Vagancia: huelga de mente y cuerpo


              Descansar es necesario. Es algo que parece muy evidente, pero que no siempre sabemos llevar a la práctica. Descansan hasta el cine y el teatro, y los museos porque aunque el arte siempre esté ahí, quienes lo muestran necesitan hacer una pausa. O algo más. A veces hasta el cuerpo y la mente dicen No puedo más, necesito un Descanso. Y hay que dárselo.

              En nuestro teatro, el descanso total no existe. Aunque se trate de días festivos, siempre ha de haber un juzgado de guardia , porque, como decían en las series de mi infancia, el crimen nunca descansa.

              Pero no solo eso. Quienes interpretamos nuestros papeles en el día a día de Toguilandia no siempre sabemos o podemos descansar. Nos vamos de vacaciones con las maletas llenas de expedientes que nos miran desde las estanterías con gesto desafiante, como diciendo “a ver cuándo me toca”. Y es difícil sustraerse a ese canto de sirena, por más que nos hayamos hecho a la idea de darnos un día de asueto.

              Y sí, ya sé que alguien diré para eso están los viajes, y las actividades de ocio variadas, pero no me refiero a eso hoy. Cuando alguien se marcha fuera, a salvo la tecnología cada vez más inevitable, no tiene más remedio que parar para hacer lo que toque.

              Lo que es realmente difícil es quedarse en casa y parar, así porque sí. Y a veces el cuerpo y la mente lo piden a gritos. Hasta a mí, que según todo el mundo son lo más en la gestión del tiempo, hay días -pocos, pero los hay- en que necesito hacer un parón. Incluso he estado a punto de declarar en huelga el teclado y dejar un viernes sin post. Pero no ha llegado la sangre al río y me he decidido a contar que, por una vez y sin que sirva de precedente, no tengo ganas de hacer nada. Vagancia pura y dura.

              Así que no hay que tener remordimientos, aunque sean inevitables. Hay que hacer una peineta a esos expedientes que te miran desafiantes desde la estantería y decir, como Escarlata O’Hara, que mañana será otro día. Un día es un día

              Y hasta aquí llega el estreno de hoy, no vaya a ser que me contradiga a mí misma y no cumpla con lo que pide el cuerpo. Aunque no me puedo despedir sin aplauso. Y, por raro que resulte, me lo dedico a mí misma. Porque no he sucumbido a la tentación de hacer algo productivo, que ya tocaba. O no

Por supuesto, no me olvido de la ilustración que, una vez más, es de @madebycarol, a quien siempre agradezco sus maravillosas aportaciones

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