Los grandes artistas suelen ver como sus camerinos se llenan de flores de sus admiradores, y, lo que es mejor, como al final de su representación, si lo merecen, además del aplauso del público, alguien sale al escenario con una inmenso ramo.
Pues bien, mi toga, mis tacones y yo estamos disfrutando del aroma de las más exquisitas orquídeas y las más refinadas rosas que desprende este ramo que en forma de post nos ha regalado Francisco Rosales, mi notario de referencia.
Corro a por un jarrón a ponerlas que, en este escenario virtual, corresponde a colgarlo en un sitio preferente para que todo el mudo pueda disfrutas de sus colores y de su fragancia. Para que luego digan que las redes sociales no son buenas…
Y por supuesto, con el guante que me arroja bien agarrado, que lo he pillado al vuelo, y no quiero acabar como Gilda por culpa del suyo
En el gran teatro de la justicia hay todo tipo de actores y de escenarios posibles, hay guiones buenos y malos; pero no me cabe la más mínima duda que para el gran público, para ese ciudadano de a pié, que probablemente ni lea este blog, el guión es más aburrido que 2001 una odisea del espacio, que es una película que confieso que tiene valor doble (pues la vi al mismo tiempo por primera y última vez).
Entra ahora en el teatro (si le dejan) uno de los personajes más aburridos y tediosos que existen para el ciudadano, el Notario.
Muchos de los actores de ese gran teatro ven al Notario como: una mezcla de actores del método Stanislavski, y esos actores que acuden a las performances modernas cuyo mayor valor cultural es el de hacer un teatro sin escenario, sin atrezzo, y sin más calidad cultural que la de sacar un montón de personas en pelotas (pues tenemos la poca vergüenza de no ponernos togas -lo cual en verano no se si causa más envidia que indignación-.
Nosotros no vamos si quiera al juzgado, de hecho en diecisiete años de ejercicio profesional, sólo en dos ocasiones me han llamado como testigo; sin embargo los notarios somos los principales enemigos de esos juzgados (aunque no os equivoquéis, los principales enemigos son los que trabajan en los juzgados, pues día a día en el juzgado ven las grandezas y miserias -más las últimas- del ser humano, y créame que eso no le gusta a nadie).
Hace poco tomando café con uno de los jueces de mi pueblo, le comentaba que mi trabajo consistía en que él no tuviera trabajo; pues conocida es la frase que dice «puerta de Notaría abierta, juzgado cerrado», ambos éramos sobradamente conscientes del significado de esas palabras.
El derecho se asemeja mucho a la medicina; pues la medicina trata de resolver los problemas del cuerpo y del alma, y el derecho los problemas de la sociedad.
Todos hemos oído hablar que «más vale prevenir que curar», sin embargo también sabemos que, antes o después, iremos al médico y que nuestros días están contados.
Si vamos al Notario obtendremos seguridad de que lo que estamos haciendo es correcto, de que ningún virus extraño entrará en nuestras vidas y que probablemente nos ahorraremos tener que ir al gran teatro de la justicia, que es un teatro al que ningún ciudadano cabal quiere acudir (pues pocos son los que disfrutan disputando con otro).
Dicho de otra manera, los Notarios somos ese médico preventivo; sin embargo somos conscientes de que tratamos simplemente de retrasar lo inevitable, pues igual que el cuerpo humano es limitado y antes o después cae enfermo; la sociedad siempre tiene conflictos, antes o después estallan, y entonces es cuando el escenario cambia, ese médico que visita a domicilio, que es el Notario oyendo y asesorando a las partes, se ve sustituido por el hospital de la justicia, donde las batas blancas se ven sustituidas por togas negras
Sin embargo, no creo que sea importante hablar de mi, ni de mi profesión (quizá porque soy consciente de lo poco que importa).
¿Y cómo se llevan los actores de ese teatro?
La relación entre Notarios y Administración de Justicia, tiene los mismos defectos que la relación que entre si tienen todos los actores de ese gran teatro. Efectivamente, como en todo teatro que se preste, están los grandes divos, y hay rencillas porque tal o cual papel se lo han encargado a María José Cantudo o a Estela Reynolds, y por tanto, de una u otra manera todos tratan de defender su papel en la escena, mirando de forma esquiva al rival (cuando en realidad ese al que consideramos rival, no es sino un compañero de reparto).
