Cualquier saga que se precie tiene, o acabará teniendo su precuela, o su Episodio 0. Y la nuestra no podía ser menos, claro está. El momento y el lugar donde empezó todo, donde nuestros personajes empezaron a tomar conciencia que un día pasarían a formar parte de este gran teatro de la Justicia: La facultad de Derecho.
Acabo de tener la oportunidad de acudir, una vez más, a la que un día fue mi casa. Todo y nada había cambiado. La sede en nuestro caso ha cambiado. Los medios son distintos, mil veces más modernos, y el tamaño la quintuplica, cuanto menos. Pero, con todo y con eso, tuve una sensación de dejà vu que me trasladó a aquel día en que la pisé por vez primera.
Tal vez fue que, como sucedía en mis tiempos, el aula estaba abarrotada, incluyendo gente sentada en el suelo o el alféizar de las ventanas, y ello me hizo viajar en el artilugio de Regreso al Futuro. Pero creo que no fue solo esto. Cuando veía esas caras jóvenes, deseosas de saber, de conocer, de que les contaran cosas interesantes, con la ilusión intacta, me di cuenta de que por más que ahora tomen los apuntes con ordenador, y acudan a Internet en lugar de desempolvar pesados tomos, hay cosas que no varían. Por suerte.
Ojala a estos muchachos no les arrebatemos la ilusión antes de tiempo, y consigan ser el día de mañana aquel personaje que quieran ser. Sin olvidar que, mientras, se preocuparán por otras cosas tan importantes o más: salir de fiesta, saltarse las clases, hacer horas y horas en la cafetería, o llegar al examen sin haber dormido por haberlo dejado todo para la víspera. Espero que eso tampoco haya cambiado.
Las facultades son la cantera de nuestro espectáculo. Lo que en ellas les digan o hagan les marcará para el futuro, y les acompañará siempre. Una enorme responsabilidad para quienes les enseñan. Y también, en parte, para quienes en algún momento acudimos a compartir nuestras experiencias con ellos. No olvidemos que es posible que lo que un día les dijimos sea parte de lo que les lleva a tomar uno u otro camino.
Ahora tienen la suerte que nosotros no tuvimos: hacen prácticas y muchas más actividades de las que estaban previstas en esa ya lejana época en que yo era alumna. También tienen muchos más medios a su alcance, aunque hayan perdido el encanto de los apuntes tomados a mano y pasados a mano, o a una Olivetti, con sus colas en la fotocopiadora y todo. Se comunican por medios que nosotros nunca hubiéramos soñado que llegaran a existir, y viven en un mundo global que en nada se parece al nuestro
Pero sus caras son las mismas. Esas caras que en unos años veremos frente a frente en los tribunales. Son, como he dicho, la cantera de nuestro espectáculo, aunque la mayoría permanezcan todavía indecisos acerca de qué personaje van a representar en él.
Desde nuestras tablas, mucho ánimo, que han elegido un mundo donde las cosas no son fáciles. Pero les esperamos ansiosos. La savia nueva siempre se agradece.
Mientras tanto, hagamos lo posible porque ellos no pierdan la ilusión y que ellos hagan lo posible por formarse. La toga no queda tan lejos como en ese momento le parece a uno.
Animo, que os estamos esperando. Puestos en pie y aplaudiendo, por supuesto. Para que la función nunca deje de representarse.
Muuchas gracias por venir y hacerme ver cosas del dia a dia que personalemente no veia.
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