
Hoy en Con Mi Toga Y mis Tacones adelantamos un día la fecha de estreno porque tenemos una invitada muy especial. . Hoy, 2 de junio, es el día de lucha contra los transtornos de la conducta de la alimentación y alguien a quien quiero y respeto se ha puesto en contacto conmigo proponiéndome que sirviera de vehículo a su experiencia. Y claro, no solo le he dicho que sí sino que la quiero y la respecto todavía más.
Celia ha compartido su período de prácticas conmigo, y he sido enormemente afortunada de tenerla a mi lado. Como ella y su compañera Sara dicen, yo soy mamá pato y ellas mis patitas. Y hoy sy una mamá pato especialmente orgullosa. Podría decir que el patito feo se convirtió en cisne sino fuera que el cisne siempre estuvo ahí.
Aquí os dejo la experiencia de Celia y el dibujo de @madebycarol para ilustarla. No creo que deje indiferente a nadie. Pero no dejéis de compartirla, es posible que estemos salvando vidas. O mejorándolas, como Celia ha mejorado la mí desde el mismo momento en que se empeñó, por tierra, mar y aire, en hacer el Practicum conmigo. Ni que decir tiene que el aplauso hoy es para ella
“Qué rápido pasa cuando no te estás dando cuenta”
Hace casi un año que empezó toda esta aventura, o pesadilla a la que puedo llamar TCA.
Es curioso como funciona la mente, pero lo más curioso es el cuerpo. Hace unos meses ni
siquiera sabía lo que era somatizar.
Pues bien, para los que no lo sepáis, el cuerpo reacciona de formas muy distintas frente a
los sentimientos que tenemos y acumulamos por dentro. Algunos lloran, otros tienen
problemas de piel, otros con su vello, y en otras ocasiones los problemas emocionales se
convierten en problemas con la comida.
Todo esto para variar de la mano de un diagnóstico de depresión y de ataques de ansiedad
constantes.
Y empieza la aventura a la que más le temes, no te puedes explicar como has pasado de
ser una de las personas más feliz y vital de este mundo a convertirte en una sombra más,
que toma más medicamentos y pastillas que una farmacia.
No comprendes como algo que siempre has apreciado se convierte en una lucha interna
cada día, como cada comida se ha convertido en una discusión con tu familia, como un
plato te asusta más que la muerte y como lloras cada día por lo vacía y rota que te sientes
por dentro.
Empiezan los psicólogos, los psiquiatras, las preguntas, el esconderte y el fin de la vida
social. Empiezas a tener que dejar a un lado todo aquello que te hacía feliz, porque tan solo
un paso en tu vida puede llegar a matarte. Porque te pasas más horas en urgencias por las
veces que te has desmayado, que en un bar con tus amigas.
Empiezan las pérdidas de memoria, la caída del cabello, las capas de ropa térmica incluso
en pleno marzo, la pérdida de la regla y la ropa grande.
Y te preguntas constantemente, como ha podido pasar esto, pero sobre todo, como no he
podido darme cuenta de lo que estaba pasando y como no he podido pedir ayuda.
Y me reitero, que peligroso es somatizar, que peligroso es sufrir algo que te rompe por
dentro en un momento puntual de tu vida y ser incapaz de contarselo a la gente que te
quiere, porque cuando no cuentas un problema o una preocupación puede acabar
derivando en algo tan serio como esto.
Quién me iba a decir, que el fallecimiento de mi abuela, la persona que más quería en este
mundo iba a venir acompañado del peor año de mi vida, un año en el que la mitad de mis
recuerdos no existen, en los que pilotaba una persona que no era yo. En los que era una
cáscara vacía que se dejaba llevar por el viento. Porque alejar a mi familia y amigos era lo
mejor que podía hacer por ellos.
Un año en el que todo era sentimiento de insuficiencia, en los que no tenía ganas de comer,
o incluso de levantarme de la cama.
Esta enfermedad me ha traído tantas cosas malas.
Hace poco me preguntaron, que si alguna vez me había planteado si quería volver a estar
así de delgada. Porque claro antes de empezar la recuperación, tantísimas personas me
dijeron lo guapísima que estaba y lo delgada y estupenda que me había quedado. Que
pena que no supieran que detrás de ese cuerpo tan bonito que ellos veían había una
depresión de caballo, un sentimiento de soledad y una persona rota por completo.
