Color violeta: palabra de niña


                Si la infancia en general ha dado mucho de sí en el mundo de la creación artística, su visión de la igualdad y de las relaciones entre hombres y mujeres ha dado para un capítulo aparte. El arte no ha sido ajeno al ritmo de la sociedad, y los estereotipos y las ganas de cambiar las cosas también impregnan a las niñas. No todas iban a ser como la niña de El exorcista ni como las terroríficas gemelas ensangrentadas de El resplandor, desde luego. Niñas como la Pippi Calzaslargas que marcaron la infancia de toda una generación, como Matilda o como la inigualable Pequeña Miss Sunshine nos ofrecen diferentes caras de la misma moneda. Son olvidar, por descontado, a Lisa Simpson, esa pequeña gran filósofa que encarna tantas cosas y a Mafalda, la eterna niña que nos martillea la conciencia

                En nuestro teatro, niñas y niños merecen la misma atención y la misma protección, sin duda alguna. Pero dentro de él y, sobre todo, entre las bambalinas de nuestro escenario, nos encontramos verdaderas joyas en forma de frases o anécdotas que merecen su propio estreno. El feminismo y la lucha por la igualdad empiezan desde la cuna, aunque a veces no nos demos cuenta.

                Cuando mi hija mayor empezaba a llevar deberes del cole, solía pedirme ayuda y se sentía más segura si estudiaba a mi lado. Pero las necesidades de mi vida toguitaconada impedían a veces esa atención a tiempo completo que ella reclamaba. Cuál no sería mi sorpresa cuando un buen día, al yo disponerme a marcharme a la guardia, mi hija me soltó una frase lapidaria. Mamá -me dijo muy seria- ya sé por qué existe la violencia de género. Ni que decir tiene que ante una noticia de tal trascendencia, volví sobre mis pasos y me dispuse a escucharla. Su respuesta no tuvo desperdicio. Según ella, los malos maltrataban a sus mujeres el día en que yo estaba de guardia para fastidiarla a ella y que suspendiera los exámenes. Estaba tan convencida que llegué a barajar la idea de llamar a su tutora para que no le pusieran exámenes a ver si iba a tener razón, pero descarté la idea, obviamente. Ojala las cosas fueran tan sencillas como las pinta una niña de siete años. La otra opción, que yo no hiciera guardias, tampoco coló, claro está.

                Ella misma tenía por aquel entonces un enorme lío con eso de los días temáticos. Como sabía por alguna razón que se celebraba un día contra el cáncer, contra el sida o contra la esclavitud, llegado el 25 de noviembre me preguntó si era el día contra las mujeres. Después de tardar un minuto en recuperarme de la sorpresa, conseguí salir del aprieto diciéndole que era el día contra los maltratadores. Prueba superada.

                Una amiga y compañera me cuenta una anécdota estupenda de su hija. Estaban preparando en el cole una canción para la celebración del día de la Comunidad Autónoma. Prepararon la letra, aprendieron las estrofas y la música y cuando ya estaba todo listo, la directora del coro infantil dijo: “ahora ya canten todos los niños”. La pobre debió quedarse de pasta de boniato al ver que las niñas no abrieron la boca. Ante su estupefacción, la hija de mi amiga, de seis años, le explicó que había dcho «los niños» y ellas eran niñas.. Y desde luego, tenía razón. Menuda lección dieron aquellas niñas a la maestra. Lo que no se nombra, no existe.

                Aunque no siempre interiorizan la igualdad del modo que hacemos las personas adultas, y no siempre sabemos entenderlas. La hija de otra amiga tiene muy claro que niñas y niños son iguales, pero algunas cosas tienen sus matices. Según ella, es un rollo tener vagina, y es mejor tener pilila para hacer pis porque apuntas, algo difícil de rebatir. Como es absolutamente irrebatible para ella que puede jugar a fútbol con sus amigos y sus primos pero las muñecas son solo suyas y no se tocan. Por supuesto, su madre tuvo que explicarle que la igualdad es para todo pero no sé si se quedaría muy convencida.

                Otro día, esa misma niña escuchó como su profe ponía la canción de Rozalén La puerta violeta en un día señalado.  Muy contenta, dijo que esa canción era de su mami y preguntó si se la había dado del coche. Y es que parece que tienen un don para poner en aprietos a las personas adultas.

                Por fortuna, día a día las niñas -y también los niños- interiorizan la igualdad y la lucha contra la violencia de género como una cosa natural. Me envía otra amiga la foto de su sobrina con un lazo enorme pintado de morado que ella misma se había hecho el día 25 de noviembre. Dijo que se lo pusieran porque era el que más le gustaba porque defendía a las mujeres. Y de nuevo, tenía toda la razón, además de estar preciosa con su lazo.

                Y es que las nuevas generaciones poco tienen que ver con la nuestra. Cuando veo y oigo estas cosas, todavía recuerdo algo que me decían mis compañeras de cole cuando veían que quien conducía en mi casa era mi madre y no mi padre, una pregunta que oí un montón de veces. “¿Qué le pasa a tu papá?”, me decían. Me costó entender que les pareciera raro algo que yo asumía como normal, pero más todavía les costó entender a ellas que mi padre no condujera y lo hiciera mi madre simplemente porque lo habían decidido así, sin necesidad de que le pasara nada malo a él. Así es como crecimos, algo que, por suerte, está superado. ¿O no tanto como pensamos? Ahí lo dejo.

                Ahora ya solo me queda el aplauso, que hoy es muy fuerte y muy grande. Dedicado a todas esas niñas que, desde su inocencia, nos dan ejemplo. Y, para susceptibles, no descarto dedicar otro estreno a los niños que también aporten su granito de arena a la igualdad. Espero con ansia esas historias.

Y, una vez más, con una ovación extra para @madebycarol por prestarme su ilustración…y algo más. Ella ya sabe..

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