Musicales: Cantando bajo los Códigos


              El género musical es uno de los más celebrados del cine y del teatro. De hecho, los musicales cuelgan el cartel de No hay entrada con mucha frecuencia, y hay algunos, como El rey LeónEl Fantasma de la Ópera que no dejan de batir récords de representaciones. Y los que batirán.

              En nuestro teatro, obviamente, no representamos musicales. Pero a veces tenemos más relación con algunos títulos de lo que pensamos. No olvidemos que Priscila y Cabaret ya protagonizaron sendos estrenos en su día, relacionados, además, con los delitos de odio, como también lo estaba un cuento inspirado en West Side Story

              Pero no son los únicos musicales que podemos citar en Toguilandia. Empezando por el principio, como se empiezan las cosas, nadie me negará que más de una vez hemos empezado el día, como Mecano, gritando eso de que Hoy no me puedo levantar. Y es que cuesta, como la Fama de aquella profesora que no paraba de decir en cada representación que íbamos a empezar a pagarlo con sudor. Y no mentía, vaya, que más de un soponcio nos hemos llevado en algún juicio que nos ha hecho exclamar Mamma mía en todos los idiomas posibles.

              Los temas jurídicos, como decía, parece que no tienen cabida en el musical, pero a poco que rasquemos, aparecen. Ya he hablado del odio y la desigualdad de Cabaret, por el nazismo y toda su carga de discriminación, de Priscila, reina del desierto, por la homofobia, y de West Side Story, por el racismo. Incluso podemos hablar de discriminación por el aspecto físico en la aparentemente almibarada La bella y la bestia.  Pero no solo los delitos de odio tienen protagonismo.

              Incluso, en su día, se acusó de blasfema la obra de Jesucristo Superstar, es decir, lo que hoy sería un delito contra los sentimientos religiosos. Y que decir de lo que se cuestionó Hair, con su exaltación de la libertad de todo tipo. Menos mal que algo hemos avanzado.

              La jurisdicción de menores, en especial en su rama de protección, tendría un gran protagonismo, si se lo permitieran , en Annie o en Los chicos del coro, y en la de reforma en alguna de las gamberradas de los protagonistas de Grease que, aunque no lo pareciera, se suponía que eran menores de edad porque iban al instituto. Como también iban, sin tanto desfase entre la edad real y la de ficción, los protagonistas de High School Musical. También es menor de edad, obviamente, la protagonista de Mathilda.

              Y, como digo siempre, no solo de Derecho Penal vive el jurista, así que podemos darnos un paseo por la jurisdicción laboral con la huelga del padre de Billy Elliot y sus compañeros, o con el paro que es el leit motiv de Full Monty. Que no se diga.

              Además, como ocurre siempre, en Derecho hemos de hacer una labor de visibilizar las cosas que no son visibles, como las fatigas que pasan los protagonistas de Los Miserables simplemente por hacer nacido en el lugar y el tiempo equivocado. Y, hablando de invisibles, nadie más invisible que El fantasma de la ópera.

              Pero, si queremos un verdadero tratado de Derecho Penal hecho musical, no podemos dejar de citar Chicago donde, además, se exalta la igualdad de género incluso a la hora de cometer los peores crímenes, con ese antológico tango de las asesinas que no tiene desperdicio.

              No obstante, cuando de musicales y Toguilandia se trata, siempre recuerdo una anécdota que me atañía personalmente. Cuando yo me examiné de la oposición, como quiera que había un caso práctico, aprobábamos la parte teórica y aun nos quedaba un trago. En mucho casos era casi un trámite, porque coincidía el número de aprobados con el número de plazas a asignar. Pero no fue así en mi tribunal, donde teníamos que pelear 40 personas para la mitad de plazas. Alguien muy ingenioso nos bautizó como Los 40 principales y con ese nombre nos quedamos hasta que la corrección del caso práctico, la suerte, o lo que sea, nos redujo a la mitad exacta que debíamos ser. Cosas que no se olvidan, sobre todo por lo que me supusieron.

              Y hasta aquí, el estreno de hoy. Ya sé que no será como el musical de Queen, de Elvis o de Michael Jackson, pero podemos llamarle el musical de Toguilandia. Y dar e aplauso, por supuesto, a todos y todas sus protagonistas. Gracias por estar ahí.

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