Pocas cosas hay que den tanto juego en el mundo del cine que tener poderes. El hombre invisible, Hulk, Los Increíbles, Superman, WonderWoman o Los Cuatro Fantásticos tenían superpoderes capaces de hacer verdaderas maravillas. Pero no son estos los únicos poderes que existen en el universo. Y si no me creen , sigan leyendo.
En nuestro teatro, hay unos reyes -y reinas, claro está- absolutos de los poderes. Los tienen, y más abultados que nadie, en el más inocente de los sentidos. Y no son otros que los procuradores y las procuradoras. Aunque ya les dedicamos un estreno, Deprisa, deprisa, que incluso fue objeto de atención especial y cariñosa en su propia revista, también merecen un capítulo propio dedicado a esas frases que tienen que oir con frecuencia y de las que deben de estar hasta el mismísimo birrete -versión jurídica de estar hasta el gorro-
Una de las primeras cosas que se encuentra una cuando empieza a dar sus primeros pasos en Toguilandia, son ese montón de folios aburridídismos que engordan cualquier causa: los poderes de los procuradores. Se puede distinguir a alguien bisoño en el oficio en que los lee de cabo a rabo. De hecho, hay un dicho que lo plasma “es tan novato que hasta lee los poderes de los procuradores”. Aunque caben versiones adaptadas de distintos refranes. Es más aburrido que un poder notarial, por ejemplo, y discúlpenme los señores y señoras notarios, pero a veces tienen una forma de redactar que le hace la competencia al más potente de los somníferos.
Una de las obviedades más comunes respecto a procuradores, además de preguntarles qué son o para qué sirven, es bromear acerca del nombre. ¿Procuradora? ¿Y qué es lo que procuras, si puede saberse? Y claro está, no lo dicen, pero lo que procuran es contar hasta veinte para no decirle cualquier grosería al graciosillo de turno.
Si he de ser justa, este estreno no es solo cosa mía. Después de los dedicados a las cosas que tienen que oir jueces, fiscales o abogados, dejé la puerta abierta a que otros habitantes de Toguilandia me contaran las suyas. Y hace nada me contestó Mari Carmen, procuradora, relatándome algunas de estas frases y animándome al hacerlo a que hiciera justicia a esta profesión a veces tan olvidada.
Me cuenta esta procuradora que una de las cosas que más le ocurren es tener que explicar cuál es su labor, incluso a sus propios clientes. Y lo debe explicar tan bien que se encuentra con reacciones como “Qué trabajo tan chuli tienes, te dedicas a acompañar gente al juzgado a hacer los apud actas “esos”. Por supuesto, lo de “los apud actas esos” no saben lo qué son pero les suena de cine. Menuda decepción si lo supieran…
Hay, por su parte, quien resume su trabajo en un simple: “tú te dedicas a los papeles, ¿no?”, como si jugaran con los folios como si se tratara de una baraja y no de documentos que a veces, tienen una importancia tremenda. Por eso, si el incauto no ha hecho bastante, se viene arriba diciendo que eres muy lista porque “te has tirado” a lo más fácil, a eso del papeleo, que puede hace cualquiera. Obvio que hay a quien es absurdo explicarle que si pudiera hacerlo cualquiera, no exigirían una formación y un título.
Por otro lado, y como quiera que la ignorancia es muy osada, a nuestras pobres procus suelen deleitarles con faltas de consideración nacidas del propio desconocimiento, como cuando les dicen que son la secretaria del abogado o, directamente, les dicen que son menos, porque no han estudiado carrera ni nada. Y se quedan tan pichis, oiga, mientras el aludido o la aludida se muerde los labios para no contestar.
Y es que, claro, como no hablan en los juicios, hay quien cree que no hacen nada. Y aunque no seré yo la que niegue que, a veces, está de más esa necesidad de que permanezcan allí haciendo de Don Tancredo -por eso se les excusa más de una vez de permanecer en sala- hay que recordar que sin su trabajo ni el juicio hubiera llegado hasta ahí ni, una vez en sala, se podría celebrar. Así se sencillo.
Por último, como mucha gente desconoce que su función esencial es andar corriendo de Herodes a Pilatos, física o virtualmente, para que no se les pase un plazo o una notificación, piensan que son algo así como apéndices del Juzgado y que deben vivir encadenados a él, y llegan a extrañarse – y hasta enfadarse- si aparecen a una hora distinta de la que han quedado y no están a su disposición.
Por todo esto, y saldando una deuda que aun guardaba con la profesión, hoy el aplauso no pude ser más que para todas y todos los procuradores que facilitan el trabajo en nuestro teatro, aun costa de aguantar más de una impertinencia. Gracias por estar ahí
Muchísimas gracias! Me ha encantado la forma de redactarlo! Lo comparto con otros compis procus que sé que les va a encantar! Me encanta tu blog. Un abrazo.
Me gustaMe gusta
😊😍😍
Me gustaMe gusta
Es de agradecer que alguien ajeno a la profesión reconozca el trato que muchas veces tenemos que soportar: falta de respeto como si nuestra licenciatura saliera como premio del huevo Kinder, despotismo como si estuviéramos a disposición permanente de las ocurrencias y pálpitos de los abogados, aguantar que se nos pague como cuando y cuánto quieran «otros» ganando menos que mi asistenta…………en fin nos tratan como la alfombrilla de la justicia
Me gustaMe gusta