Qué molesta … (III) : LAJS y función pública


              Si segundas partes nunca fueron buenas según el refrán, si se trata de terceras partes ya la cuesta se vuelve empinada. Sin embargo, el mismo refranero dice que no hay dos sin tres y a la tercera va la vencida. En el mundo del arte, no disgusta tanto el número 3. Y así, aunque Tres eran tres las hijas de Elena -y ninguna era buena- también era tres Las tres gracias de Rubens y tres tablas las que componen los trípticos tan frecuent4es en la pintura. En el cine -y antes en la tele- tres son Los ángeles de Charlie y tres también Las tres mellizas. Así que podemos asumir el riesgo de lanzarnos a una tercera parte Sin miedo a nada. Que sea lo que Dios quiera.

              Ya vimos en los dos estrenos anteriores lo que, dentro de nuestro teatro, molestaba a miembros de la judicatura, de la fiscalía y de la abogacía. Pero ahí no se quedan los protagonistas de Toguilandia. Nos quedan algunos por ver que tienen tanto o más derecho a molestarse. Así que vamos al lío.

              Respecto de los LAJS, letrados y letradas de la Administración de Justicia, hay quien se siente molesto incluso por el nombre. Así me lo reconoce una LAJ tuitera, que no se siente cómoda con esta denominación. Es cierto que la anterior, la de Secretarios judiciales también daba pie a muchos equívocos, entre ellos el más conocido y molesto el de confundir la función de secretario o secretaria judicial con la de secretaria del juez, y entender que, como en la canción de Mocedades, tan pronto estaba para servir un café, como para comprar un ramo de flores a una invitada a quien se quiera obsequiar. Ayudó bastante a esta deformación la segunda parte de la serie Turno de oficio, que no hacía honor a su celebrada antecesora y que dio lugar, incluso, a una queja formal del colectivo. Y con razón.

              Sé que a muchas LAJS, y así me lo han dicho más de una vez, les molesta sobremanera esa manía de alguna de las partes de interrumpir en mitad de un interrogatorio para, supuestamente, enfatizar, diciendo “que conste en acta”. Por supuesto, como he oído responder con una buena educación no exenta de ironía, en acta consta todo, y esa frase, llevada a sus últimas consecuencias, supondría poner en tela de juicio la profesionalidad de quien es responsable de dicha acta. Pero en la actualidad, con la grabación de los juicios, la frasecita de marras se convierte en una solemne tontería porque es obvio que consta eso y todo. Solo faltaba que se anduviera seleccionando qué grabo y qué no. No obstante, de vez en cuando sigo oyéndolo. Y sigo mirando al LAJ con una sonrisa de resignación.

              En cualquier caso, una de las quejas más comunes de los LAJS es el desconocimiento de su labor, de su categoría y de su importancia en el proceso. Y eso no solo por parte de quienes van al Juzgado sino también por parte de las instituciones, que no siempre han sabido reconocerlos. Baste decir que a la trascendental función de ser depositarios de la fe pública judicial -algo así como nuestros notarios- y quienes tienen encomendada la custodia de los autos y la dirección de la oficina judicial, se le ha sumado desde hace tiempo la posibilidad de dictar importantes resoluciones en diversos ámbitos, algo que antes solo competía a Sus Señorías. Esto hade suponer una redistribución del trabajo, pero también una potenciación de la figura del LAJ. Que sea en buena hora.

              Y, si los LAJs se quejan de falta de reconocimiento, cuando se trata de funcionarios y funcionarias sus quejas son todavía más generalizadas. No son pocos quienes lamentan que no siempre se dirigen a ellos con la educación correspondiente, aunque también aquí hay de todo. Confieso que también he escuchado quejas en sentido contrario, aunque mi experiencia siempre ha sido de lo más exquisita.

              Las quejas de quienes pertenecen la función pública de Toguilandia van también en otros sentidos, además de la sempiterna falta de medios que nos agobia a todos. Como funcionarios, padecen el problema de la necesidad de un concurso para acercarse a casa y organizar su vida, que no siempre llega a tiempo. Y, si de interinos o interinas se trata, se añade la incertidumbre de un futuro incierto. Nada que no pase en otros ámbitos de la Administración.

              Pero lo que, al parecer, no ocurre en otros ámbitos, es la división escalafonal y las fórmulas de cortesía tan marcadas. Me cuenta alguien desde twitter que es fue una de las cosas que más le llamó la atención: la rigidez en el uso del usted, en las fórmulas de cortesía y en los formalismos varios. Y es que en Toguilandia siempre hemos sido un poco rancios, la verdad. Aunque poco a poco vayamos modernizándonos. Pero confieso que a mí también me chocaba cuando llegué a este mundo. De la noche a la mañana pasé de ser una mindundi, a oír como me llamaban Doña Susana personas que me doblaban la edad. Y confieso también que siempre que lo oía pensaba en Susanita, mi tocaya amiga de Mafalda.

              Aunque una de las quejas que más me han dolido como mujer es la de una funcionaria que cuenta que en su puesto de trabajo, los sesgos machistas persisten de tan modo que, a pesar de que sus compañeras y su compañero tienen la misma categoría, todo el mundo da por bueno que ellas sean quienes atiendan el teléfono o al público y cosas semejantes, y él se dedique a lo que se considera “importante”, la tramitación de las causas sin que nadie le moleste. No creo que sea generalizado pero el machismo todavía campa por sus fueros en muchos sitios. Esperemos que pronto sea una mera anécdota de tiempos pasados.

              Hasta aquí, unas pinceladas de algunas de las cosas que molestan a dos colectivos tan importantes. Gracias de nuevo a quienes desde redes han hecho posible con sus aportaciones la redacción de este post. Suyo es el aplauso de hoy.

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