Y obviamente mi respuesta es clara, JAMÁS en la vida volvería a permitirme a mi misma
estar en la situación en la que empecé esto. No sólo porque he aprendido a exteriorizar mis
problemas y mis sentimientos sino, porque esta enfermedad me ha costado la vida. Y no
solo la mía.
Esta puta enfermedad ha tenido a toda mi familia llorando delante de una báscula, ha tenido
a todos mis amigos llorando cada vez que me abrazaban, ha tenido a mi abuelo
apoyándome y tocándome en la espalda mientras lloraba delante de una tortilla francesa. Y
ha tenido a toda la gente que me rodea preocupada por mí.
Es importante que un TCA no solo afecta al paciente sino también a su entorno y seres
queridos.
Porque pasé de ser un torbellino de energía a ser la persona con menos luz de este mundo,
porque acabó temporalmente con mis sueños, y con mi vida social.
Vivía en una constante línea roja que significaba que tu vida corre peligro, donde cada
miércoles tienes que subirte en una báscula, donde te hacen preguntas.
No podía durante un tiempo ni siquiera salir de casa, tenía prohibido entrar a la cocina, cada
gramo de la comida se pesaba, no te levantabas hasta que se acaba el último grano de
arroz del plato, y cada visita al médico era un nuevo medicamento para la lista.
También podría decir que esta enfermedad me ha traído cosas buenas, para ser concretos,
me ha hecho ver la maravillosa familia que tengo, lo increíbles que son mis amigos, que han
celebrado cada logro y me han apoyado en cada recaída. Y el novio de 10 que tengo a mi
lado, que ha pasado horas y horas en mi sofá en la época que no podía ni moverme, ha
seguido cada pauta de cocina que le han dado y me hace sentir querida y preciosa cada día
del año.
Y es que qué curioso, cuanto aprendes con estas cosas, te das cuenta de lo importante que
es la vida, lo bonita que es y lo mala que es esa nube que no te deja ver las cosas como
son.
Yo he sido capaz de quitar esa nube de mi cabeza, hay días en los que vuelve, como es
normal, pero ya están las personas que me quieren alrededor para hacer que se disipe lo
más rápido posible.
Con esto quiero darle la visibilidad que se merece a una enfermedad tan tabú. Qué poco se
habla de ella y que importante es, porque jolin cuanto daño puede hacer a cualquier
cabecita inquieta.
No me avergüenza ni la cantidad de medicamentos que me tomo al día, ni lo grande que me
viene la ropa en algunas ocasiones, ni tener que comer con un tenedor especial, ni tampoco
reconocer que he tenido y puede que aún tenga depresión y un TCA.
Ayer la nutri me dijo que en septiembre me dan el alta, y lloré como una de las personas
más felices de este planeta, soy consciente de todo el camino que me queda por recorrer,
pero es una batalla que no estoy dispuesta a perder, porque mi vida y mi gente es
demasiado increíble y valiosa como para dejarlas marchar.
Porque soy físicamente una hormiguita que tiene dentro una leona que necesita ver mucho
mundo sola con una mochila y dar todo lo bueno que tiene dentro a los demás.
Y porque no me da la gana que algo tan pequeño pueda con una persona tan tan grande.
Y quiero acabar diciendo, que de verdad, un cuerpo o un sentimiento no merece tanto la
pena, que lo que está por fuera es tan solo la cáscara que esconde lo que realmente
importa.
No somos la piel que habitamos, mira tu cuerpo, no hay hogar como tú.
Todo lo que necesito existe ya en mí.
“gracias”
El testimonio de Celia es…impresionante. Y tan real! Los que hemos sufrido el trastorno, porque como bien dice Celia la familia también es víctima, sabemos que es tal cual nos narra ese año. Nosotros llevamos más de 3, y seguimos. En este viaje hemos tenido de todo, ingresos voluntarios, judiciales, hospital de dia, psicólogos, psiquiatras, nutricionistas…y ahí seguimos, al lado de nuestra hija. Haciendo de delfines que la acompañan en su camino. Felicidades Celia y ánimo, mucho ánimo. Un beso enorme para ti Celia y un abrazo, con la venia, para Su Señoría. Gracias por compartir, tan sincera, tu experiencia.
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Gracias por conpartirlo
Y ánimo
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Reblogueó esto en Meneandoneuronas – Brainstorm.
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