
Son muchos los trabajos en que se requiere una ropa característica. Imaginemos a los bomberos de El coloso en llamas apagar el fuego vestidos de calle, o a los soldados de El puente sobre el río Kwai, El día D, La chaqueta metálica o cualquier otra película bélica sin su uniforme militar. O a los miembros de las profesiones sanitarias de Urgencias u Hospital General atendiendo a sus pacientes en traje de chaqueta u operando en chándal. Pero no solo son profesiones, también en otros lugares como en colegios, residencias u orfanatos se vestía uniforme, como veíamos en Las niñas o en Las hermanas de la Magdalena. Aunque, si algún uniforme que hemos visto en el cine nos ha dejado marca es el de los campos de concentración nazis, ese horrible ropaje que vestía El niño con el pijama de rayas.
En nuestro teatro, también tenemos nuestros propios uniformes, aunque con unas características peculiares. Ya dedicamos varios estregas a nuestra toga , a nuestras puñetas y hasta a nuestro vestuario. Pero hoy incidiremos más en el tema y, sobre todo, de otra manera.
Cuando hablamos de uniforme de Toguilandia, pensar en nuestras togas, con puñetas o sin ellas, es inevitable. Esa especie de abrigo negro, con su beca y sus pliegues que una de mis “clientas” llamaba “batín” –“no es verdad lo que dice la señora del batín negro” dijo, refiriéndose a mí- es el más característico de nuestros uniformes, pero no es el único.
Jueces y juezas, fiscales, Lajs y miembros de la abogacía y la procuraduría, lucimos toga para los actos oficiales. Obligatoriamente. Con nuestra galleta -placa- identificadora de cada cuerpo y todo. Aunque cuando hablamos de la obligatoriedad, siempre surge la misma cuestión. ¿Por qué, si es obligatoria, no nos la proporciona el estado? ¿Por qué tenemos que pagarla de nuestro bolsillo y quienes no somos profesionales liberales ni siquiera podemos desgravar ese gasto? Pues nadie sabe responder. Pero, aunque nadie imagina al policía o el bombero pagándose su uniforme, nosotros hemos de hacerlo. Y es que Toguilandia is diferent.
Cabría preguntarse, entonces, qué pasaría si celebramos juicios sin ella. Y la respuesta es que podrían abrirnos expediente. De hecho, así lo hicieron alguna vez en que un juzgado eximió de llevarla porque los 40 grados a la sombra casaban mal con un abriguito negro, por más puñetas que llevara, aunque luego archivaran el expediente. Verdad verdadera.
Otros de los que llevan uniforme en Toguilandia, son los médicos y médicas forenses. Aunque, justo al revés que nosotros, utilizan su bata para el trabajo de campo y no para los actos oficiales. Así que en la guardia ellos llevas bata y nosotros, no, y en los juicios somos nosotras quienes llevamos togas y ellas quienes visten de calle.
Pero, cuando se habla de uniformes, hay algo en que la mayoría de gente ajena a Toguiladia está equivocada. Se trata de la ropa que visten las personas que sufren de privación de libertad en prisión. Por más que la iconografía clásica los represente hasta la saciedad con el traje de rayas blanco y negro y hasta con una bola atada a la pierna, aquí nada de eso ocurre. Y muchísimo menos lo de las prisiones americanas, en las que, según vemos en las películas, los presos visten un mono naranja y tienen cadenas atadas a los pies. No deja de ser curioso que más de una serie española muestre a nuestra población penitenciaria de la misma guisa, pero eso no responde más que a la ignorancia y a la falta de documentación, que cualquier que sepa un poquito del tema les habría explicado que aquí las presas y presos visten su propia ropa.
Para acabar, me referiré a los cuerpos uniformados por antonomasia, esto es, las Fuerzas y Cuerpos de seguridad . O el Cuerpo de bomberos. Todos ellos, a diferencia de quienes habitamos Toguilandia, tienen su uniforme de trabajo y su uniformidad de trabajo, de modo que en los actos oficiales van vestidos de bonito, y en la tarea diaria lo hacen lo hacen con su uniforme de faena.
Y con esto cierro el telón por hoy. Aunque no m olvidaré el aplauso, que esta vez va dedicado, cómo no, a todas las personas uniformadas de Toguilandia. Que no se diga.