9 años: casi nada


                No sé si el número 9 tiene algo especial. A mí siempre me vienen a la cabeza lo de los 19 días y 500 noches de Sabina, y por supuesto, las inolvidables 9 semanas y media pero también hay películas que juegan con esta cifra: 9 días, Número 9 o, simplemente 9. Y 9 era también el número del canal autonómico de Valencia, mi tierra, y todavía lo tenemos en el dial nº 9 aunque ahora se llame Apunt. Por algo será.

                En nuestro teatro no sé si el 9 puede tener alguna trascendencia especial, aunque a buen seguro lq tendrá para los condenadoS a 9 años, 9 meses o 9 días de prisión o de localización permanente. O de multa , que también se mide en días aunque sea una pena económica.

                Pero hoy no iba a hablar de penas, sino de una gran alegría. El blog cumple 9 años, ahí es nada, y hay que celebrarlo como toca. Tal como venimos haciendo cada año llegado el 18 de julio. Que, la verdad, ya podía haber estado más fina para elegir el día, pero es lo que hay. Me consuelo pensando que ese día se celebra Santa Marina, mi segundo nombre según mi partida de nacimiento hasta que lo hice desaparecer de mi DNI, por razones prácticas más que por otra cosa.

                No voy a retrotraerme a aquel día, hace ahora nueve años, en que decidí convertir mi informe preliminar para el tribunal del Jurado, donde comparaba nuestra actuación con la que desarrolla en las tablaS del escenario. No imaginaba, aquel día lejano en que abría el telón por primera vez, que iba a seguir semana tras semana, inasequible al desaliento, contando las cuitas y las alegrías de Toguilandia, compartiendo relatos y tratando de poner humanidad a un mundo que todavía parece muy lejano.

                No sé si lo he conseguido, pero lo bien cierto es que cada semana un montón de personas siguen leyendo mis cosas, haciendo comentarios y compartiendo impresiones. Y yo, tan feliz.

                Este ha sido un año peculiar -por llamarlo de algún modo- para la Justicia. Ha sido, sin duda alguna, el año de las huelgas, celebradas o anunciadas. Dieron el disparo de salida  los LAJ , en una vuelta de tuerca que nadie creyó que llegara después de mucha negociación infructuosa. Fue como el cuento del lobo, tantas veces se dijo que la cosa podría acabar en huelga que nadie pareció tomarlo en serio. Pero llegó, y causó lo que por su propia naturaleza causa una huelga: molestias a todo el mundo. Y, aunque es cierto que en ocasiones se podía haber gestionado mejor, y avisar al menos de las suspensiones en que profesionales y justiciables habían de hacer un desplazamiento considerable, se desarrolló del modo que se ha de desarrollar una huelga. Solo que en Justicia no estamos acostumbrados a eso.

                Pero, como dice el refrán, nunca dura la alegría en la casa del pobre, y jueces y fiscales quisieron -¿quisimos?- subirnos a un carro que no habíamos puesto en marcha. Y de nuevo la sombra de la huelga empezó a planear por Toguilandia, aunque al final la sensatez se impusiera y no llegara la sangre al río. Esperemos que mantengan lo negociado y no quede todo en agua de borrajas, que yo, como Santo Tomás, hasta que no lo vea no lo creeré.

                Y, como no hay dos sin tres, el funcionariado quiso hacer valer también sus legítimas aspiraciones y ellos sí se pusieron en huelga. Una huelga que al final ha quedado un poco descafeinada por la incertidumbre que han generado los resultados electorales y el adelanto de las elecciones generales en pleno verano, pero que también ha causado sus efectos.

                PoR su parte, los Médicos forenses también hacían algún órdago que tampoco ha florecido. De momento.

                Y, como guinda del pastel, ese colectivo que no hace huelga pero sí se moviliza, y con razón: la abogacía. Y, en especial, el turno de oficio, cuya fundamental función no acaba de ser reconocida de un modo digno, acorde con su importancia. El cuento de nunca acabar.

                Así que las tablas de nuestro escenario se han enfrentado a suspensiones de funciones, tal como pasa en el mismísimo Hollywood, con la huelga de guionistas a la que se han unido actores y actrices. Para que luego digan que no acerté con el paralelismo con la farándula.

                Este último año, además, nos hemos visto afectados por otro acontecimiento excepcional que, aunque suena más lejano, acaba influyendo en todo: la guerra de Ucrania. Esa invasión que se suponía que iba a durar cuatro días y ya lleva más de un año, y lo que te rondaré morena. Con la crisis que trae consigo. Y ya sabemos que, en cuanto hay crisis, la justicia, la hermanita pobre de la Administración, se resiente.

                Per hoy es día de celebración, así que dejemos por un día las miserias y vayamos a lo que vamos. Os invito a ese feedback que tanto agradezco. Contadme sin miedo, aunque sea para criticar. Por favor

                No me olvido del aplauso. Y esta vez ha de ser, cómo no, para el público fiel que me lee todas las semanas. Aunque suene a tópico, sin ese público este teatro no tendría sentido. Y, por descontado, un aplauso extra para @madebycarol que, una vez más, ilustra mis palabras. Mejorándolas, claro está.

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