Compañerismo: solidaridad laboral


COMPAÑEROS

                Mucho se ha hablado de la relación entre compañeros en el mundo de la farándula. Muchas veces, con esa cara amarga de quienes son capaces de pisar cabezas con tal de alcanzar la meta, como en Eva al desnudo, y otras alabando la camaradería mientras los protagonistas están Cantando bajo la lluvia. Como la vida misma, vaya.

                Y como la vida misma, nuestro teatro no está exento de ninguna de las dos versiones. Pecaría de ingenua –o de demasiado ingenua- si afirmara que todos somos buenos, y estupendos, y paseamos por Los Mundos de Yupi, entre un y otro abrazo grande, como si fuéramos Teletubbies con toga. Pero, afortunadamente, y aunque alguna vez vuelan puñales y suena de fondo la sintonía de El Padrino, no es esa la regla general, y mucho menos por las trincheras judiciales por donde nos movemos la gran mayoría de nosotros.

                Por suerte, todos hemos encontrado a lo largo de nuestras andanzas toga en ristre con buenos compañeros. Excelentes personas que se apiadan de nuestra inexperiencia y te echan un capote en forma de consejo, de copia de un modelo de recurso, de truco para salir de tal o cual problema, de jurisprudencia aplicable al caso, y hasta de un número de teléfono cuando más te hace falta. La versión togada de aquel impagable “Ruppert, te necesito” del anuncio.

                Recuerdo una bonita muestra de ello cuando yo estaba embarazada de una de mis hijas. Por mera cuestión biológica, el embarazo suele ser indicio de juventud, y la juventud se traduce en la carrera fiscal en una relación inversamente proporcional al número de kilómetros que separan tu sede del juzgado que se te asigna. Así que, por esa sencilla regla de tres, yo tenía que hacer los juicios de un juzgado bien distante. Cuando me encontraba en la recta final de mi embarazo, descubrí con asombro que en la planilla mensual no aparecía ni uno solo de esos juicios, es más, no tenía que hacer ni un solo viaje. Fui al coordinador, creyendo que había un error y me dijo que no, que mis compañeros se habían puesto de acuerdo y habían asumido voluntariamente mi cuota de juicios fuera de la ciudad. Me emocionó el detalle, y se lo agradecí de veras. Quizás sin su compañerismo mi hija hubiera nacido vaya usted a saber dónde, ente juicio y juicio, y arropada por la toga.

                Por suerte o por desgracia, en esta función nuestra surgen numerosas oportunidades de demostrar ese compañerismo. Más aún posiblemente en el caso de los Fiscales, que podemos cambiar guardias, o juicios, o asistencias, con mayor facilidad. En esas cosas son las que se demuestra no sólo la valía profesional, sino la personal, bastante más importante, porque en esta profesión es difícil tener la una si se carece de la otra.

                Lo que ocurre es que, en ocasiones, tiende a confundirse compañerismo con otra cosa, el corporativismo. Este tiene un matiz peyorativo, y alude a esas actitudes en que se salvaguarda al colega a toda costa, tenga o no tenga razón. Y visto así, no es bueno. Pero cuando lo que ocurre es que se hacen manifestaciones de apoyo o adhesión a un compañero, no siempre puede tildarse de corporativismo. Las más de las veces es puro compañerismo y, lo que es más, mera justicia. Que ya cualquiera sabe lo expuestos que andamos a los infundios que cualquier tertuliano tenga a bien –o más bien a mal- verter sobre nosotros.

                Yo soy afortunada. Me he topado siempre, allá donde voy, con excelentes compañeros que me han hecho la vida más fácil y me han sacado de algún que otro aprieto. Y, por supuesto, también trato de hacer lo mismo. Así esta profesión nuestra no sólo es más llevadera, sino que es mejor. También me he encontrado con alguno que otro de los que no lo son. Pero de esos prefiero no hablar, que ya se sabe que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio, como dice el refrán.

                Así que hoy, por supuesto, la más grande de las ovaciones para los buenos compañeros. Porque son fantásticos. Y no siempre se lo decimos.

8 comentarios en “Compañerismo: solidaridad laboral

  1. Desde que empecé en la abogacía a penas hace un añito me he encontrado perdida en ocasiones y doy gracias a los compañeros que no sólo te echan una mano sino que además te escuchan cuando lo único que tienes en la cabeza es un mar de dudas. Ese comapñerismo es de agredecer y,en lo que puedo, intento ayudar a los compañeros.

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    • Buenos días, Ana. He leído tu comentario y he visto que eres nueva en esto de la Abogacía. Yo también soy Abogado, aunque ahora mismo no estoy ejerciendo, por incompatibilidad con la función pública que desempeño. Estoy buscando alguien que me lleve un caso propio, alguien con quien poder charlar tranquilamente sobre cómo llevarlo y sobre el tema de honorarios. El caso puede dar mucho a ganar, sobre todo nombre y publicidad a alguien que esté empezando, por eso me dirijo a ti. Es sobre penal y tiene relación con alguna de las tramas de las que continuamente hablan los medios. Si en principio pudiera interesarte, te agradecería que contactaras conmigo. Muchas gracias.: alopezgo.abogado@hotmail.es

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