Ansiedad: más allá de los nervios


              Hay un bolero que canta a la Ansiedad, que identifica con las ganas de tener a la persona querida en sus brazos, musitando palabras de amor. Ojalá se tratara de eso. La ansiedad es mucho más, y hay películas que lo reflejan, como la dulce Amèlie o el histriónico protagonista de Mejor imposible. Y, por supuesto, la angustiosa La decisión de Sophie. Ni la realeza se salva, y, para muestra El discurso del rey. Y es que vivir en ansia viva es algo común en estos tiempos.

              En nuestro teatro, la ansiedad está a la orden del día. El que más y e que menos hemos sentido alguna vez esa sensación de que no te llega el airea los pulmones, normalmente relacionada con alguna situación estresante en nuestros trabajos toguitaconados. Y, aunque a veces lo identificamos con los meros nervios e incluso banalizamos el tema, hay muchas bajas médicas por esta razón, y yo he visto a más de un profesional desmayarse o casi. Y lo he sentido en mis carnes.

              Es por eso por lo que he decidido dedicar este estreno a todas esas situaciones estresantes en que, según el refranero, no nos llega la camisa al cuerpo y según la ciencia, sufrimos ansiedad o podemos sufrirla. Y no son pocas, en un mundo donde los plazos son los protagonistas. Así que empezamos nuestro Un dos tres responda otra vez pidiendo, por veinticinco pesetas -como en los tiempos de Kiko Ledgard- situaciones que creen ansiedad en Toguilandia, por ejemplo, los plazos.

              Obviamente, que se agote el tiempo para presentar un informe, un recurso, o una calificación, o el de poner un auto o una sentencia, crea una angustia que se te coge al estómago y te deja un nudo permanente en las tripas. Ese nudo se convierte en maraña cuando se juntan dos, y así, en progresión geométrica, cuantos más sean los asuntos. Y, por supuesto, para rizar el rizo, el caso en el que a estos se añade, sin previo aviso, una causa con preso, especialmente si tiene varios tomos. Además, todo esto suele pasar, generalmente a la vez, cuando se acercan vacaciones o final de año. Y entonces el nudo ya no hay quien lo deshaga.

              Otra de las cosas que crea una ansiedad importante es la coincidencia de señalamientos. Como la ley de Murphy es lo que tiene, si se pueden juntar dos asuntos gordos el mismo día y a la misma hora, lo harán. Si, además, se trabaja en varios partidos judiciales, suele suceder que los dos señalamientos tienen lugar en los más lejanos en kilómetros, faltaría más. Y buenas son Sus Señorías para que les digas que hay otro señalamiento prioritario al suyo. Verdad verdadera.

              También crea mucho estrés el servicio de guardia. Sobre todo, cuando se atienden diversos partidos o diversos lugares, como comisarías y juzgados. He visto a abogadas y abogados de oficio a punto de que les diera un síncope cuando les hacen ir de Herodes a Pilatos, y, especialmente, cuando ni Herodes ni Pilatos queremos que vaya al otro sitio primero. Recuerdo a una abogada que llegó tarde de comisaría y, tras llevarse la bronca, pudo contarnos que había tenido un accidente -se golpeó la cabeza al salir del coche- y entre comisaría y juzgado, fue al hospital y llevaba una buena de ristra de puntos en la cabeza. Ha pasado el tiempo, pero siempre que la veo, me acuerdo de este episodio en el que, además, decía que lo que más le preocupaba no era la brecha, sino lo que le iban a decir por llegar tarde. Y no le faltó razón, a la pobre.

              Las llamadas nocturnas también son otra fuente de estrés. Y, aunque están en el sueldo con el servicio de guardia, no deja de ser una situación especialmente delicada. Sobre todo si, como yo, no tienes demasiado buen despertar que digamos.

              Además, cuando se es tan despistada como yo, las posibilidades de que me dé un patatús se multiplican, porque, como más de una vez me ha pasado que me he confundido de día y hora de señalamiento, viaje, evento o lo que sea, en cuanto no veo a nadie en la sala, ya me echo a temblar pensando que me he equivocado de día, de hora o de sitio. O de las tres cosas a un tiempo, que conmigo todo es posible. Menos mal que siempre acabo resolviendo, pero la ansiedad no me la quita nadie.

              Por último, haré referencia a una causa de estrés que se sigue dando más en las mujeres, aunque deberíamos sufrirla ambos sexos por igual. Me refiero a la conciliación o, mejor dicho, la corresponsabilidad. Aunque se tratan de dar pasos en este sentido, todavía hay mucho por hacer, obre todo en el caso de las abogadas. He visto a algunas dar el pecho a sus criaturas en el juzgado de guardia o traerlas de la manita en vacaciones porque no hay donde dejarlas. Y cuidado con que la hora del señalamiento nos descuadre la hora de llevar a los críos al cole, que se nos desmonta el castillo. Y más aún si el juicio que habíamos previsto que acabara a mediodía se alarga hasta la hora de salida de los coles. Lo he vivido y, a pesar de tener en su día dos abuelas entregadas a mi disposición, pasaba mis apuros hasta reorganizar la logística. No quiero ni pensar en quienes no tienen esos apoyos

              Podría contar muchas más situaciones que causan ansiedad, pero aquí lo dejo, aunque sin descartar una segunda parte. Pero, por supuesto, que no me falte el aplauso, que hoy va dedicado a todas esas personas que han sufrido esas situaciones y, especialmente, a quienes han visto mermada su salud mental por ello. Animo

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s