cosas hay de mayor responsabilidad que contribuir a hacer Justicia.
Me ha encantado lo que has escrito, ojalá haya muchas mujeres como la del super, dando las gracias y valorando vuestro magnífico trabajo.
Estoy pasando por una separación bastante traumática y tengo mucha fe en mi abogada,tengo mi futuro en sus manos,digo esto,para que sepáis que sois muy importantes para las personas a las que defendeis,ponemos toda las esperanzas en vuestro magnífico trabajo.
Espero que el desencanto pase de largo y tengas muchas satisfacciones,abrazos y gracias,como la mujer del super.
Mucha suerte y un abrazo.
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Muchas gracias
Mensajes como el tuyo son los que vencen el desencanto y dan fuerzas para seguir
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