En tránsito: togas portátiles


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         Ya lo hemos comentado muchas veces. En el artisteo, los bolos y los viajes son parte fundamental. El baúl de la Piquer es un clásico, y hacer las Américas parte indisoluble de la profesión. Que de toda la vida los artistas han andado con sus funciones a cuestas, como aquellos entrañables cómicos e Ay Carmela o La niña de tus ojos.

         En nuestro teatro la verdad es que no somos tan viajeros. Permanecemos anclados a nuestros juzgados y a nuestras salas de vistas y, aunque de vez en cuando sacamos la toga y los tacones a pasear, no es lo más común. Y menos que lo va a ser, con la que se nos ha caído encima con una reforma tras otra, entre estudiar, revisar procedimientos y tratar de tirar hacia delante. En pleno siglo XXI, con unos medios del siglo XX y un proceso del XIX, como ya contaba hace no mucho en otro blog en el que ejerzo de okupa, No sin mi toga.

         Pero mira por dónde que el legislador se ha creído eso de la modernidad, y, en la última reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ha introducido un precepto para prever situaciones de tránsito, en pleno vuelo o en plena travesía marítima, por si aparece entonces, que ya es casualidad, ese imputado –perdón, investigado- al que no habían encontrado. Y lo hace antes de seis meses, añado yo, porque si no ya nos puede hacer una cuchufleta desde su asiento de business.

         El caso es que me comentaba una amiga que el precepto (el artículo 520 ter) la tiene enamorada. Y no es para menos. Que nos habla de los espacios marinos y de informarle de sus derechos a bordo de la nave o aeronave y ponerlo a disposición por los medios personales y materiales de que se disponga, en un plazo de 72 horas. Y es que fue leerlo y empezar a imaginar a la azafata de vuelo, con su uniforme y su mímica habitual, informando de los derechos. Y, ya puestos, utilizando la pantalla de televisión donde normalmente ponen películas para hacer la videoconferencia de comparecencia de prisión. Incluso se podría activar un servicio de sms para que los pasajeros interactuaran, una vez puestos sus dispositivos móviles en modo avión, y votarán prisión si o prisión no. Y tal vez, si les dejaran utilizar internet, podrían hasta utilizar un hagstag #DETENIDO y darle a favorito o a retuit según sus preferencias. Igual hasta llegaban a trending topic, que nunca se sabe.

         El caso es que las compañías aéreas y navieras deberán plantearse dejar en los asientos, además del chaleco salvavidas y la mascarilla –que siempre me generan la duda de si realmente estarán-, un ejemplar del Código Penal y de la ley de Enjuiciamiento Criminal en varios idiomas. Y quizás tendría que viajar a bordo un abogado de guardia. Y hasta un fiscal, un juez y un Letrado de la Administración de Justicia. Que nunca se sabe cuándo puede aparecer el delincuente más buscado.

         Así que estoy encantada. Lo de la película Kamikaze nos puede pasar en cualquier momento. Y tenemos que estar preparados, vaya que sí. Y hasta podemos hacer una coreografía tipo Los amantes pasajeros, aunque nuestros medios sean más cercanos a Aeropuerto 78

         Por eso, hoy no me voy a privar de dar mi aplauso. Pero no para el legislador, que con la que está liando, los tomates me caerían a mí, y con razón. El aplauso va esta vez a todos los que desde hace mucho tiempo llevan trabajando en todas esas cuestiones de cooperación internacional. Sin alharacas y sin necesidad de modificaciones extravagantes. Va por ellos, porque aunque lo tomemos con humor, el tema es muy serio. Y su trabajo también lo es.

1 comentario en “En tránsito: togas portátiles

  1. Pingback: Traslados: de la Ceca a la Meca | Con mi toga y mis tacones

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