Me duele profundamente que en el fondo ese divismo casposo, propio de las películas de baja calidad, también exista en el teatro de la justicia.
Ni Jueces, ni Fiscales, ni Abogados, ni Notarios, ni ninguno de los demás actores de ese teatro, somos absolutamente nadie, sólo hay dos cosas importantes: el guión y el público.
Cada uno tiene su papel, no es ni más ni menos importante; nadie vería adivina quien viene a cenar esta noche, si el gran juez Spencer Tracy, no tuviera un abogado defensor como Katherine Hepburn (supongo que los Notarios entramos en esa familia acomodada de la justicia como Sidney Poitier).
Veo muchas manos negras en ese teatro de la justicia, veo muchas rencillas; sin embargo, en el fondo, todo es miedo e ignorancia.
Tenemos miedo a perder nuestros papeles en el guión, creemos que si algún otro actor obtiene un nuevo papel, es porque seguramente está empezando el ocaso de nuestras carreras y que la otrora bella actriz juvenil por la que porfiaban todos los directores, pasa a ser una vieja decrépita que llora por un cameo.
Somos conscientes de nuestras limitaciones, de lo amplio del reparto y sobre todo de lo largo del guión (digamos que el conjunto de leyes que hay hoy en día es más largo y aburrido que Titanic -yo hubiera puesto Australia, pero sería censurado por la dueña del blog-) somos consciente de que es imposible abarcar todas las leyes, y nuestras propias limitaciones nos hacen recelar de los actores del reparto, cuando en realidad ellos lo que vienen es a darnos el respiro que necesitamos cuando se nos olvida el papel, o resulta que no estamos en la película adecuada.
Ya no hay cine mudo, no es en blanco y negro, y el cine ha evolucionado hasta el punto que incluso hay películas como Avatar en la que todo son dibujos animados (pero en la que todos reconocemos a la impar Sigourney Weaver).
Show must go on, lo importante no son los actores, lo importante es el espectáculo (en definitiva el ciudadano), pero en ese espectáculo un actor de calidad, puede cambiar de papel y de registro sin ningún problema, simplemente tiene que evolucionar, pero sobre todo tiene que interactuar con los demás actores de reparto, o tendremos la típica película cuyo único valor será la aparición de alguna rutilante estrella pero que será un fracaso de taquilla (y en nuestro oficio los fracasos de taquilla son vidas arruinadas de ciudadanos que ven rotas sus legítimas expectativas)
¿Pero de qué película habla este hombre?
Quisiera terminar este post lanzando un guante a la dueña del blog, que espero sea recogido con el mismo cariño con el que se envía.
A lo largo de un año, y gracias a este blog he ido descubriendo los personajes del gran teatro de la justicia, los he ido admirando, respetando, y he aprendido a valorar su trabajo y su papel en el guión; digamos que por primera vez en mi vida he ido leyendo todos y cada uno de esos rótulos iniciales de las películas que identifican a los actores, productores, guionistas, maquilladors etc.
Ahora me gustaría ver la película, quiero paladear las muchas y muchas representaciones de los muchos guiones que se representan en ese teatro (y en otros como los despachos de otros que colaboramos en que ese teatro funcione como un reloj, y a la hora de abrir el telón todo esté en su sitio).
Quiero disfrutar del genio particular de la autora de este blog, analizando problemas y resolviendo cuestiones jurídicas; acercando con palabras sencillas y agradables al ciudadano los complejos conceptos del mundo del derecho.
¿Por qué? pues porque entonces habré convertido a mi fiscal en una Notario cibernética, dado que lo que estará logrando es lo que día a día tratamos de conseguir los Notarios, y es que al juzgado sólo se vaya de visita cultural y no porque tengamos un problema.
En cierta manera este post es un modesto ramo de flores en el camerino de la artista, pero su intención real, es lanzar una ovación de gala a todos los actores de ese gran teatro, una súplica de bises y una demanda de más blogs como este, pues no me cabe duda de que hay grandes estrellas ocultas que tienen pánico al escenario digital.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Ole y tres veces ole! Qué lujazo contar con tan ilustre invitado a tu blog y qué buena pareja de Bloggers .Chapeau! 👏👏👏💖🌹🌹🌹
Me gustaMe gusta
Pingback: Gestión del tiempo: el secreto | Con mi toga y mis tacones
Pingback: #ProcuradoresON : más cosas que se oyen | Con mi toga y mis tacones