Mujeres y deporte: «Prohibidas pero no vencidas»


              Son muchas las películas que se han dedicado a gestas reales o ficticias en el deporte: Campeón, Carros de fuego, Invictus, Rocky y por supuesto, todas las ambientadas en los institutos americanos donde el deporte era uno de los ejes fundamentales, como ocurría en High School Musical y tantas otras. Pero, si hablamos de mujeres deportistas, los ejemplos se reducen considerablemente, aunque la excepción confirma la regla en citas como Tonya o Million Dollar Baby. Y una nunca sabe si es que no había mujeres o no se había hablado sobre ellas.

              En nuestro teatro puede parecer a primera vista que poca relación tenemos con el deporte femenino. Pero las apariencias engañan y además de que más de una habitante de Toguilandia haya hecho sus pinitos en las canchas, estamos hablando de igualdad, y la igualdad en Derecho siempre importa. O debería importar, que no es por casualidad que el precepto que la consagra sea uno de los más citados de nuestra Constitución.

              Hoy, de todos modos, me he quitado la toga, aunque no los tacones, a la hora de escribir este post, que no solo de juzgados vive la jurista. Y he tenido una experiencia que tenía que compartir con quienes leéis mis andanzas toguitaconadas. Sí o también.

              El pasado día 9 de mayo asistí, en el maravilloso enclave de la Biblioteca de la Dona de Valencia, a la presentación del libro de Carlos BeltránProhibidas pero no vencidas” , de editorial Desnivel. He de confesar que, aunque el libro ya estaba en mis manos desde hacía algún tiempo, tenía unas ganas locas de conocer personalmente a su autor, con el que he tenido un fructífera relación en redes sociales a través de nuestros respectivos perfiles de twitter . Como él dijo muy atinadamente, tenemos tantas cosas en común que hasta compartimos haters. Que no es moco de pavo, oiga. Por eso aprovecho para recomendar a quien no haya visitado su perfil que lleve corriendo sus deditos hacia allá, porque se va a encontrar historias tan interesantes como desconocidas sobre mujeres deportistas, hiladas con un toque de humor insuperable. Reconozco que yo me hice adicta desde el primer momento, y seguro que quien se pasee por ese espacio virtual entenderá esta adicción, de la que, por cierto, no tengo ninguna intención de desengancharme.

              Como no podía ser de otro modo, antes de la presentación aprovechamos para exprimir la desvirtualización que, como el propio Carlos me dijo, ya tocaba. No deja de sorprenderme el hecho de que, tras conocer y seguir a una persona en redes sociales, la realidad te muestre algo tan parecido a lo que imaginabas de él que es como si le conocieras de toda la vida. En este caso la desvirtualización fue exactamente así. Charlamos durante casi una hora junto a Anabel, referente de nuestro baloncesto y partenaire en la presentación, y se me pasó como si fueran cinco minutos. O menos

              Pero vayamos al grano o, mejor dicho, al papel y la tinta. No tengo ninguna intención de hacer spoiler sobre el libro porque todo el mundo debería leerlo sin que yo le estropee la experiencia. Y digo que debería leerlo porque, además de pasar unos ratos fabulosos, descubrían cosas que nunca se hubieran figurado. ¿O acaso alguien sabía que había mujeres profesionales del baloncesto en el siglo XIX? ¿O que había mujeres que además de ser campeonas olímpicas en varios deportes eran virtuosas concertistas de piano o eminentes médicas? ¿O que ha habido récords femeninos que no se han superado en cuarenta años, o mujeres que ostentaron los mejores tiempos, tanto de hombres como de mujeres, en gestas grandiosas? ¿O que fue la detención de una nadadora por su atuendo nada acorde con el puritanismo de la época lo que dio el empujón definitivo a los trajes de baño que hoy conocemos? Pues esto no es más que un aperitivo del banquete que nos espera con la lectura de “Prohibidas pero no vencidas”. Ahí es nada.

              Se preguntaba el autor, y yo con él, cuál sería la razón por la que no tenemos ni idea de lo que hicieron todas estas mujeres extraordinarias. Porque no es que no estuvieran, es que parece que la historia las haya querido borrar de sus páginas como si nunca hubieran existido. Y con ello se suma la invisibilización a las dificultades que muchas de ellas encontraron en la práctica de su deporte, puesto que llegaron a prohibírselo en más de una ocasión -de ahí el título-, aunque nunca se dieron por vencidas.

              En una sociedad donde, a pesar de que las leyes nos reconocen la más absoluta igualdad entre hombres y mujeres, la realidad nos muestra otra cara diferente, obras como la de Carlos Beltrán son imprescindibles. Por eso lo cuento. Porque, aunque parezca no tener nada que ver con el Derecho, no deja de ser un tratado perfectamente documentado sobre uno de nuestros derechos fundamentales, la igualdad. Y por eso tenía que protagonizar este estreno.

              Por eso hoy el aplauso no puede ser para otro que no sea para él, para Carlos Beltrán, el autor de  Prohibidas pero no vencidas. No sé si canta o baila, pero, como dijeron de Lola Flores en su día, no se lo pierdan

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