Qué importantes son los animales en nuestras vidas, y qué momentos tan inolvidables han regalado al mundo del espectáculo. Dumbo, Rin tin tin, Beethoven, Bambi, Mickey, Lassie, Maya, Garfield, Platero, Baloo, Silvestre, Donald, Boogs Bunny, Super Ratón, Piolín… El mundo animal tiene miles de nombres propios
En nuestro teatro ya hablamos de la importancia que pueden tener los animales en Toguilandia. Por fortuna, cada día el Derecho se acerca más a ellos y la sensibilidad hace que el maltrato animal no solo se reproche moralmente, sino también jurídicamente.
Por eso hoy, aprovechando la reciente celebración del día de San Antón, patrón de los animales, mi toga, mis tacones y yo misma hemos querido hacer este pequeño homenaje en forma de relato a esos querido peludos que tan importantes son en muchas vidas.
El aplauso es para ellos.
Pigmento rojo
Sabía que tendría que llegar el momento. Desde el principio lo supo, pero aún así no pudo evitar encariñarse con ella. Era distinta a todos. Un animal con el que se entendía mucho mejor que con cualquiera de sus congéneres.
Se sentaba junto a ella, en el bosque, mirando los árboles y las flores, el sol y las nubes, y se comunicaban de la única manera que sabían. Eran felices. Cada día, se escabullía de las tareas que le estaban asignadas para pasar el mayor rato posible con su amiga, la única que la comprendía.
Por su causa dejó de comer carne. Prefería las bayas y las frutas que ingerir cualquier cosa que le recordara a ella. Hubiera sido como comerse a su hermana.
Pero el resto del poblado no la entendía. La arrinconaron cuando trató de explicar a su modo que podían prescindir de comer animales, que eran sus compañeros, sus amigos.
Por eso empezó a pintar. Se metía en su cueva y reproducía en las paredes las siluetas de los bisontes. Distinguía perfectamente unos de otros. Su favorita, a la que llamaba Qu por el sonido que solía emitir, destacaba entre todas las figuras.
No tuvieron piedad, y uno a uno fueron cazándolos. El hambre no entiende de sentimientos. Y ella encontró su modo de hacerles su particular homenaje. Buscó entre las plantas del bosque unas flores rojas de las que extraía unos polvos del color de la sangre, y rellenaba el interior de la silueta de cada bisonte muerto a medida que acababan con él.
Trató de esconder a Qu, de evitar que su silueta se tiñera de rojo. Llegó un momento en que solo ella permanecía carente de colore las paredes de la cueva. Pensó que podría salvarla custodiándola día y noche.
Pero el sueño le venció, y aprovecharon ese momento para prender a Qu. No tardaron apenas nada en acabar con ella y comenzar a dar buena cuenta de su carne.
Le despertó el olor. Por supuesto que no probó bocado, pero sí que probó por vez primera un sabor que desconocía, salado, húmedo y doloroso, un sabor que le acompañaría siempre. El sabor de sus propias lágrimas mientras buscaba el pigmento rojo más brillante para homenajear a Qu.
Nunca llegó a imaginar que su pequeño homenaje a su amiga convertiría su cueva en Altamira en la primera galería de arte de la historia y a ella, en la primera pintora.
Preciosa narración, que no se atiene para nada a lo que conocemos sobre pinturas rupestres (excepto quizás a la mano de la autora). La cueva de Chauvet aloja uno de los conjuntos de pinturas más importantes del mundo y hoy conocemos que la dieta de quienes hicieron las pinturas, no tenía que ver con los animales representados y probablemente tengamos que referirnos a «recolectores cazadores» y no a la inversa
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Muchas gracias 😊
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