
Hoy en nuestro teatro estrenaremos un post muy especial para un momento muy especial. Mi promoción de fiscales, la XXXVI, cumple 30 años, ahí es nada, y cuando leáis esto lo estaremos celebrando. Justo acabaremos de oír este monólogo, que publico a continuación de que sus primeros destinatarios, mis compis de promoción, lo hayan escuchado en primicia. Espero que os guste
Buenas noches a todas y todos.
Probablemente, penséis que soy una fiscal que ha venido aquí a contaros un rollo de los vuestros. Es más, igual me decís lo que m dice mucha gente, que si soy esa de los tacones y la toga que anda todo el día dando la vara en redes. ¿Cómo voy a ser yo esa petarda? Si soy, desde luego, mucho más guapa, dónde va a parar.
La cuestión es que no, no soy una fiscal. Soy una agente infiltrada del Ministerio del tiempo. O, mejor dicho, del Ministerio Fiscal del tiempo. Mis jefes me han encomendado una misión especial: ir al año 1992 y contar de primera mano cómo eran los fiscales -y las fiscales, que las había y muchas- entonces. Y allá que me fui. Y he venido a contaros lo que vi porque lo vais a flipar. Os lo aseguro.
Como es lógico, me fui a buscar al fiscal al Juzgado de guardia. No a una ciudad grande, sino a una cosa más medianita, que cae todo más a mano. Y cuál no sería mi sorpresa al no encontrar rastro de fiscal alguno
- Ni está ni se le espera -oí a alguien por lo bajini i con una importante dosis de mala leche
Pero no me vine abajo, claro. Y m puse a indagar, haciendo preguntas como está mandado
- Llegará cuando haya una comparecencia de prisión. ¿No?
Lo deje caer, como si nada. Y como es decía, lo vais a flipar. Me dijeron que no hay comparecencias de prisión, que a ver eso qué es si el juez puede meter en prisión a quine le dé la gana sin comparecencia ni nada, Confieso que me tuvieron que cerrar la boca de la impresión, pero disimulé y seguí adelante como si nada.
Mi siguiente paso no fallaría, lo tenía bien pensado
- Parece que hay una mujer fuera que quiere denunciar violencia de género- dejé caer- Habrá que avisar al fiscal para la comparecencia de orden de protección
Os juro que si me hubieran salido dos cuernos verdes en medio de la frente no hubiera visto mayores caras de asombro. Allí nadie sabía qué era la violencia de género ni el alejamiento, ni nada de nada
- No te estarás refiriendo a la pena de destierro ¿verdad?
De paste de boniato. Así me quedé. Así qu cambié de estrategia. Iría por las instalaciones en busca del fiscal perdido. Todo antes que presentarme ante mi jefa sin haber cumplido la misión.
Me senté en una mesa de las que había, porque no encontré despachos, y no os podéis imaginar qué vi. Alucinante. Nada de ordenadores ni similares, pero había un artefacto muy curioso. Tenía un teclado como el del ordenador pero había que hacer excavaciones sobre cada letra para conseguir que se moviera. Y nada de impresora, aunque salía un papel por una rueda muy extraña. Y ni una sola pantalla. Aún no me he recuperado de la impresión porque, además, solo había unas pocas cosas de esas. El resto eran bolis de los de toda la vida.
Cuando ya estaba a punto de tirar la toalla, vi algo que me resultó familiar. Un par de chias bastante jóvenes se devanaban los sesos ante un papel en el que rellenaban palotes. Una, con boli verde porque dijo que no encontró otro. Me acerqué y el papel me resultó familiar. Sus maldiciones aun más. Albricias. Estaban rellenando la estadística de fiscalía, esa cosa absurda de la que ayer mismo m hablaba el fiscal con el que me informé antes de empezar la misión. Era idéntico al de ahora. Había encontrado lo que buscaba.
Por si acaso, me quedé un rato contemplándolas y su conversación confirmó mis sospechas
- Pues tendremos que espabilar, que en nada nos dan la instrucción
- ¿Tú crees que es inminente eso de la instrucción al Ministerio Fiscal?
- Claro. Lo ha dicho el ministro
No cabía duda. Había encontrado lo que buscaba. Mi misión había sido un éxito.
Ahora solo queda una incógnita por despejar: ¿habré merecido el aplauso?