Canción del verano: se busca


         El verano es tiempo de descanso, de fiesta y de relajación a partes iguales. O al menos lo era, porque ahora, coronavirus mediante, se conforma con ser lo que puede. Pero sea Un verano en la Toscana, Vacaciones en Roma o en la isla de Mamma Mía, al cine le sienta bien este tiempo. Un tiempo que, además, siempre tiene su sintonía, la canción del verano. Esa que nunca faltaba en las verbenas…cuando lo que no faltaban eran las verbenas.

En nuestro teatro no tenemos canción, ni de verano ni de invierno. Aunque eso no sea del todo cierto. Tal vez sí la tengamos y no nos hayamos dado cuenta, porque Despacito nos viene como anillo al dedo. Porque por más que corramos o vayamos Bailando, con los medios que tenemos, seguimos como siempre. La vida sigue igual. Iglesias padre e hijo en la banda sonora de Toguilandia, que no se diga.

Y es que muchas veces no nos damos cuenta del contenido penal, y hasta delictivo, de algunas canciones del verano. Buena le caería a Georgie Dan por montar La Barbacoa en el campo, que podían imputarle un incendio forestal como la copa de un pino. Pero no sería el único en cometer delito contra el medio ambiente, que ahí está cada verano Maria Jesús con su acordeón obligando a bailar a Los pajaritos, y rozando con ello el delito de maltrato animal.

No hay más que mirar un poco, y aparece la parte legal de las canciones del verano, de cualquier época que sean. Ya contaba en otro estreno, dedicado a las canciones , que lo de seguir a Adelita por tierra y por mar no pasaría el filtro de un juzgado de violencia sobre la mujer, y tampoco lo pasaría, sin duda, el Every Breath You Take, de Police, ni, por supuesto, El preso número nueve, que no sé si sería canción del verano, pero hacía apología de la violencia de género. Como si para protestar contra la pena de muerte no pudieran encontrar otro ejemplo, vaya.

Cercano a ello está otro temazo imprescindible en cualquier verbena que se precie, el Tell me more de Grease, lo que puede ser un precedente analógico del sexting o al menos de la revelación de secretos. Y es que entonces las cosas no quedaban inmortalizadas como ahora en las redes, sino que, como el protagonista de Maria Isabel, podías escribr en la arena su nombre mil veces y luego borrarlo con toda tranquilidad, mientras te ponías y te quitabas el sombrero.

Pero que no se diga que todo es delito. Hay algunas canciones que fueron unas adelantadas en utlizar la perspectiva de género. Ahí está Maria Cristina me quiere gobernar para demostrarlo.

Por otro lado, que nadie crea que solo delinquen los hombres en las canciones veraniegas. Nada de eso. Eva María se fue buscando el sol en la playa, y lo que omitió el cantante de Formula V es que fue corriendo al juzgado a denunciarla por abandono de familia. Tal vez por eso, años más tarde, insistía David Civera diciendo Que la detengan, O puede ser que se tratara de la Mujer en el armario a la que cantaba Rafaella Carrá, entre Fiesta y fiesta. Nunca se sabe.

Otro grupo de canciones que no pasarían el filtro de Toguilandia serían las que tocan el tema de la igualdad y la discriminación. La Ramona podría ser tildada de sexista y de discriminar por el aspecto físico, aun hilando muy fino, y lo de repetir que El negro no puede, aunque sea a ritmo salsero, no tiene por donde cogerlo. Y, si nos ponemos exquisitos, igual alguien se ofende por el Ave María de Bisbal y le denuncia por delito contra los sentimientos religiosos O por el Ave Lucía de Sergio Dalma, una vez entendió que no debería insistir con lo de Bailar pegados por si los acosos.

No obstante, no son los únicos delitos cantantes y sonantes. En su día, lo de El chiringuito podría dedicarse perfectamente a los delitos de corrupción, y La casita de papel referirse a las estafas urbanísticas. El corazón de tiza en la pared se podría referir a un delito de daños en bien público por la realización de grafitis. Y el robo, desde luego, tiene barra libre. A Sabina le robaron el mes de abril, a Alejandro Sanz le robaron el alma al aire y a David Civera le robaron el corazón. Y nadie ha ido a la cárcel por ello hasta ahora, ni creo que vaya, porque está prescrito.

Hay, incluso, quien pone la venda antes que a herida y busca una atenuante por si las moscas. A ver qué pretendían, si no, cuando nos decían que La culpa fue del cha cha chá o, ahora mismo, nos repiten que La culpa fue del ron, del Dom Perignon y de no sé que más que da carta blanca para todo, al parecer.

Con esto doy el do de pecho de estas Vacaciones de verano en Toguilandia, que no en nuestro escenario. En él, aquí seguiré, como siempre, Antes muerta que sencilla. Con el aplauso que, como no podía ser de otro modo, es para quienes alegran cada verano con su música. Porque sin la música tampoco en Toguilandia podríamos vivir. Ni siquiera sobrevivir,

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