PROCURADORES: DEPRISA, DEPRISA…


procuradores             

            Sesión continua. El espectáculo sigue adelante y ya han debutado la mayoría de los personajes fijos de nuestra función. Pero no todos, que aún queda tela que cortar. Y estoy segura que algunos habrán echado en falta a alguien más, alguien de quien parece que sólo nos acordamos cuando algo ha fallado, como sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando llueve. Y ese alguien no es otro que el Procurador

                No es fácil describir su labor y menos aún su papel en nuestro gran teatro. Pero, del mismo modo que todos los actores, escritores, músicos o bailarines tienen un representante, nuestro gran teatro también ha de tenerlo, que no podíamos ser menos si aspiramos al éxito. Y ahí entra nuestro protagonista de hoy, el procurador, esa suerte de representante que el sistema exige para que algunos de los actores consigan su papel y sepan dónde, cómo y cuando interpretarlo. El es quien recoge los guiones, gestiona los tiempos y está pendiente de que las cosas lleguen a su destinatario. Y él es, como todo representante que se precie, el que carga con las culpas si la estrella no llegó a su hora o no tenía a tiempo el guión de la parte que debía interpretar. Y, muchas veces, el que aguanta estoicamente los chorreos de unos y de otros.

                En ocasiones, tiende a menospreciarse la figura del procurador, que puede aparecer como algo así como un correveidile sin más atribuciones que las de un recadero con toga. Y no hay que olvidar que, en un escenario decimonónico como el nuestro, es alguien absolutamente imprescindible. El escenario de nuestro gran teatro, aunque revestido en algunos casos de aparente modernidad, está concebido como antaño, con sus cortinajes de terciopelo manejados a mano, sus lámparas de araña y su acomodador con linterna, con las entradas vendidas en taquilla y los decorados confeccionados artesanalmente. Y para este vetusto teatro, es necesario nuestro personaje. Porque, creámoslo o no, a nuestro teatro aún no ha llegado la venta de entradas por internet.

                El procurador es el encargado de representar al imputado, y también a la víctima si ésta decide tomar parte en el proceso en nombre propio además de hacerlo a través del fiscal. Y, en esa labor, aparece como el alter ego del abogado, como su pareja de hecho y de derecho. Como representante del protagonista, tiene que estampar su firma –y con ella, su responsabilidad- en casi todo aquello que el artista haya de hacer y que efectivamente haga por medio de su abogado. Y, también en este papel, es quien tiende los puentes entre los demás profesionales de la escena y él, recogiendo y llevando documentos en una suerte de frenesí de plazos y formalidades.

                Cuando pienso en los procuradores, evoco un personaje de ficción al que me recuerdan muchas veces: el conejito de Alicia en el País de las Maravillas, siempre corriendo, y siempre pendiente de un reloj que pende de su ropa casi como si de una bola de preso de película se tratara. Deprisa, deprisa, que me cierran el registro de entrada. Deprisa, deprisa, que se me acaba el plazo. Deprisa, deprisa, que no llego a tiempo… De hecho, tengo una amiga procuradora que parece estar permanentemente entrenando para la maratón de Nueva York, porque jamás para de correr de un lado para otro. Y cuenta la leyenda que un procurador consiguió una vez sentarse a tomar una cerveza a la hora del aperitivo, pero yo no sé si creerlo.

                Pero a veces, también me recuerdan a otro personaje, tal vez menos glamuroso pero muy tierno: el pollito Calimero. Porque siempre acaban cargándose las culpas, propias o ajenas, de que alguien no se haya enterado del día o de la hora del juicio, de que no se haya notificado una resolución o de que no se haya presentado un recurso, por poner algún ejemplo. Y aunque nunca les oí quejarse lo desgraciaditos que se sienten, como hacía siempre el pollito de los dibujos animados, estoy segura que en su fuero interno sí que lo hacen.

                Así que, la próxima vez que asistamos a un pase de nuestra función, parémonos a pensar por un minuto que, sin los procuradores, tampoco habría sido posible. Y a nadie le gusta tener que marcharse del teatro porque se haya suspendido la representación del día. Ni siquiera si devuelven el dinero de la entrada.

20 comentarios en “PROCURADORES: DEPRISA, DEPRISA…

  1. Así soy yo, siempre corriendo e intentando deshacer entuertos de otros (y míos)…así es nuestra profesión, a veces amarga y otras dulce siempre en función de la pareja con la que nos toque bailar; siempre lidiando y poniendo una sonrisa; que en nuestro caso facilita mucho las cosas. Gracias por mi y por mis compañeros.

