Blogoconferencia


Hoy nuestro escenario tiene un estreno extra: tenemos artista invitado, Jorge Cañadas, admirado juez -y sin embargo amigo- con el que, junto a su blog InterJuez, vamos a experimentar una nueva modalidad: la blogoconferencia, publicacando simultáneamente en ambos blogs.

Estoy recibiendo muchas llamadas de queridos compañeros de toda España, a propósito de la noticia de la que se han hecho eco los medios de prensa locales [ aquí ] y [ aquí ] sobre el uso del sistema de videoconferencia para la celebración de actuaciones judiciales, pero que ha saltado las fronteras turolenses para difundirse generosamente por Toguilandia.

 

He de comenzar diciendo que no tengo mayor mérito que el de mi curiosidad por todo lo tecnológico, que me ha llevado a experimentar con un sistema puesto a nuestra disposición por la Administración prestacional de los medios de Justicia en Aragón, que es la Comunidad Autónoma.

 

Hace mucho que se viene utilizando el sistema de videoconferencia para practicar actuaciones judiciales. El más frecuente es la comparecencia de un ciudadano ante el Juzgado desde la sede de otro Juzgado alejado geográficamente. Así, celebrando un juicio en Teruel, acompañado de las dos partes en conflicto y el Procurador y Abogado de cada una de ellas, así como de mi funcionaria del cuerpo de Auxilio judicial, si tiene que declarar como testigo un señor de, pongamos, Sevilla, con antelación al juicio, lo citamos para que acuda a los Juzgados de allí, con cuya sede nos conectamos por videoconferencia y practicamos la declaración, que no es cosa de que se tenga que hacer, en los tiempos que corren, más de 600 kilómetros para contarnos en unos pocos minutos lo que sepa del asunto. De todas formas, en la sala de vistas ya somos 8 y, si el testigo hubiera declarado en Teruel, en lugar de en Sevilla, hubiéramos sido 9. Y todo eso sin contar con las personas que, a la enérgica voz de «audiencia pública» que da mi compañera antes de empezar la vista, puedan sentarse en los bancos del público a ver el juicio. Como dicen en mi querida Andalucía, «una bulla».

 

De hecho, allá por febrero del 16, casi nada lo que ha llovido, ya se contó bastante de este invento en: «Videoconferencia: togas en plasma

 

En este estado de cosas, la novedad que nos trae la tragedia colectiva en la que nos ha sumido el dichoso bichito del COVID-19, es que nos obliga a alejarnos físicamente. Lo que han bautizado como «distanciamiento social», que tan duro se nos va a hacer a quienes, como Serrat, nacimos en el Mediterráneo. Y es que, no es cosa de «desescalar» el confinamiento domiciliario que nos ha impuesto el estado de alarma, volviendo a convocar cientos de ciudadanos en las sedes judiciales, que ríanse de un centro de salud en epidemia de gripe y hora punta, con el consiguiente riesgo de fomentar el contagio y volver al punto de partida que obligó a parar el planeta mundo.

 

Y como la Justicia no puede seguir a ralentí más tiempo, que eso también puede matar, no queda otra que reinventarse y buscar la manera de volver a poner la maquinaria a pleno rendimiento, pero esquivando el riesgo de contagio que viene de posibles aglomeraciones. Y no nos engañemos, en esta tesitura tenemos que ser conscientes de que trabajos con medios materiales manifiestamente mejorables y que nuestras sedes no están precisamente preparadas para el «distanciamiento social».

 

En ese proceso de reinvención, hemos estado trabajando en intentar casar el nuevo sistema de salas virtuales de videoconferencia que nos ha facilitado la Administración prestacional, que permite que cada interviniente se conecte a la sala virtual desde donde se encuentre, al estilo de la hoy famosa app Zoom, con el sistema tradicional de videoconferencia, en la que la sala de vistas de los Juzgados de Teruel y Sevilla conectaban entre sí para la declaración del testigo. Y ha funcionado. De modo que dicha sala de juicios física de siempre, también se conecta a la sala virtual como un participante más en la videoconferencia. Con ello hemos conseguido poder grabar el acto de que se trate en los sistemas de gestión procesal y que puedan comparecer en la sede física aquellos intervinientes que se precise por cualquier razón, entre las que no será menor la falta de medios o de conocimientos tecnológicos para hacer una videoconferencia, por lo menos en la «España vaciada».

 

Es un primer paso. Y sé que quedan por pulir aspectos técnico jurídicos de extraordinaria relevancia como las garantías de identificación de los intervinientes, de integridad de sus intervenciones e incluso de policía de los nuevos estrados virtuales por el Tribunal. Pero ningún comienzo ha sido fácil y este nos viene impuesto y, lo que es peor, por poderosísimas razones vitales.

 

El caso es que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad y tenemos que aprovecharlo. Ya no es el futuro, es el presente. Y tanto avanzan, que hoy tengo el honor de publicar esta entrada en «blogconferencia» con mi admirada compañera Susana Gisbert, en su«Con mi toga y mis tacones», blog de referencia para quien quiera conocer los entresijos de la Justicia, con tanta calidad y precisión como sentido del humor. Espero que la virtualidad de la que hablamos hoy, no impida que nos veamos en próximo 27 de mayo en el Casino de Teruel para asistir a la presentación de su novela “No me obligues”.

 

Jorge-Oswaldo Cañadas Santamaría

 

Solo queda añadir que tenemos una cita pendiente, la presentación en Teruel de mi última criatura, «No me obligues», que se nos quedó colgada del mes de mayo cuando cerraron el mundo. A ver si puede ser pronto y hacemos una nueva blogoconferencia para celebrarlo (y esa, en persona)

1 comentario en “Blogoconferencia

  1. Pingback: Adaptación: las viejas novedades | Con mi toga y mis tacones

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