
Hay frases que, a base de usarlas, se convierten en parte del acervo colectivo y acaban por significar cosas distintas de las que realmente significan. Que algo sea de Juzgado de Guardia es una de ellas. No sé si por contagio de la hilarante serie americana del mismo nombre, Juzgado de guardia, por la recordada serie española Turno de oficio o por la profusión de películas que abordan desde un prisma u otro, o con más o menos acierto, la realidad judicial. Todo el mundo repite esa frase una y otra vez. Incluso quienes no deberían
El juzgado de guardia es, desde luego, una parte esencial de nuestro teatro. Tanto, que nuestra vida no se comprende sin las horas y horas que hemos pasado en el mismo. Creo que, en un cómputo total del año, si sumamos las horas de guardia efectiva, las de disponibilidad y el tiempo empleado en todas esas cosas que se nos atribuyen porque estábamos de guardia cuando sucedieron, superarían, con mucho, las horas de sueño o las dedicadas a otros menesteres.
Pero las guardias ya tuvieron su propio estreno y hoy pensaba hablar no tanto de su contenido sino de esas cosas que nos llegan al juzgado de guardia, como consecuencia de esa creencia popular de que todo lo que está mal es delictivo, y todo lo que es delictivo puede ser denunciado ante juzgado de guardia.
Vaya por delante que el Juzgado de guardia no es el único lugar ante el que se interponen denuncias . Como vimos en su día, se pueden interponer ante la Fiscalía y en las dependencias de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, práctica muy habitual y recomendable en gran parte de casos, porque son quienes de facto realizan la investigación. Recordemos que This is not America y que jueces y fiscales no salimos a la calle en busca de las pruebas, sino que ordenamos lo que hay que hacer desde nuestros despachos, y en buena parte quienes reciben esas órdenes son la Policía y la Guardia Civil. Y, llegada a este punto, cabe preguntarse por qué no tienen la misma fama en el habla coloquial. Nadie dice que esto o aquello es de Policía de guardia.
A lo largo de mi vida toguitaconada he vivido multitud de anécdotas en el Juzgado de guardia. Muchas de ellas, derivadas directamente de esa manía de entender que cualquier cosa que no nos guste “es de juzgado de guardia”
He visto a personas alteradas denunciando que su vecino se ha dejado el grifo abierto, que ha hecho un cerramiento en su galería en contra del criterio de la Comunidad de Propietarios e incluso que ha puesto un toldo negro con la calavera y las tibias de la bandera pirata cuando todos tenían que ponerlo de color verde con primorosas florecillas primaverales. Reconozco que este asunto me hizo tanta gracia que, cuando salí del Juzgado, pasé por el edificio en cuestión y comprobé la ocurrencia de vecino rebelde, y no pude evita reírme
El toldo con la bandera pirata tenía su punto, sin duda. Era perfectamente lógico el enfado de los vecinos, pero no era de juzgado de guardia en sentido literal. Aunque encaje de lleno en lo que mucha gente dice que es de juzgado de guardia.
Hemos de pensar, además, que en los juzgados de guardia la actividad es frenética, y, por más que nos parezca importantísimo lo que nos ha ocurrido, hay prioridades. Nunca olvidaré lo hilarante que me pareció la queja de una famosa, jaleada por la conductora de magazín sabelotodo de turno, sobre el tiempo que le habían hecho esperar en el juzgado de guardia para denunciar que a su hijito le había mordido un perro y, aunque no tenía heridas, no se le había ido el susto del cuerpo. Lo mejor era el argumento de la famosa, indignada porque la jueza se había ido a levantar un cadáver en vez de atender de inmediato a su rorro. Y es que hay juezas que tienen caprichos incomprensibles, como levantar cadáveres o atender detenidos.
Y, si de famosas y famosuelas hablamos, no puedo dejar de contar a la que pretendía que se suspendiera la emisión de un programa en directo, que había de emitirse esa misma noche, porque sabía de buena tinta que iban a sacar fotos comprometedoras de ella y suponía en buena lógica que la iban a poner a caer de un burro. Pues bien, a pesar de que sus suposiciones se confirmaron, toda España pudimos verlo porque no se suspendió la emisión del programa. Y eso porque, aunque ella lo creyera, aquello no era competencia del Juzgado de guardia.
En otras ocasiones, son personajes pintorescos con historias pintorescas quienes aparece por los juzgados de guardia. Muchas veces con carácter repetitivo y muchas también con situaciones que frisan o entran de lleno en la enfermedad mental. Inolvidable un ciudadano que cada semana venía a denunciar que le abducían los marcianos de uno u otro modo y que alcanzó su cénit el día que se empeñó en contarnos que le violaban a través del ombligo. Ni que decir tienen que ese fue el pistoletazo de salida para su incapacitación, usando la terminología y el proceso de aquel momento.
Oto grupo de usuarios curiosos del juzgado de guardia son quienes reclaman un escarmiento. De ahí al famoso auto de escarmiento -en vez de alejamiento- no hay más que un paso. Hay situaciones desesperadas, como familiares de adictos que no quieren denunciarle, pero sí que un juez le diga que está mal lo que hace o que le advierta que si no deja de beber lo meterán en la cárcel. Y es difícil comprender que, aunque a veces lo hagamos si viene al caso, no está entre nuestras funciones la de dar filípicas. Y más difícil hacerlo comprender
Aunque para el premio a la mejor reacción, la de una mujer que, ante la denuncia de su hija de porque quería irse con su padre, que no “le obligaba a hace cosas en contra de su voluntad”, acabó diciendo que se marchara con él, a ver cuanto tiempo aguantaba lavándole la ropa y limpiando su cuarto. Porque al final esas cosas a las que le obligaba la madre eran las tareas domésticas. Y como alguien le dijo que aquello era de juzgado de guardia, pues lo tomó al pie de la letra. Angelito.
Y hasta aquí el estreno de hoy. Espero que no resulte tan intempestivo como esas denuncias que recibimos e el juzgado de guardia. Y, por supuesto, no olvido el aplauso, dedicado, una vez más, a la santa paciencia y a quienes la ejercitan cada día en estas situaciones. Ya me gustaría ver al Santo Job en una de ellas