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  2. Lo siento pero discrepo, profundamente. Si el procurador que cobra del cliente no del abogado, tuviese esa premisa como defensor de los intereses del cliente NO del abogado, otro gallo cantaría y no tendríamos abogados por ser suave malos de capacidad o corazón. El procurador debería ser un fiscal del abogado en defensa de los intereses del cliente que le paga..

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  3. Eres toda una artista de las letras, pero una artista de las de verdad. Jamás alguien había explicado tan bien el día a día de un procurador con tanta gracia y empatía. Me ha sorprendido soberanamente. Curiosamente estuve en una sesión en el ICAB, donde se explicaba un nuevo concepto de prestación de servicios jurídicos, y uno de los abogados planteó que tal vez poniéndolo en práctica los procuradores quedarían totalmente fuera de juego, pero que total ya no pintábamos mucho -según se insinuó al ponente-. Por supuesto, levanté mi mano para pedir turno y defender mi profesión, y les he expliqué que quienes hacemos bien nuestra faena de forma tradicional (acercamiento y asesoramiento tanto al ciudadano como al Letrado) merecemos ser respetados y valorados. Lo único que pasa es que las relaciones entre Ciudadano-Procurador-Letrado, a parte de que se ha alterado el orden por querer ser pionero en captar al cliente, se han distanciado de tal manera que al final el ciudadano ha sido el más perjudicado, por no tener relación de confianza con los operadores jurídicos y por no tener conocimientos jurídicos. De forma que el ciudadano se ha convertido, en muchas ocasiones, en la triste -o alegre- marioneta protagonista de este Gran Teatro que es nuestro sistema judicial.
    Curiosamente en la sesión todos eran Letrados, aunque los procuradores también paguemos al ICAB. No sé porqué, como colectivo, no tenemos costumbre de ir tanto como los Letrados… Tal vez, como Calimero, nos hemos dejado anular tanto por los Letrados que ya ni nos atrevemos a pisar «su terreno». Tal vez no queramos formarnos… Pero… No será que queremos pero no podemos hacerlo en «nuestro territorio» porque nuestro colegio no organiza sesiones interesantes y económicas??? Me avergüenza ver cómo las normas prohíben dar publicidad a la profesión del procurador y, al mismo tiempo, que el Colegio de Procuradores de Barcelona organice un curso sobre técnicas de negociación de tres sesiones por valor de 350€. En fin, Serafín. Que, como no nos movamos, al final pasaremos de ser el conejito de Alicia en el País de las Maravillas a ser la propia protagonista, Alicia, en la escena en la que inunda una habitación con sus propias lágrimas de tanto llorar…

    Me encanta lo bien que te expresas, no dejes de escribir, no dejes de ser una artista, y sigue siempre subida a tus tacones. Un abrazo, compañera.

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      • Me congratulo de parte de este comentario, es obvio que se alinea con mi comentario que aunque generalista (ende injusto) se alinea con mi experiencia como ciudadano en el ámbito de «la industria de la justicia» si, ni circos ni cuentos ni teatros, «industria» donde la materia primera somos los ciudadanos y se nos trata de la forma mas superficial e impersonal, posible. SI hablamos resulta normalmente que no sabemos que decimos, el resto de participantes de la industria, son de lo peor, caprichosos y truanes, las decisiones de un(a) juez depende de si ganó su equipo de futbol, de si vino o se va de vacaciones o de factores que no entendemos o que nos confunden y «los letrados» (Algunos espero) se jactan de todo, todo es ambiguo y sobre todo «paga y calla». Para que os hagais una idea, al inicio de mi desgraciado litigio, mis «abogados» entre otras «burradas» le dijerona ki mujer que es y sera por los siglos de los siglos 😉 muy atractiva, que se vistiera muy vulgar, no s epintara, ni arreglase demasiado porque la juez, en la sala, debe sentirse la mas guapa y estupenda, y si otra mujer eclipsa su estampa, «se cabrea» DIOS MIO!!!!! Y nunca sabes que cuesta nada, te van pidiendo dinero, para ellos y para el procurador, a base de «depositos a cuenta» y luego no se te ocura pedir una factura al procurador que te multa y te multiplica por dos sus costes, así. En fin soy consciente que seguro que salpico a gente honrada y que hace las cosas «correctamente» o al menos lo intenta. Siento discrepar profundamente, la industria de la mal llamada justicia, (PARA MI ES LA INDUSTRIA DE LAS BUENAS MENTIRAS) es en realidad un poder prIvado con financiación pública que lo que menos favorece o proteje es al ciudadano que ve solo como un mal necesario y neofito.

