
Las palabras se las lleva el viento. Eso dice el refrán y eso pasa, aunque no tanto. Hay veces que el viento no tiene fuerza bastante para borrar las meteduras de pata, y duran tanto como el metraje de Lo que el viento se llevó y su recuerdo, pese al tiempo transcurrido. Los juegos de palabras son un buen recurso, sin duda, y han dado para título de películas cuanto menos curiosos, como No me chilles que no te veo, La lola nos lleva al huerto o ese difícilmente traducible Eyes wide shut. Y es que las Palabras, sean Mil palabras o muchas más, sean Palabras robadas o propias, no siempre se las lleva el viento. Y a veces, se convierten en pabralas en vez de palabras.
En nuestro teatro somos muchos de palabras y palabrejas Ya les hemos dedicado varios estrenos. Incluso podemos hablar de un diccionario toguitaconado. Pero hay que tener cuidado. Hay palabras que mal empleadas causan una impresión desastrosa. Y pueden difuminar un buen trabajo. Y más vale usar un término menos culto que usar otro más culto, pero hacerlo mal, algo que pasa más veces de las que creemos. Seguidme si no lo creéis.
Una de las palabras que más frecuentemente se emplea de modo incorrecto es una muy simple: cónyuge. Estoy más que harta de escuchar, y hasta leer, a quien se empeña en colocarle una u entre la ge y la e y pronunciarlo como “guerra” en vez de cómo “gema”. Juro que cuando lo oigo se me encienden las alarmas y ya me cuesta escuchar otra cosa. Y no sé si sonará como una guerra, pero al menos, a mí, me resulta una batalla. No sé si perdida.
Hay otra palabra que también usamos mucho en nuestro mundo -y más allá de él- y que se ve siempre amenazada por la existencia de un r espuria: discusión. Lo de la discursión es otra de esas cosas que chirría tanto que casi hace perder el hilo del discurso, este sí con r en medio.
Y hablando de cosas espurias, recordaré una anécdota de mis tiempos de la escuela judicial. Uno de nuestros profesores nos hizo escribir la palabra «espurio». Tal como esperaba, se encontró con más de uno y de una que mutaban la «i» por una «e» y la convertían en esdrújula, algo que ahora está admitido, pero como vulgarismo. Lo curioso es que semejante práctica se repitió infinitas veces en la jurisprudencia por culpa del corta y pega. La primera vez que alguien aludió a » ausencia de motivos espurios» como requisitos para que la declaración de la víctima fuera prueba suficiente para fundamentar una condena, lo hizo escribiendo la palabra como «espúreo». Y así ha seguido a través de multitud de sentencias que la citaban pese a que la grafía más correcta es la de «espurio». Algo que nunca olvidaré
Otro de los clásicos en este tipo de cosas viene dado, como diría Lola Flores, por el acento. Ese acento que convierte la palabra perito en una esdrújula y a mí siempre me hace dar un respingo. No son péritos, como tampoco son perritos, como he visto alguna vez por una travesura del teclado. Y, además, la RAE dice claramente que es perito/a, con lo que, si se trata de una mujer, habrán de llamarle perita por raro que suene. Y no me vale la broma de “perita, manzanita y fresita”, que también se la he oído a alguno.
Y, hablando de travesuras del teclado, aquí está otra que tenía guardada desde hace tiempo, cuando mi amigo y compañero @nandogerman la publicó en Twitter y yo le respondí con el ya famosos “a los tacones, vas” Pues aquí está, dando además imagen al estreno. Y es que no podía pasar por alto esta perla: causa rugente. Ahí es nada. Debe ser que es tan apremiante que no basta con una pegatina que así lo anuncie, sino que ruge, igual que nos rugen las tripas cuando los juicios no se terminan, pero se acerca y hasta se pasa la hora de comer. Seguro que quienes frecuentan Toguilandia saben de lo que hablo.
Y ahora contaré algo que es una pena que no tenga documentado ni fotografiado, pero tampoco podía dejarme en el tintero. Me cuentan que, al reseñar una causa en que la investigada era una mujer, quien tecleaba quiso poner, con toda la lógica del mundo, que se trataba de una “causa con presa”. Pero, como pasa a veces, el corrector hizo de las suyas y quiso pasarse de listo, y pasó a quedar escrito “causa compresa”, para estupefacción del personal una vez se hubo dado cuenta del error. Y menos mal que no se trataba de ninguno de esos delitos que, como la violencia sobre la mujer o la mayoría de agresiones sexuales, tienen víctimas de sexo femenino, porque si no, no quiero ni pensar la que podría haberse armado de caer el documento en manos inadecuadas.
Otra confusión simpática, por decirlo de algún modo, es la de un denunciante que no andaba demasiado fino y afirmaba tener “hombre y sed de justicia”. Y aunque el hambre, como conté una vez, podían saciársela con un bocadillo de providencia, lo del hombre ya no sé cómo arreglarlo.
Para acabar, me haré eco de uno de mis gazapos preferidos, por la parte que me toca. Se trata del Misterio Fiscal, un “error” que veo escrito con más frecuencia de lo que la gente imagina. Y confieso que siempre me quedo dudando si se trata de un verdadero error o de un guiño a todas esas cosas que dicen de mi profesión. Ahí lo dejo
No obstante, no me olvido del aplauso. Y hoy va dedicado a todas aquellas personas que, con sus aportaciones, hacen de nuestra vida toguitaconada un lugar un poco más relajado. Que nunca viene mal
Muy bueno, Susana.
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Gracias!!!
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Siempre he tenido la duda entre si se dice espúreo o espurio. De hecho, pensaba que la forma correcta era la primera y que la segunda era incorrecta, pero en este artículo me has sacado del error. De ahora en adelante escribiré espurio en lugar de espúreo, aunque me acabo de enterar también que la Real Academia de la Lengua admite las dos modalidades, aunque la primera sea un vulgarismo. Gracias por la aclaración.
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