Pocas cosas hay que causen más nervios que un debut. Ese momento entre deseado y temido, entre esperado y desesperado que hace que a cualquier artista se le revuelva el estómago. Se habla de mariposas en el estómago, pero a veces la impresión se parece más a una lavadora en pleno centrifugado que a unas sutiles mariposas batiendo sus alas. Pero en lo que todo el mundo coincide es que sigue sintiéndolas cada vez que sube a un escenario, por mucho tiempo que haya pasado desde la primera vez. E incluso hay quien dice que cuando no se sienten es el momento de dejarlo. Cuando Ha nacido una estrella no se ha culminado una historia, solo acaba de empezarse. Y ahí está la Sensación de vivir cada día, y que nunca falte.
Esta misma semana era testigo tuitera del debut en sala de un fiscal -@suker778-, que nos confesaba que iba a actuar en la Audiencia Provincial por vez primera. Reconozco que leerlo me produjo una mezcla de ternura, ilusión y envidia. Todo junto, agitándose con esas mariposas que siguen moviéndose en mi estómago.
La ternura responde a una debilidad personal. No hace mucho, ese mismo compañero contaba que cuando era opositor leía nuestros post y nuestros tuits y le animaban a seguir adelante, a fijarse un objetivo. Ya sé que soy una cursi sin remedio, pero me emocionó leérselo como me emocionó su aterrizaje en este lado de Toguilandia, en este que seguimos esperando a esos opositores y opositoras que ponen su ilusión y su empeño en conseguirlo. Por eso, ver que ahora atraviesa por esa experiencia, preciosa a la vez que acongojante, de celebrar un juicio de peso por primera vez, me ha inspirado este estreno. Espero estar a la altura y que las mariposas me dejen expresarme como quisiera hacerlo.
En segundo lugar , me encanta la ilusión que se transmite de sus palabras. Esa ilusión contagiosa por la que debemos luchar cada día y que a veces se obstina en abandonarnos . Que no la perdamos nunca.
Pero lo que más me da es envidia. Ya nunca podré pasar por ese trance. Ya tuve mi primera vez y las siguientes, como en cualquier estreno, están bien pero ya nunca serán lo mismo. Hablé de ella en otro estreno, el dedicado al primer destino , así que no haré de abuela cebolleta repitiéndome como el ajo, aunque no pueda evitar contar, al menos, que se trataba de la violación de una anciana que se resistía a contármela porque yo era soltera.
Como una cosa lleva a otra, y el cibermundo toguitaconado da mucho de sí, no tardó en responder mi compañera Jezabel, dando ánimos, como no podía ser de otra manera, y compartiendo la ilusión y su experiencia en semejante trance. Se trataba, como en mi caso, de una violación, pero lo curioso de su asunto es que la víctima no paraba de decir que el procesado no conseguía la “erupción”, ante lo cual mi compañera trataba por todos los medios de aclarar si pese a ello había habido penetración o no. Cuenta que al final, el Presidente, un señor muy mayor dijo “lo que la fiscal intenta educadamente que explique es si se la metió o no se la metió” Y, como ella misma dice, sí, eso era. Ayuntamiento carnal, como lo llama otro compañero.
También recuerdo el debut de mi amiga y compañera del alma, que compartió conmigo oposición y cada uno de nuestros destinos y a la que sigo estrechamente unida. Mi amiga hubo de estrenarse con un farragoso delito relativo a la prostitución, y todavía sonrío al pensar los ratos que pasamos intentando encontrar un lenguaje que no resultara soez ni malsonante pero se pudiera entender. Lo entendieron, sin duda, porque la condena fue de las que hacen historia. Quien no lo entendía demasiado bien era la madre de mi amiga, que nos decía que esos delitos tan feos los deberían hacer los hombres mayores y dejarnos a las fiscales jovencitas que no pasáramos ese mal rato. Eran otros tiempos, claro, y sin duda mi amiga demostró que las fiscales jovencitas suplíamos la falta de experiencia con preparación, ilusión y ganas. Fue precisamente entonces cuando le dije que, si alguna vez me veía apática ante la celebración de un juicio, me enviara de cabeza al frenopático. Y estoy segura de que lo cumplirá. Buena es ella.
Por último, contaré una primera vez vista desde el otro lado. Se trataba de una chica que acusaba a su novio de maltrato y él negaba la relación. Negaba incluso conocerla, ante lo cual la pobre gritó, ante nuestra estupefacción “Johnny, cómo dices eso, si tú me desvirgaste”. Nunca olvidaré esa frase, Como tampoco olvidaré la de un acusado que negaba la relación porque decía que no había llegado al organismo. Sin comentarios
Así que hoy el aplauso está más que claro. Es, sin duda, para mis compañeros Suker, Jezabel y mi amiga de todos los destinos. Y, en su representación, a pasado, presente y futuro de la carrera fiscal, y también de cualquier otra carrera, jurídica o no, que necesite de ilusión, vocación y ganas. Que no nos falten.
Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
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