Inmigración: del amor al odio


              Estar fuera del país de cada cual produce los sentimientos mas encontrados. Desde el patriotismo a la nostalgia, desde la necesidad al capricho, vivir fuera del lugar donde hemos nacido no nos es indiferente. En su día, Juanito Valderrama cantaba a El emigrante español que se iba fuera de España, el de Vente a Alemania, Pepe. Ahora somos nosotros quienes recibimos a gente de fuera, a personas que escriben cosa como las Cartas de Alou, y que recuerdan su tierra con una mezcla de nostalgia y pena.

              En nuestro teatro, el elemento extranjero está presente por muchas partes. La extranjería da lugar a multitud de procedimientos jurídicos que van desde la expulsión al derecho de asilo. Pero nuestra manera de reaccionar ante la población migrante y el fenómeno de la inmigración no siempre es la misma.

              Por un lado, nunca deberíamos perder de vista que España fue un país de emigrantes, que las circunstancias políticas primero y económicas más tarde hicieran que a lo largo del siglo XX muchas españolas y españoles tuvieran que dejar nuestra tierra y encontrarse En tierra extraña, como cantaba Concha Piquer, la del famosos baúl que recorría las sete potencias.

              Pero no vayamos tan lejos. Las cosas mejoraron, y la tortilla se dio la vuelta, hasta el punto de que ahora es nuestro país quien recibe a inmigrantes. A veces, más de los que quisiéremos o de los que, según algunos políticos, podemos permitirnos.

              ¿Y cómo los tratamos? Pues depende. Porque no todos son iguales, según parece. De una pare, está esa gente que viene con los bolsillos llenos, o con las expectativas altas de llenarlos, como sucede con futbolistas o millonarios de alto copete. Esos, ni molestan ni plantean problemas. Y nadie los llamaría “migrantes” con tintes peyorativos ni MENAS si fueran menores de edad. Sin personas extranjeras, bien recibidas sin más.

              Pero hay muchos otros, los que vienen porque no tienen nada en su tierra, los que emprenden un viaje incierto con una mano delante y una detrás, porque, como me dijo uno de ellos, su vida es su único patrimonio. Son personas que saltan vallas arriesgándose a morir en el intento, o se embarcan en pateras, o cayucos, o lanchas casi de juguete que han convertido el Mar Mediterráneo en el mayor de los cementerios.

              Por si tuvieran poco, se encuentran con el odio de quienes, sin cortarse un pelo en extender bulos y fake news escampan la hostilidad contra estas personas acusándolas de cualquier crimen real o imaginario que se haya cometido. Y es entonces cuando nos encontramos con frases en medios de comunicación y redes sociales que, con toda irresponsabilidad, expanden esos infundios. Unos infundios que, o rozan el delito de odio () o entran directamente en él.

              Sin embargo, si echamos la vista atrás, hace unos pocos veranos, presumíamos de solidaridad cuando llegaban refugiados desde otros lugares, refugiados como el Niño Aylan, cuya fotografía en la playa, con su cuerpecito inerte nos estrujó el corazón. ¿Por qué entonces tanto y ahora tan poco? ¿Cuándo y por qué hemos cambiado el amor por el odio?

              Pero vayámonos un poco más cerca en el tiempo, a ese momento en que llegaban a este y a otros muchos países personas que huían de Ucrania, debido a la invasión que su país había sufrido y a la guerra que lo asolaba. De nuevo la solidaridad nos desbordaba y se ofrecía asilo, refugio y toda clase de facilidades a las personas que se encontraban en esa penosa situación. Porque lo habían perdido todo, y les queríamos dar otra oportunidad.

              Entonces, ¿qué nos ha pasado? ¿Qué diferencia hay entre unos y otros? ¿Su procedencia? ¿El color de su piel?. Preferiría no responder a esta pregunta de la manera que parece obvia, y que existiera otra explicación, pero no la encuentro.

              Por eso, solo puedo condenar el odio y dedicar mi aplauso a quienes luchan contra eso. De todo corazón

2 comentarios en “Inmigración: del amor al odio

  1. ¿Qué nos ha pasado?: También me hago esa misma pregunta. Y puede que parte de la respuesta esté en que hay muchos lugares sobrepasados, por lo que estaría mejor que bien que algunos políticos se pasearan por esos lugares y dejaran de mirar hacia otro lado ante la avalancha de inmigración irregular.  Sólo en lo que va de año, ha llegado un sesenta y pico por ciento más que en 2023.

    Al igual que usted condeno el odio y comparto su aplauso.
    Saludos

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