
El género autobiográfico es uno de los más difíciles de cualquier vertiente artística. Quien escribe sobre sí misma se derrama en cada palabra hasta quedarse exhausta, y los sentimientos salen a flor de piel. Tengo claro que no soy Almodóvar rodando Dolor y gloria, ni tampoco pretendo serlo, pero hoy toca hablar de mí misma. Y de mucha más gente.
En nuestro teatro somos gente poco dada a expresar sentimientos. Poco o nada. Y además tenemos la mala costumbre de quejarnos cuando las cosas están mal pero no decir nada a quien las hace bien. Y de vez en cuando, viene bien una palmadita en la espalda.
De eso era de lo que quería hablar precisamente hoy. Esta semana fui objeto de una canallada. Quede claro que, pese a ser yo fiscal y este blog hable de Derecho, me cuido muy mucho de calificarla jurídicamente. Tiempo habrá para ello por quienes corresponda, en cuyo oficio confío a pies juntillas, como no podía ser de otra manera.
La canallada en cuestión consistió -y consiste- en la obra de un incalificable sujeto que abrió una cuenta en Twitter con mi imagen y mi nombre de pila, donde me llamaba “fiscal feminazi” entre otras lindezas y donde se dedica a emitir mensajes que, sin ninguna duda, me desprestigian. O, mejor dicho, pretenden hacerlo porque, visto lo visto, no lo ha logrado. Le molesta al sujeto en cuestión que me dedique a luchar por la igualdad y a combatir la violencia de género. Y llega hasta el punto de utilizar el asesinato de una niña de 6 años por su madre para escupir su veneno y su inquina.
No voy a extenderme más en lo negativo, porque lo que de verdad me interesa es lo positivo. Porque, como dice una buena amiga, la verdad solo tiene un camino y, como dice mi madre, de una cosa mala pueden salir varias buenas.
La existencia de dicha cuenta llegó a mi conocimiento casi al mismo momento de abrirse, y también llegó al de otra persona, que no sé si decir que actuó más como profesional que como amiga o, al contrario. Loreto Ochando, periodista de El Plural y colaboradora de otros medios, cuya amistad me precio de tener, me llamó inmediatamente. Esto hay que sacarlo, me dijo, no puede quedar así. Y yo, pese a que soy más de aplicar lo de “no hay mejor desprecio que no hacer aprecio” acabé dándole la razón. La cosa había traspasado unas cuantas líneas rojas, y no podía quedar en nada. Ni ella ni yo podemos permitirnos gritar a los cuatro vientos que hay que denunciar los atropellos y luego no hacerlo cuando nos escuece.
La reacción fue inmediata y absolutamente abrumadora. Ya se ha hablado de ello desde un punto de vista objetivo, citando las personalidades de muchos ámbitos que demostraron públicamente su apoyo, pero yo hoy quiero contar la parte subjetiva, la de cómo me hicieron sentir. Espero ser capaz de transmitirlo, aunque no es fácil.
No sé si alguien se pude hacer una idea lo que supone para una fiscalita toguitaconada que cada semana se asoma a estas páginas para contar cosas de su oficio, verse de repente arropada por tierra, mar y aire. La delegada de gobierno para la Violencia de Género, la Ministra de Justicia, miembros de las Cortes Valencianas o concejales de mi ayuntamiento eran la punta de lanza, junto con periodistas, escritores y un montón de gente. Juristas de todas las procedencias y todos los colores, incluso los que se encuentran años luz de mí, mostraban su adhesión pública y privadamente, sin fisuras. También lo hacía la asociación de fiscales a la que pertenezco, la Unión Progresista de Fiscales, la Asociación Mujeres Juezas y Jueces y Juezas para la Democracia en un comunicado que agradezco enormemente.
Pero tal vez lo que más me impresionó fue el apoyo institucional, desde el primer momento, de la Fiscalía General del Estado. Por una vez el refranero se equivoca a decir que “nadie es profeta en su tierra”. Y, por descontado, de mis jefes, tanto de la Fiscalía Provincial como de la Superior. Y tal vez lo que más me gusta de ello es que han valorado mi actuación como fiscal más allá de hacer juicios o estar en la guardia. Y eso, como dice el anuncio, no tiene precio.
Todavía humea mi móvil con mensajes privados de apoyo, de ánimo y de reconocimiento, todavía me siguen llegando palabras de aliento y de cariño. Todavía sigo abrumada
Por eso, no podía hacer otra cosa que dedicar el estreno de hoy a decir “gracias”, con una imagen de mi querida @madebycarol que siempre pinta mis pensamientos como si estuviera dentro de mi cabeza. Para ella y para todas las personas que me habéis demostrado que no estoy sola, va el aplauso de hoy. No nos callarán, por más que nos insulten y nos pisoteen. No nos callarán porque la razón está de nuestro lado.
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Bravo y sumo mi humilde ENHORABUENA por el buen hacer personal y profesional.
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Ladran, luego cabalgamos.
Ánimo, ni caso al odiador y un fuerte abrazo!!!!
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