
Hablar en sentido figurado es algo común en cualquier ámbito, y más todavía en el artístico. Aunque confieso que nunca vi. la película, siempre me intrigó el título de Sentados al borde de la mañana con los pies colgando, tal vez más sugerente que el propio filme, que poca gente recuerda. En otros casos, el uso de ese lenguaje metafórico se hace echando mano de frases más conocidas, como Al filo de la noticia o Al filo de lo imposible. Y es que con un buen título tenemos buena parte del trabajo hecho.
En nuestro teatro no damos titulares. Pero son muchos los medios que los dan a costa nuestra, porque nuestra capacidad de generar noticias es casi infinita. Como infinita es, también, nuestra paciencia a la hora de soportar y explicar determinados lugares comunes que usan y abusan de ese lenguaje metafórico.
Seguro que todo el mundo ha leído alguna vez eso de “tumbar una sentencia” o cualquier otra resolución judicial. El Tribunal Supremo, según esos titulares, se pasa el día tumbando cosas, como si en vez de estar impartiendo justicia estuviera en una caseta de feria de tiro al blanco. Pero que no se confíe y agarre bien la escopeta, que hay ciertos tribunales europeos que de vez en cuando afinan la puntería y les tumban a ellos. Así que entre unas cosas y otras, todo el día a la bartola.
Pero no solo de tumbar viven las togas. Ni de la escopeta del pim pam pum de la feria toguitaconada. Hay veces que lo que hacen es dar un palo, o un varapalo, que, para el caso, quieren referirse a lo mismo. Que no es otra cosa que revocar una resolución después del recurso correspondiente interpuesto en tiempo y forma. Con lo sencillo que sería explicarlo así y no hacer que nos imaginemos a los magistrados y magistradas –pocas, pero las hay- dando mamporros a diestro y siniestro como si fueran los protagonistas de una película de Bud Spencer.
Y ojo, que los golpes no vienen siempre del mismo lado. Leía el otro día, no sin una sonrisa complaciente –confieso- que el fiscal había zarandeado al tribunal. Pero que no cunda el pánico, que ningún fiscal perdió la paciencia más de lo permitido y se fue cara al tribunal. Lo sucedido no era otra cosa que el hecho de que recurría una resolución con la que no estaba de acuerdo alegando las razones por las que lo hacía que, mira tú por donde, fueron asumidas por la sala correspondiente. Me daban ganas de poner la foto de una de esas chicas ligeras de ropa que salen entre un asalto y otro de los combates de lucha libre poniendo Fiscal 1, tribunal 0.
Aunque nuestros zarandeos no siempre dan resultado, El otro día leía que la fiscal reprochaba no se qué cosa al juez. Pero no nos vengamos arriba. Aunque la imagen de una fiscal con los brazos en jarras riñendo al juez y castigándole sin postre es muy atractiva, tampoco era el caso. Se trataba de un sencillo recurso de nuevo. Y nada más. Lo mismo que ocurre con los famosos tirones de orejas a los tribunales o fiscales, que tanto gustan a la prensa
Claro está, que el dicho periodístico de que “no dejes que la realidad te estropee un buen titular” se cumple a pies juntillas en Toguilandia. Harta estoy de explicar que esa frase grandilocuente de que “el fiscal investiga” cuando se pone una denuncia y se incoan unas Diligencias de Investigación de Fiscalía, no responde a la realidad. Lo que quiere decir es que se ha interpuesto una denuncia en Fiscalía y que hemos hecho lo que establece la ley, incoar un procedimiento, que puede acabar con un archivo incluso desde el primer momento. Es verdad que la nomenclatura legal no ayuda, y entre llamarlo diligencias de investigación y llamar al imputado de toda la vida investigado antes de haberle investigado realmente, la confusión está servida. Pero no hay que sacar punta de un lápiz sin mina.
Y cómo gusta sacar pecho de que el juez ha admitido un recurso o una denuncia, como si pudiera hacer otra cosa. Diferente es si lo estima o no, pero eso es harina de otro costal Como lo es también que el fiscal condene, como llegó a decir una famoso nada más había recibido el escrito de acusación del Ministerio Fiscal. O al contrario, que digan que el juez acusa. Algo que me recuerda a aquel juez que tuvo un desliz al decir que pasara el acusado y dijo “que pase el condenado”. No hace falta ser Einstein para adivinar el contenido de la sentencia.
Dejo par el final una de mis preferidas, aportada por un compañero. Ese medio de comunicación que, tras decir que el caso está bajo secreto de sumario, añade en grandes titulares de colorines, “pero le ofrecemos la exclusiva de la declaración”. Como si del próximo divorcio de una famoso se tratara, oiga. Que no nos falte de na.
La verdad es que cuando leo estas cosas no puedo dejar de comparar lo que ocurre con otras materias. Con la pandemia, todo el mundo se convirtió en epidemiólogo, como con la erupción –que no erección, como leí el otro día entre carcajadas- del volcán en vulcanólogo, y emplean o tratan de emplear su jerga sin complejos. A nadie se le ocurriría decir que la pandemia ha tumbado muchas vidas ni que la lava ha dado un varapalo a los habitantes del lugar, porque sería inaceptable. Pero cuando de Derecho se trata, todo vale. Porque, como sabemos, todo el mundo tiene en su interior, además de un seleccionador de fútbol, un jurista de pro.
Así es que hoy voy a dar el aplauso en un doble sentido. El primero de ellos, a quienes desde sus togas han colaborado, aun sin saberlo, a escribir este post y por supuesto a mis compañeros y compañeras Con sus aportaciones. Y, el otro, a quienes desde la prensa sí saben respetar nuestro trabajo y transmitirlo de forma adecuada. Porque generalizar nunca es bueno.
La ovación extra es para el autor de la viñeta, Vicente Parra, que me la ha prestado amablemente por la intermediación de su hijo, directamente de su cuenta de Instagram. Mil gracias