
El trabajo es uno de los lugares donde más horas pasamos, si no donde más. En la oficina, la empresa o el despacho se crean microcosmos que, en algunos casos, han sido el ambiente óptimo para series de televisión y películas, Las hay de médicos, como Urgencias, o la versión patria, Hospital Central, de farmacias –Farmacia de guardia-, de centros de enseñanza –Segunda enseñanza, Merlí– o de medios de comunicación –Periodistas o Lou Grant– . Y no hace falta que la profesión sea especialmente glamurosa, que hasta una gasolinera daba lugar una serie como Lleno por favor. En cualquier caso, entre los ambientes laborales más reproducidos en la ficción, están las comisarias de policía, como la de Servir y proteger o la inolvidable Canción triste de Hill Street, y las de tema jurídico, desde las antológicas Juzgado de guardia o Turno de oficio hasta las más actuales Suits o Cómo defender a un asesino, pasando por Los Angeles LA, Ally McBeal, Anillos de oro y muchas más.
Nuestro teatro no solo es uno de los escenarios más reproducidos, sino que es de esos oficios en los que la vocación es esencial. Se puede ejercer sin ella, desde luego, pero no es lo mismo. Seguro.
Por eso hace unos días pulsé la magia de twitter para que quien quisiera me contara las razones por las que ama su trabajo. Y el resultado no se hizo esperar, y no solo en el campo jurídico, sino en muchos más.
He de confesar que el resultado del experimento me pintó una sonrisa en la cara. Había respuestas bonitas, ingeniosas y hasta reivindicativas pero la mayoría tenían un denominador común: la gente ama su trabajo porque pude ayudar a los demás. Y mucho más allá del mundo del Derecho Y eso me pareció tan hermoso, en los tiempos que corren que, aun a riesgo de resultar cursi -qué le voy a hacer, lo soy- quería compartirlo.
Lo primero que he de aclarar es que la respuesta fue tan amplia que es imposible reproducir todos los mensajes, aunque sí su esencia. Así que a ello vamos. Os invito a un viaje al planeta Ilusión que, aunque a veces lo parezca, no está deshabitado, ni muchísimo menos.
En lo que a Toguilandia afecta, somos legión quienes amamos nuestro trabajo porque nos da la oportunidad de ayudar a los demás, y de aportar nuestro granito de arena para construir un mundo mejor. Entre esas personas a quienes gusta ayudar se encuentran, cómo no, las más vulnerables. Por duro que parezca, el resultado merece la pena, a decir de quienes se dedican -nos dedicamos- a ello.
También hay varios mensajes que se enorgullecen de su trabajo e Toguilandia por su contribución a mantener el estado de Derecho y sus valores.
Pero no solo en Toguilandia amamos nuestro trabajo. Una de las primeras respuestas que recibí fue de una ingeniera, que ama su trabajo porque ayuda a dar soluciones para hacer la vida más fácil, ahí es nada,
Otras de las profesiones que se volcaron en transmitir su vocación fue la docencia. Leer a personas que dicen amar ese trabajo porque enseñar es regalar vida, una vida que se devuelve multiplicada cada vez que alguien aprende. Y con lo difícil que debe ser tratar con algunos alumnados, son cosas que le devuelven a una la esperanza. Y la sonrisa, razón por la que mucha gente ama su trabajo.
Y aún hay más. Profesionales de medios de comunicación que, a pesar de los malos tiempos que para su profesión corren, los aman hasta el punto de no concebir dedicarse a otra cosa. Con una mención especial para quienes se dedican al ámbito de la cultura, tan necesitado de altavoz. Y es que tener el poder de transmitir información, cuando se hace bien, debe ser muy grande. Nunca olvido la función social del periodismo.
Y, cómo no, desde el mundo del arte también me llegan razones maravillosas para amar su trabajo. Una de ellas me dice que ama su trabajo porque le presta palabras mágicas para volar. O para bailar, que es lo mismo.
Pero no todo el mundo ama su trabajo. Algunas de las respuestas al “experimento” han sido exactamente las contrarias. Ha habido quien niega tener ningún amor a su trabajo, mas allá de ser el medio por el que logra pagar sus facturas, si lo logra, y quien directamente dice odiarlo, sentirse explotado o entenderlo como una condena. Les compadezco, debe ser muy duro pasar tanto tiempo de la vida haciendo algo que se aborrece.
En ese sentido, y ara terminar, me quedo con la reflexión de @nereatts (Faralae) que dice que ama su trabajo porque ama la vida. Y añade “Amaría cualquier cosa que tuviera que hacer por obligación durante ocho horas diarias porque no concibo tirar mi tiempo, porque no sé aceptar la mediocridad. Amaría a una piedra si mi trabajo fuera cuidar de ella porque no concibo alternativa”
No pude expresar mejor, ni con más certeras palabras, así que para ella va mi aplauso de hoy. Para ella, y para todas las personas que aman su trabajo. Especialmente, para las que han querido contármelo.