Interrelaciones: amistad, enemistad y viceversa


              Había una canción en los 80 que, jugando con un trabalenguas decía que los amigos de mis amigas son mis amigos. Pero no todo el monte es orégano. En las relaciones interpersonales podemos ser desde Friends hasta Amistades peligrosas, pasando por Enemigos irreconciliables. Y es que, en el cine, como en la vida, Todo es posible en domingo. O en sábado, o en lunes, claro está.

              En nuestro teatro, las relaciones interpersonales son la raíz de todo, dentro y fuera de estrados. Pero hoy no vamos a hablar de las relaciones que dan lugar a tantas de las funciones que representamos cada día, sino de otra cosa tan importante o más. Las relaciones entre todos esos personajes imprescindibles que, aun con un papel de reparto, somo imprescindibles en cada función.

              Más de uno y de una, sobre todo por parte de quienes no son habituales de Toguilandia, se preguntará cómo nos llevamos entre nosotros. Como se relaciones jueces y juezas y fiscales, cómo nos llevamos entre nosotros y con los LAJs, y como estos se llevan con funcionarios y funcionarias, y viceversa, así como la naturaleza de nuestras relaciones con otros personajes habituales como médicos forenses o intérpretes. Y por supuesto, como son las relaciones de todos con la abogacía y la procuraduría. Un melón que me dispongo a abrir hoy. Por si acaso, cuerpo a tierra.

              En primer lugar, hablaré de las relaciones entre las carreras judicial y fiscal. Aunque pudiera parecer otra cosa, porque tenemos la misma formación y categoría profesional, además de haber aprobado la misma o similar oposición, hay a veces unas rencillas difícilmente explicables. Nos autodenominamos carreras hermanas, pero siempre hay alguien que añade que Dios dijo que fuéramos hermanos, pero no primos. Y mientras desde la fiscalía solemos achacar a la judicatura cierta prepotencia -se oye mucho eso de que no se quitan la toga ni para dormir-, desde el otro lado suelen sacar ese chiste que tan odioso resulta, de que los fiscales somos Los inmortales porque no podemos pasar a mejor vida. Y ni una cosa ni otra son ciertas. O al menos, no como regla general, que tenemos de todo, como en botica.

              De lo que no cabe duda es que una buena relación entre juez/a y fiscal es una de las claves del buen funcionamiento de un juzgado. Y a veces, hay que ceder y adaptarse para lograrlo. Las cosas no caen del cielo, y las buenas relaciones tampoco. Por contar una anécdota, recordaré mis primeros tiempos toguitaconados, en que, al llegar a mi primer destino, me dijeron que allí “no nos hablábamos con los jueces”. Ni que decir tiene que mi estupefacción fue mayúscula, puesto que una de las razones que me llevó allí fue el hecho de que mi entonces novio, juez, llevaba un juzgado próximo geográficamente. Por supuesto, no hice caso, y no solo no apliqué esa máxima en mis relaciones personales sino tampoco en las profesionales. Y nunca me he arrepentido de ello, por cierto.

              Pero que nadie se enfade, que he dicho que es una de las claves, pero no la única. Otras de las patas del banco esenciales es la relación con el LAJ. La casi desconocida figura de Letrado o Letrada de la Administración de Justicia -antes Secretarios Judiciales- es fundamental para que un juzgado funciones, y sus relaciones con los otros togados del juzgado -juez, fiscal y LAJ llevan toga, y también puñetas cuando le corresponde- y con el funcionariado determinan que el barco llegue a buen puerto. De hecho, más de una vez sirve de puente entre ambos para que el barco pueda navegar.

              Y, si de navegar se trata, es difícil hacerlo si no se rema en el mismo sentido. Y en eso de remar, funcionarios y funcionarias del juzgado tienen mucho que decir. Su buen hacer puede llevar adelante un juzgado por colapsado que parezca, y lo contrario podría llevar a desastre al mejor de los juzgados. Así que, nunca mejor dicho, aviso a navegantes.

              ¿Y qué pasa con los Médicos forenses? ¿Pertenecen al Juzgado o son una institución externa? Pues ni sí, ni no sino todo lo contrario. Aunque hubo un tiempo en que cada juzgado tenía su forense, aunque lo compartiera con otro juzgado, hoy se integran en los Institutos de Medicina Legal y atienden a los juzgados según especialidades y su propio sistema de reparto. Pero, sea cual sea el sistema, lo que está claro es que una relación fluida hace que las cosas salgan. Que es de lo que se trata.

              ¿Y qué pasa cuando necesitamos un intérprete? Pus que, dependiendo del idioma, cuestan más o menos de encontrar. Hay algunos a los que vemos tan frecuentemente que forman parte de nuestro entorno toguitaconado, y otros que, si se trata de un idioma no demasiado usado, cuestan tanto de encontrar como Wally. Una buena fórmula es, de un lado, el respeto a su labor y, de otro, la paciencia, que muchas veces si tardan no es por su culpa si no por causas ajenas a su voluntad. Cosas de la carencia de medios o de la ineficaz distribución de estos.

              Aunque, si de relaciones interpersonales se trata, lo más peliagudo son las relaciones con Abogados, abogadas y procuradores. Las especiales características de su función, que comparten con nosotros la labor de administración de Justicia, pero se diferencian en que no tienen estructura funcionarial, hacen que no siempre seamos todo lo comprensivos que debiéramos los unos con los otros. Y los señalamientos son uno de los puntos calientes del conflicto. Unos tienen que esperar más de lo debido por la acumulación de señalamientos, y otros no entienden que hacer doce juicios en una mañana no es lo mismo que hacer uno solo. Y, aunque la fórmula mágica no existe, confieso que yo tengo una pócima que funciona. Se llama respeto, y cuando la combinamos con empatía, hace que las cosas fluyan mucho mejor de lo que a primera vista pudiera parecer. Y todo esto es aplicable, por supuesto, a las relaciones con la Procura, que comparte mucho de lo dicho respecto a la Abogacía. Otra cosa son las relaciones entre ellos, pero ahí no pienso meterme, no vaya a ser que salga escaldada. Que más sabe la diabla por vieja que por diabla.

              Y hasta aquí, este pequeño repaso de las relaciones en nuestro mundo. Evidentemente, hay excepciones, y hay quienes se llevan como el perro y el gato. Para ellos, los tomates. Los aplausos, para quienes lo hacen bien. Y ovación extra, si le añaden una sonrisa, que siempre lo mejora todo

Deja un comentario