Enfoque Lo que pudo ser


A veces hay que reescribir la historia para alcanzar a comprenderla. Otras, hay que ponerse las gafas correspondientes para saber ver lo que no se ve. Y siempre hay que recordar que la Historia ha sido siempre escrita por hombres. Tal vez si la hubieran escrito manos femeninas sería distinta. O no

Jugando con esta idea, hoy nuestro escenario un relato inspirado en la figura de Betsabé. En la imagen Betsabé en el baño, de Cornelisz van Haarlem

LO QUE PUDO SER

(Relato publicado en la antología VisibilizArte IV)

El tiempo se le venía encima. Tenía que entregar el reportaje y entre la enfermedad de su padre, los problemas en el colegio de su hijo y el infierno del trabajo, no le alcanzaban las horas.

Porque, de un tiempo a esta parte, el trabajo se había convertido en un verdadero infierno. El director no hacía más que seguirla, hacerle insinuaciones y buscar cualquier excusa para tropezarse con ella. De nada sirvió que ella le hubiera dicho bien claro que no quería nada. Más bien al contrario, parecía sentirse espoleado cada vez que le rechazaba o le hacía un desplante. Maldecía una y otra vez la fiesta de fin de año de la empresa, donde el alcohol le hizo bajar la guardia y ser un poco menos arisca con él de lo que tenía por costumbre. El, como siempre, interpretó eso como un sí y redobló sus esfuerzos para conquistarla, o lo que quiera que fuese aquel acoso y derribo al que la sometía en todo momento.

Lo peor era que aquello repercutía en su rendimiento. Era imposible trabajar con esa presión encima. Y más todavía cuando él aprovechaba cualquier circunstancia para ridiculizarla, para convertirle en la diana de su furia y de su ironía delante de todo el mundo. Ella sabía que lo hacía porque no accedía a sus deseos, pero lo bien cierto es que su trabajo era mucho peor que lo que había sido hasta entonces. Y no se podía arriesgar a un despido. De ninguna manera Por eso aguantaba carros y carretas.

Continuó tecleando su ordenador con la esperanza de que la inspiración llegara como un milagro, pero tenía el cerebro seco. Toda esa situación había actuado como un papel de lija en su talento, si es que alguna vez lo tuvo. Porque ahora ya dudaba de todo. La lija lo primero que atacó fue, sin duda, su autoestima.

Su marido, ajeno a todo, atendía a su sección desde dos despachos más allá del suyo. No tenía ni idea de lo que pasaba y ella no se lo podía contar. Se jugaban demasiado.

No obstante, sacó fuerzas de flaqueza y siguió con aquella historia sobre la que tenía que escribir, que, además, no le gustaba demasiado. Estaba segura de que le había encargado aquel reportaje para fastidiarla. Pero no podría con ella. Lo conseguiría. Como siempre había hecho

  • ¿Cómo va ese apasionante reportaje? -le preguntó con retintín- Lo quiero encima de mi mesa en media hora
  • ¿Media hora?
  • Bueno, media hora…salvo que quieras que pasemos un rato repasando los detalles y entonces tal vez pueda esperar a mañana

No le había oído entrar. Cuando escuchó su voz, dio un respingo. Sentía su aliento en su nuca. Pero no se conformó con eso. Le puso la mano en el hombro y metió sus dedos por dentro de blusa, tirando del tirante del sujetador mientras dibujaba con sus dedos círculos sobre su piel. Ella sintió náuseas y rabia al mismo tiempo. Le empujó y él cayó al suelo, al tiempo que le gritaba fuera de sí

  • Me lo pagarás. Te daré donde más te duela

Cuando llegó a casa, su marido lloraba con desesperación. No se había dado cuenta de que había abandonado la oficina antes que ella, y también ignoraba qué había pasado. Él tenía en su mano un documento que miraba con ojos de terror, un documento que le comunicaba su despido. Había sido escogido, fuera de todo pronóstico, como uno de los periodistas despedidos en el expediente de regulación de empleo que afectaba a su periódico. El director no había tardado ni cinco minutos en consumar su venganza. Sabía que sin el sueldo de él no podrían afrontar todos los pagos pendientes, incluida la residencia para su padre, el único lugar apto para él, que sufría una fase avanzada del mal de Alzheimer. Se sintió tan culpable que no pudo reprimir el llanto,

Miró su teléfono móvil. Un mensaje pendiente parpadeaba ante sus ojos

“Ahora que no está él en el despacho, te tendré para mí todos los días”

Maldito fuera. Maldito mil y una veces.

Cogió su ordenador portátil y se dispuso a terminar el reportaje. Solo faltaba que la despidieran a ella también.

De repente, le asaltó la inspiración. La daría la vuelta a aquel artículo sobre Betsabé, la que fue mujer del rey David, la que, según las crónicas, había motivado que aquel asesinara al esposo de ella y la hiciera suya. La criticada y condenada Betsabé mientras que el rey mantenía su fama y prestigio incólume a lo largo de siglos de historia.

“Betsabé amaba a su esposo. Estaba enamorada de él y no tenía intención alguna de abandonarlo. Pero David no estaba dispuesto a aceptar un no por respuesta y se deshizo del mayor de los obstáculos, su esposo. Le asesinó a sangre fría y la obligó a casarse con él. Nadie podía permitirse el lujo de desobedecer al rey, y una mujer menos que nadie. La historia convirtió en culpable a la que no era más que una víctima y en héroe a su verdugo”

Cuando firmó el trabajo con su nombre y apellidos, sintió una tranquilidad que hacía mucho que no sentía, a pesar de las facturas por pagar y de los problemas que se amontonaban. Ahora sabía que podría con ello.

Ella entregó el trabajo dentro del plazo que le habían fijado desde el principio. El reportaje fue recibido de un modo ambiguo por su director. Apenas pudo disimular su entusiasmo ante la calidad y el enfoque de aquel trabajo, pero no podía demostrarlo de ningún modo. Había fracasado. Lo que estaba destinado a que ella hiciera una chapuza que formaría parte de su venganza acabó siendo un éxito sin paliativos. Y la verdadera chapuza resultó ser la venganza.

No obstante, fingió sentirse encantado con el artículo y las críticas que suscitó, así como por el número de visitas registradas en la edición digital. Nadie podría saber dónde había sacado ella la inspiración para esa nueva visión del rey David.

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