Aunque a veces se piense otra cosa, el mundo del arte se nutre de todo tipo de cosas, con mayor y menor carga de profundidad. Cuando de cine o teatro hablamos, hay quien entiende que si no se trata de obras dramáticas, donde se reflexiona mucho y se llora aun más, la cosa no tiene suficiente valor. Y olvidan que hacer reír es, muchas veces, mucho más difícil que hacer llorar, y suele ser menospreciado por añadidura. Hay que valorar mucho las comedias, y pensar que, en realidad, no son tan ligeras como pudiera parecer. Como decía Chaplin en El Gran dictador “pensamos demasiado y sentimos muy poco”, y en ocasiones, nos perdemos el sentido de las frases que juegan con el malentendido. Hoy ilustraré este estreno dedicado al Divertimento con dos de ellas: “no me acuerdo de olvidarte”, de Memento y “Nadie es perfecto” de Con faldas y a lo loco. Así que, parafraseando El imperio contraataca, riamos o no riamos, pero no lo intentemos.
No hace mucho dedicaba un estreno a las Blabladurías, dichos retorcidos hasta la hilaridad, de la mano de la familia Abadía. Me quedó mucha pluma en el tintero y prometí un bis si me lo pedían, así que, como lo prometido es deuda, ahí va un poco más de retorcimientos lingüísticos sacados de mi experiencia o de las de los autores del Pájaro de paragüero que se ha convertido en un imprescindible en mi vida. Tanto cuando me toguitacono como cuando no lo hago.
Confieso que recordé esta promesa cuando el otro día, por casualidad, leí unas impagables palabras de una política, hablando de uno de nuestros derechos fundamentales: la libertad de cátedra es la de los catedráticos. Y se quedó tan pichi Como ficha de dominó me quedé, como decía una vecina que no tenía ni idea de que el dicho venía del latín –como chupa de domine– y no tenía nada que ver con el juego de mesa rey en los casinos de los pueblos de España. Pero confieso que me encantó la respuesta que de inmediato, le dieron: pues claro que sí, y la libertad de expresión es de los expresionistas y la de circulación de los círculos. Chapeau. Lástima que esta respuesta no llegara a verla a tiempo aquella aspirante a miss que explicaba que sus escritores favoritos eran los expresionistas porque se expresaban muy bien. Como ella misma, en su misma mismidad, sin ir más lejos.
Y si de mismidades hablamos, hoy mismo, releyendo las blabaladurías, en particular la de los perros de Ubeda, recordé algo que le pasó a una amiga en el colegio. Mi amiga se apellidaba como el pueblo de Jaén pero no conocía en absoluto su orografía, visto lo visto. Y resulta que, cuando su profesora le dijo a otra compañera que contestaba con algo diferente a la que le preguntaban que no se fuera por los cerros de Úbeda, aquella contestó muy enfadada que aunque sacara muchos ceros, no estaba bien que se rieran de ella. Y tenía razón, solo que entre cerros y ceros hay algo más que una r.
Pero seguiremos hablando de estas cosas, sobre todo las que pasan en nuestro teatro, como esos escritos donde en el relato de hechos se habla de “maniatar de pies y manos”, cuando, o se ata, o se maniata y piesata, porque si no nos quedamos cortos, dicho sea A mato groso. Y ojo que hablo de escritos de acusación, y no de escrotos de acusación, como consta en algún sitio y ha dado que pensar a más de uno y de una. Se trate del Misterio Fiscal…o del de la Santísima Trindad, vaya.
Hace apenas unos días, me hablaba una compañera en el café de una señora que vino a contarle que tenía una hipoteca nobiliaria. Mi compañera, entusiasmada porque de esa seguro que salía en las páginas de blanco y negro del Hola al decidir sobre la hipoteca de la marquesa del Potet, vio sus ilusiones marchitadas al enterarse que era una simple hipoteca de un bien mueble, como más de uno habrá supuesto.
También leía en twitter hace nada sobre el derecho de tonteo y retracto, una verdadera joya jurídica que aun no ha sido objeto de tesis doctoral, pero que lo merece sin duda. Y, si no es así, que tire de la manta con todo el equipo y nos veremos a la cara -curiosa mezcla de mirarse a la cara y verse las caras que no sé como interpretar- y conste que no lo digo para adornar la píldora a nadie que no siempre se puede estar en lo más alto de la cresta de la ola. Esté la píldora adornada o hecha unos zorros.
Pero es que parece que no, pero a veces es más difícil encontrar escritos -no escrotos, repito- bien redactados que enhebrar una aguja en un pajar. Y si no, que se lo digan a aquel que nos explicaba que no se enteró con todos los detalles porque se leyó el texto así, en horizontal, y que lo hizo sin quererlo ni beberlo. Intento imaginarme al tipo tumbado tan largo cual era, en horizontal bebiéndose un texto, pero es complicado. Aunque, como todo se soluciona, que no se preocupe, que en menos que canta un rayo el asunto está arreglado, faltaría más, a pesar de que podrían pasar horas hablando del sexo y de los ángeles. Y eso a pesar de que aquella chica no fuera su prototipo.
Y ahora ya, voy bajando el telón de este estreno, que donde hay patrón, que manden al marinero. Por supuesto, para despedirme lo haré con una frase antológica: muchas gracias y perdonad las disculpas. Que no se diga, que a bien educada no me gana nadie
Y no olvidemos el aplauso, que no puede ser para nadie más que para quienes me proporcionan estas cosas, desde redes sociales -aunque sean cuentas seudónimas– desde la vida nuestra de cada día y desde este desternillante libro de los Abadía. Y, si apetece un tris, no hay más que pedirlo, y abriremos el melón de las Blabadurías de nuevo.
Great read thankk you
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