Fines de semana: ¿albricias?


Finde33

En términos generales, el fin de semana es sinónimo de descansar del trabajo, de ocio y, por tanto, de alegría. No obstante, esto que resulta lo normal para el común de los mortales, es casi lo anormal para lo que ocurre en el mundo del espectáculo. Al igual que ocurre con otras pocas profesiones, como las relacionadas con el ocio y la hostelería, para muchos y muchas artistas el fin de semana es el momento de más trabajo. Es cuando se realizan estrenos, cuando se hacen funciones, y cuando se espera más afluencia de espectadores. Su Fin de semana no es igual que para el resto del mundo, ni les atrapa la Fiebre del Sábado noche.

  En nuestro teatro compartimos algo de esa sensación, aunque también compartamos la sensación de alegría del resto del mundo. Depende del tiempo y del lugar en que nos toque estar en cada momento entre las dependencias de Toguilandia.

Como hemos visto más de una vez, cuando estamos de guardia , no hay fin de semana que valga. En ese caso hay que estar al pie del cañón en una de su variadas modalidades: presenciales o de disponibilidad, semanales o de 24/48 horas. La cuestión es que si te toca el finde, te tienes que despedir de todo posible plan, porque no se pueden hacer. Ni siquiera en el caso de que no te llamaran en todo el fin de semana -para el caso de las guardias de disponibilidad- se puede disfrutar del descanso semanal, porque hay que estar pendiente por si llega La llamada y hay que salir escopetada hacia donde sea.

En este punto, haré una aclaración. La guardia es trabajo, y cansa, aunque no la llamen a una o aunque no haga ni una sola asistencia. Ni que decir tiene que cansa más si se trabaja más, pero en modo alguno se pude decir eso de “si, total, no has hecho nada” porque no es así. Hay que estar preparada, prescindir de cualquier salida que impida llegar a tiempo, tener la logística preparada en caso de necesitar un plan B para hacerse cargo de nuestras propias criaturas y renunciar a unas cuantas cosas. Y si además, la guardia exige presencia física, hay que estar ahí, como su propio nombre indica. Parece mentira, pero nos costó la vida -entendida en términos de reclamaciones y recursos, claro está- conseguir que se nos reconociera algo tan simple como el derecho a librar tras la guardia. Que no es, como algunos piensan, un día extra de vacaciones como premio sino algo lógico: si ayer trabajaste 24 horas, lo normal es que hoy no trabajes ninguna, más aún si el día anterior fue festivo. Pero ha costado, y aún sigue costando, reconocerlo. Ya se sabe, en casa del herrero, cuchara de palo.

Quienes tienen ahí una piedra con la que se tropiezan día tras día son los Letrados y Letradas del turno de oficio. Que ya no es que les reconozcan o no, es que les cuesta lo indecible cobrar por el trabajo realizado, aunque se hayan dejado a su familia empantanada todo el fin de semana para atender detenidos o víctimas. Espero que alguna vez llegue el día en que no tenga que meter siempre esta cuñita publicitaria al respecto, pero mientras siga la situación, seguiré haciéndolo. Porque es de justicia.

Otras cuestión controvertida es la de trabajar o no en casa los fines de semana. Yo reconozco que , desde que ingresé en la carrera, he sufrido y he visto como todo el mundo se llevaba deberes a casa  porque el tiempo en el despacho no le era suficiente. Una cuestión muy  relacionada con la escasez de medios materiales  y personales y la necesidad de crear nuevos órganos, pero que a día de hoy sigue existiendo. Creo que no es deseable que nos llevemos a casa sentencias o calificaciones por poner, o juicios por estudiar, pero no queda otro remedio, mientras las cosas sigan siendo como son -o, como diríamos en plan pedante: rebus sic stantibus-. Ojala llegara el día en que nuestro horario de trabajo fuera únicamente el que desarrollamos entre las paredes de los juzgados, pero al ritmo que vamos ese día está lejos todavía. Y no reconocerlo es cerrar los ojos a la realidad.

De todos modos, no creamos que eso de los fines de semana de trabajo es cosa nuestra. Al otro lado del banquillo también se emplean a fondo, y, a veces, demasiado a fondo. Para los amigos de lo ajeno, fines de semana y festivos son campo abonado para realizar sus fechorías, y ponerse las botas sustrayendo carteras o tomando prestados efectos en tiendas o centros comerciales. Y por más que les digamos que descansen el fin de semana, que no tenemos ninguna necesidad de verlos en el Juzgado de guardia, los delincuentes profesionales hacen oídos sordos a nuestros ruegos y no se apiadan de nuestras pobres togas ni de quienes estamos dentro de ellas.

En cualquier caso, que llegue el fin de semana siempre es motivo de alegría para todo el mundo salvo, quizás, para esa especie rara constituida por los opositores  a quines les da igual el día que sea, ya que la semana se mide como la distancia que hay entre los días de ir a cantar al preparador. Un abrazo muy fuerte. Ya sabéis que os esperamos al otro lado

Así que hoy, el aplauso, será para quienes disfrutan del fin de semana. Y, sobre todo, para quienes no lo disfrutan para que el resto de personas podamos hacerlo

 

2 comentarios en “Fines de semana: ¿albricias?

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