Verdulería: manzanas traigo


En nuestras vidas tienen mucha influencia las frutas y verduras, aunque a veces ni siquiera nos demos cuenta. Ya en nuestra más tierna infancia convivíamos cada tarde con el frutero, uno de los habitantes de Barrio Sésamo, y con Los Fruitis, frutas y verduras cobrando vida. También había un frutero con un papel fundamental en la serie 7 vidas y en su heredera Aída. Y, por su parte, el cine nos ha dado títulos como Fresa y chocolate, o La Manzana de la discordia. Por no hablar del cante, donde nombres como Manzanita o Tomatito son de los más común.

            En nuestro teatro, aunque no lo parezca, los productos de la tierra tienen su influencia. Como en la vida.

            Cuando estudiaba la carrera, y luego la oposición, me hablaron del hurto famélico, ese que se cometía para subvenir las necesidades más elementales de la vida, como comida o vestido. Siempre había algún gracioso que comentaba que el vestido no se come, y, por tanto, no sacia el hambre, pero es evidente que por más que la palabra sea la que es, se refiere a cualquier necesidad esencial. Una vez comencé a pisar Toguilandia, me di cuenta de que el hurto famélico, tal como me lo imaginaba, existía poco. Aunque algunas sustracciones de comida en supermercados se le acercarían mucho

            No obstante, no es lo mismo hurto famélico que cualquier hurto de productos del campo. Que se lo digan si no a los pobres agricultores que tienen que sufrir actos depredatorios con cierta frecuencia. Algunos de ellos darían para alimentar a un regimiento, que he visto hasta ir con camiones a cargar naranjas u otras frutas antes de que al propietario le haya dado tiempo a recoger la cosecha. Y eso, desde luego, no es famélico. Famélico sería, en todo caso, el estado precario en el que dejan al pobre agricultor.

            Hablando de naranjas, que por algo una es valenciana, también recuerdo la cantidad de procesos que durante una temporada teníamos por las estafas a naranjeros. Hay que tener en cuenta que la evolución de las explotaciones agrícolas, de un sistema en el que bastaba un apretón de manos o se compraban las cosechas “a l’ull” -a ojo- a la vida actual requirió de un reseteo importante del que siempre hay desaprensivos que sacan partido.

            Y, como digo siempre, no solo de Derecho Penal vive el jurista, y hay asuntos donde las frutas y verduras maduran en otras jurisdicciones. Una de la que tuve noticia hace referencia a algo que vemos en los dibujos animados pero que no parece realidad: el resbalón con una piel de plátano. Recuerdo a una señora que obtuvo una sustanciosa indemnización por una caída en un supermercado por esa causa, en la que se partió la cadera. Un verdadero caso de mala pata, vaya.

            Las fruterías también se arriendan, se compran y se venden. Se puede impagar la renta y tener que desahuciar a quien las ocupa, y se les puede pedir responsabilidad si causan daños. Como a cualquiera. Porque para tener un negocio más vale tenerlo todo bien madurado y no estar verde como comerciante.

            Por otro lado, cuando hacemos mal nuestro trabajo, nos pueden despedir a tomatazos, sean reales o imaginarios. Más de una vez lo hemos hecho en nuestras funciones para quienes nos escamotean medios o nos niegan el pal y la sal. O los garbanzos, que viene a ser lo mismo.

            Pero, además de las frutas y verduras físicas, también están las metafóricas, y en nuestro teatro florecen más de lo que podríamos imaginar. Y si no, pensemos en la cantidad de veces que nos quedamos de pasta de boniato, o nos ponemos rojas como un tomate, según las cosas nos sorprendan o nos avergüencen, Aunque también podrían ser las dos cosas al tiempo, y tendríamos un bonito boniato rojo rojísimo, no sé si transgénico, pero muy llamativo, en cualquier caso.

            También hemos sentido más de una vez que algo nos importa un pimiento. En concreto, yo me siento así con algunos escritos a los que les sobran paja y páginas, o cuando algún testigo se va por los Cerros de Úbeda con cosas que nada tienen que ver con el objeto del pleito. Y es que, con los juicos, pasa como con los pimientos de Padrón, que unos pican y otros non.

            ¿Y como llamamos a quienes han faltado a la probidad que deberían tener y han sustraído caudales públicos? Pues manzanas podridas , que es un modo común de referirse a los corruptos. O garbanzos negros, que, aunque no sea fruta ni verdura, es legumbre, vegetal, al fin y al cabo.

            En estos casos, si conseguimos pillarles con el carrito del helado y la cosa acaba con sentencia condenatoria, nos quedamos más a gusto que un arbusto. Y quien en su día fue fresco como una lechuga no se saldrá de rositas, que no son fruta ni verdura, pero sí una flor, y bien bonita.

            Por su parte, entre las personas que intervenimos en las tablas de nuestro escenario. las hay dulces como melocotón maduro, o ácidas como un limón. Hasta las hay agrias, como una fruta podrida o amargas como un café bien cargado. Para gustos hay colores. Con toga, o sin ella.

            Para acabar, recordaré a un clásico, al perejil que le poníamos a San Pancracio para que nos dé un trabajo, y cuya imagen me llevé al examen . Y una vez encomendada al santo, daré el aplauso a quienes en nuestro mundo hacen todo lo posible para que la experiencia en Toguilandia no sea un bocado amargo.

2 comentarios en “Verdulería: manzanas traigo

  1. Como siempre tan audaz, simpática y entretenida la lectura del artículo y «todos son son manzanas podridas «. FELICIDADES Y ENHORABUENA

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