Tocar el cielo: #loteriadelamadrina


Un año más, mi toga, mis tacones y yo nos ponemos en modo solidario para colaborar con la Fundación Soledad Cazorla y su lotería de la madrina. Es una iniciativa cuyas ganancias -solo en el caso en que toque devolución, en los demás casos funciona como una lotería convencional- se destinan a financiar becas y sueños, como los de la protagonista de este cuento

Tocar el cielo

Señores pasajeros, les informamos que acabamos de tener un aterrizaje de emergencia. Gracias a la pericia y profesionalidad de la tripulación, nadie ha sufrido ni un rasguño, aunque la situación era límite

-¡Bravoooo! -aplaudía todo el pasaje del avión, ya sano y salvo, en la sala VIP del aeropuerto- ¡Bravo!

Y no solo eso -la megafonía continuaba informando- Además han llegado a su destino con apenas unos minutos de retraso.

             Fue una verdadera proeza, según decían, aunque a ella no le importaban demasiado las alabanzas. Había cumplido con su trabajo como una profesional, y eso era lo que más le satisfacía. Fue un largo camino el que recorrió desde que un día decidió que quería ser piloto de aviones. Primero, lo tomaron como un sueño infantil, y pensaron que ya se le iría de la cabeza. Luego, cuando la idea persistía cada vez con más fuerza, trataron de arrancársela. Que una mujer fuera piloto era difícil, pero que lo fuera ella era casi imposible.

            Sonrió, pensando en aquellos días. Y sonrió todavía más al ver la procedencia de la llamada que le indicaba su teléfono móvil.

            Mientras tantos, los pasajeros del vuelo 767 iban reponiéndose del susto

Menos mal que hemos llegado, y además a tiempo -dijo un joven delgado y nervioso- Mañana tengo algo importantísimo que hacer. Voy a hacer una donación de médula a mi sobrinita de nueve años, que tiene leucemia. Ya me hice las pruebas y soy compatible. Esa princesa se merece una oportunidad y yo puedo contribuir a que la tenga

Qué bonito -contestó otra de las pasajeras- Yo también necesitaba llegar, aunque por algo bien distinto. Mi padre está agonizando, apenas le quedan horas de vida, y me gustaría tanto despedirme de él…

Pues ya veis -intervino una señora de mediana edad- Yo no tengo motivos tan apremiantes. Pero e moría de ganas de llegar. Llevo ahorrando años para hacer este viaje para conocer a mis nietos. El mayor tiene ya cinco años y todavía no lo he visto nunca. El billete de avión es tan caro para mí…

Bueno, yo también tenía mucha urgencia -dijo una chica de aspecto tímido- Necesitaba llegar a tiempo para presentar mi descubrimiento, un medicamento que espero que pueda curar varias enfermedades. Tengo muchas esperanzas depositadas en ello.

             Toda aquella gente fue abandonando el aeropuerto mientras ella respondía el teléfono. La llamada le había devuelto a aquellos días terribles, cuando descubrió el cuerpo sin vida de su madre en la alfombra del salón. Aquel hombre en quine ella había confiado para rehacer su vida, la había destrozado. A ella le dijeron que su madre había marchado al cielo, un lugar donde estaría siempre protegiéndola. Tal vez por eso se le metió en la cabeza lo de ser piloto., porque albergaba la esperanza de poder tocarla otra vez, aunque solo fuera con la punta de los dedos.

            Pero se hizo mayor y mantenía ese propósito. No era solo un sueño de niña, sino su verdadera vocación. Cuando le dijeron que no sería posible porque la situación económica en que le había dejado la muerte de su madre no permitía unos estudios tan largos y tan caros, creyó que todo estaba perdido.

            Fue entonces cuando llegó su hada madrina. No tenía un taje brillan te, ni una varita mágica, y tampoco le hacía ninguna falta. Un fonde de becas que financiaba estudios para quienes, como ella, habían perdido a su madre por culpa de la violencia machista, se hizo cargo. En tiempo récord consiguió estar volando. Y sabía que en algún punto de ese cielo que recorría estaba su madre dándole ánimos.

            Respondió a la llamada

             Le habían propuesto ser una de las madrinas de ese fondo de becas que tanto hizo por ella. Por ella y por aquella niña que por fin tendría su trasplante, por el padre que se podría despedir de su hija, por la abuela que conocería a sus nietos y por todas las personas a los que el descubrimiento de aquella chica salvaría. Nada de eso sería posible si ella no hubiera pilotado aquel avión que a punto estuvo de estrellarse

– Me encantaría, Nada me haría más feliz

                Esta es una historia inventada, pero que podía ser real. Nuestra protagonista consigue su sueño gracias a una iniciativa como la que me trae hoy aquí, el Fondo de Becas Soledad Cazorla. Y podemos contribuir con un simple clic en el enlace para adquirir un décimo. Solo en el caso en que toque la devolución, la mitad se destinará a las becas, el resto puede hacernos ricas o ricos como cualquier otro décimo. O sea, que toca, aunque no toque

Y, por si yo no os he convencido, os traigo una ilustración de @madebycarol, hecha ex profeso para esta iniciativa. Si no os ablanda esto, es que sois de pedernal. Y estoy segura de que no es así

Aquí os dejo el enlace de nuevo, por si acaso

https://www.playloterias.com/la-loteria-de-la-madrina-susana-gisbert

PD Podéis jugar a cualquier número de cualquier madrina, pero si lo hacéis al mío, me pongo todavía más contenta.

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