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      • Quisiera manifestar que a cualquiera que lea mis comentarios que no pretendo ofender ni molestar a nadie, si así es, vaya por delante mi mas sincera disculpa por expresarme de forma tosca o torpe, no soy jurista ni nada parecido, solo he sufrido un litigio doloroso y bastante «extraño» que me perjudica y mucho, por el camino he ido descubriendo los aspectos que comento, y que expreso, tal como siento, evidentemente por lo que leo existen muchos profesionales de valor, que compensan y equilibran por suerte a los actos de canallas, como en cualquier actividad. Me reitero en que mis comentarios son en crudo para que este espacio de debate, permita que mi aportación y si es aprovechable, lo sea, no tengo inconveniente incluso a que se eliminen si así lo decide el administrador los mismos, y seguiré mi periplo en este universo voraz, sin mas. A tod@s los profesionales que se precien y trabajen con honestidad un abrazo fuerte y sincero, ánimos y «a correr» 😉

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      • No sufras, Carmelo. Estoy segura de que cualquier profesional jurídico puede entenderte al leer tus comentarios. La libertad de sentir es un principio fundamental, porque sin respeto por los sentimientos no habría libertad. A fin de cuentas, la libertad de expresión es tu derecho. Te felicito personalmente por ejercer tus derechos.

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      • Apreciado Carmelo,

        Lamento mucho que estés tan descontento a raíz de tu experiencia… La naturaleza es salvaje y, a fin de cuentas, el ser humano es un animal. En este teatro judicial los seres humanos que intervienen pueden ser, por ende, más humanos o más animales… Pero como has dicho: la animalidad de unos salpica a la humanidad y a la honradez de otros operadores jurídicos. Hay que trabajar, pues, para reconquistar la confianza entre todos los actores del reparto, recordando que el Derecho no es algo frío, es algo cálido y protector, pues a fin de cuentas los ordenamientos jurídicos -en esencia- son la mayor obra de Empatía que se ha escrito jamás. Un cordial saludo y feliz jueves.

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  4. Eres toda una artista de las letras, pero una artista de las de verdad. Jamás alguien había explicado tan bien el día a día de un procurador con tanta gracia y empatía. Me ha sorprendido soberanamente.

    Curiosamente estuve en una sesión en el ICAB, donde se explicaba un nuevo concepto de prestación de servicios jurídicos, y uno de los abogados planteó que tal vez poniéndolo en práctica los procuradores quedarían totalmente fuera de juego, pero que total ya no pintábamos mucho -según se insinuó al ponente-. Por supuesto, levanté mi mano para pedir turno y defender mi profesión, y les he expliqué que quienes hacemos bien nuestra faena de forma tradicional (acercamiento y asesoramiento tanto al ciudadano como al Letrado) merecemos ser respetados y valorados. Lo único que pasa es que las relaciones entre Ciudadano-Procurador-Letrado, a parte de que se ha alterado el orden por querer ser pionero en captar al cliente, se han distanciado de tal manera que al final el ciudadano ha sido el más perjudicado, por no tener relación de confianza con los operadores jurídicos y por no tener conocimientos jurídicos. De forma que el ciudadano se ha convertido, en muchas ocasiones, en la triste -o alegre- marioneta protagonista de este Gran Teatro que es nuestro sistema judicial.
    Curiosamente en la sesión todos eran Letrados, aunque los procuradores también paguemos al ICAB. No sé porqué, como colectivo, no tenemos costumbre de ir tanto como los Letrados… Tal vez, como Calimero, nos hemos dejado anular tanto por los Letrados que ya ni nos atrevemos a pisar “su terreno”. Tal vez no queramos formarnos… Pero… No será que queremos pero no podemos hacerlo en “nuestro territorio” porque nuestro colegio no organiza sesiones interesantes y económicas??? Me avergüenza ver cómo las normas prohíben dar publicidad a la profesión del procurador y, al mismo tiempo, que el Colegio de Procuradores de Barcelona organice un curso sobre técnicas de negociación de tres sesiones por valor de 350€.

    «En fin, Serafín»… Que, como no nos movamos, al final pasaremos de ser el conejito de Alicia en el País de las Maravillas a ser la propia protagonista, Alicia, en la escena en la que inunda una habitación con sus propias lágrimas de tanto llorar…

    Me encanta lo bien que te expresas, no dejes de escribir, no dejes de ser una artista, y sigue siempre subida a tus tacones. Un abrazo, compañera

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  5. Yo no llevo tacones pero gracias. Es gratificante que alguien que sabe de lo que habla, como una Fiscal, reconozca nuestra labor. 5 estrellas.

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  8. Estupendo tu artículo en lo que me concierne como procuradora, pero mejor todo blog que demuestra tu capacidad de trabajo y el amplio conocimento que tienes de tu profesión y de las que les rodea. Gracias y seguiré un ratito más leyendo tu blog.

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