
El despecho, la revancha o la venganza en temas sentimentales ha dado para mucho en la literatura y el espectáculo. Títulos como Revenge o Venganza dan idea de hasta donde puede llegar el ser humano cuando se siente despechado por amor, y ahora mismo la canción de Shakira y Bizarrap dedicada -presuntamente, claro- al ex de la cantante está haciendo correr ríos de tinta. Y no es para menos.
En nuestro teatro, las venganzas por estos temas están a la orden del día. No son tan brillantes artísticamente hablando como la de la colombiana ni tienen tanta repercusión, pero desde la porno venganza, que ya ha adquirido carta de naturaleza, hasta otras muchas conductas encuadradas en las coacciones, la integridad moral, la intimidad e incluso, la violencia de género y doméstica, podemos encontrar muchos y variados ejemplos. Así que vamos a ello.
Nada más escuché la canción y me percaté de la repercusión estratosférica, me vino a la cabeza un caso que tuve hace mucho tiempo. Se trataba de un tipo que, después de que su novia le hubiera dejado por otro, se dedicaba a ponerse debajo de su casa, aparcado con su coche y con la música a todo volumen reproduciendo una y otra vez el mismo tema: Mariposa traicionera, de Maná. Ahí queda eso. Para quien tenga la curiosidad, diré que el individuo acabó condenado no solo por un delito de coacciones -entonces no existía el delito de acoso en el Código Penal- sino también por varios quebrantamientos de medida cautelar. Y es que, para desesperación de su abogada, hacía caso omiso a las advertencias de que no repitiera tal conducta. Solo un fragmento de la letra sirve para hacerse una idea: “vas de boca en boca, fácil y ligera de quien te provoca”. Ahí queda eso.
Menos poética y más frecuente es lo que se ha dado en llamar la porno venganza, en que el sujeto despechado se dedica a publicar cosas para perjudicar a la causante de su despecho. En ocasiones, los famosos videos e imágenes íntimas que motivaron que, tras el fracaso jurídico del caso de Olvido Hormigos se tipificara esta conducta, y en muchos casos la difusión de los datos de contacto de la víctima anunciando sus “servicios sexuales” en cualquier red. He visto casos de mujeres desesperadas que tenían hasta 100 llamadas en un solo día solicitando una cita. Poca broma.
Lo que hace Shakira en este caso tiene su enjundia. Y no porque sea nada nuevo, sino por otras muchas razones, además de las puramente artísticas, que las hay. ¿Nadie recuerda aquella canción de Alaska y Dinarama que todavía cantamos a voz en grito en verbenas y saraos titulada “¿Cómo pudiste hacerme esto a mí?”? Pues, para jóvenes y desmemoriados, reproduzco un trozo bien ilustrativo: “La calle desierta, la noche ideal, un coche sin luces no pudo esquivar un golpe certero y todo terminó entre ellos de repente” A ritmo machacón, repite varias veces que no se arrepiente, que volvería a hacerlo y que son los celos. Es decir, un caso de violencia doméstica como la copa de un pino. Y por supuesto que ni da nombres ni está basado en hechos reales, pero yo, si fuera Mario Vaquerizo, me cuidaría de no serle infiel. Por si las moscas.
Por la misma época, pero al otro lado de la pareja, los Hombres G tenían un gran éxito –Sufre, Mamón– focalizando su venganza en el niño pijo con un Ford Fiesta blanco y un jersey amarillo que les levantó a la novia. Es cierto que su represalia, consistente en llenarle el cuello de polvos pica-pica podría no ser gran cosa, pero cantarlo les dio un éxito sin precedentes que, como el anterior, seguimos berreando a pulmón en cualquier fiesta remember que se precie. O no remember, vaya.
Mucho mejor eso que lamerse las heridas como hacían Los pecos con su voz en falsete llorando por el parque sus amores no correspondidos, o el mismísimo Fary penando porque ella se iba a casar con otro que no era él, y además con el vestido que tendría que usar para su boda. Ya hay que tener mala leche.
Y ojito, que dicen las malas lenguas que Julio Iglesias hizo un Shakira muchos años atrás cuando se lamentaba cantando Hey. Le decía a su destinataria -ahí dejo espacio a la imaginación- que no fuera presumiendo por ahí diciendo que no podía estar sin ella. Y, por supuesto, entonces, que no teníamos la piel tan fina para algunas cosas, pensábamos que ella podía decir lo que le viniera en gana y él cantar lo que tuviera a bien. Acabáramos.
Por supuesto, no podría dejarme en este pequeño repaso a Paquita la del Barrio, cuyo tema poniendo a su ex de hoja perejil llamándole «rata inmunda» entre otras lindezas ha vuelo a sonar gracias a Shakira. Y no olvidemos tampoco a la Jurado, que era la más grande hasta para insultar a su propio: «es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y caprichoso, un payaso vanidoso, inseguro de sí mismo, falso enano rencoroso que no tiene corazón». Por cierto, juro que esta retahíla la escrito de carrerilla, sin mirar Google ni nada. Y es que me la aprendí de memoria siendo una niña viendo la tele, allá por finales de los 70. Imaginad la cara de mi madre cuando escuchó mi voz angelical cantando semejante ristra de improperios. Pero hemos sobrevivido. Ambas (mi madre y yo, no la Jurado, como todo el mundo sabe)
Otra experiencia curiosa con este tipo de canciones -¿o debería decir himnos?- la tuve no hace mucho yendo con mi hija en el coche. Sonaba un programa de canciones dedicadas, y alguien dedicaba una canción a toda su familia. Mi niña y yo nos quedamos de pasta de boniato cuando descubrimos que la canción dedicada era la de C Tangana “Tú me dejaste de querer”. Que nada menos dice que le dio la espalda cuando más le necesitaba, así que para imaginar las relaciones en esta familia. Mucho me temo que alguna que otra visita habrán hecho a Toguilandia.
Pero volvamos a Shakira y al derecho ¿Podría ser demandable o denunciable por el aludido la canción? Pues en la vía penal, difícilmente. Por un lado, tenemos la exceptio veritatis -para quien no lo sepa, se trata de probar que la supuesta calumnia o injuria son verdad-, y que no le digan a la colombiana que no puede probar lo de la suegra de vecina, la prensa en la puerta ni la deuda en Hacienda, porque es verdad verdadera. Y, además, lo de la suegra podría ser hasta una causa de justificación porque hay algunas que dan para varios post. Que le pregunten a mi amigo Paco Rosales si no.
Y aquí lo dejo. O no, porque no me voy a privar de decir que a mí me encanta que de una vez se acabe el cliché de la mujer despechada que llora por las esquinas y se encierra en su cuarto. Ella lo pone verde y tiene la posibilidad de que todo el mundo lo sepa, así que, porque ella lo vale. Por eso le daré el aplauso de hoy. Eso sí, sin que sirva de precedente.