Modificación: nada es invariable


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Como defendían desde la antigüedad algunos filósofos, la vida es un continuo cambio. Nada permanece invariable, todo está en continuo cambio, nos demos cuenta o no. Y no hace falta retrotraerse hasta el Agora para verlo. No hay más que echar un vistazo al mundo del espectáculo para percatarnos lo deprisa que cambian las cosas. Desde los teatros en corrales hasta las películas con efectos increíbles y las series de televisión de última generación, hay todo un mundo. Cine mudo, cine sonoro, cine en color, un recorrido digno del protagonista de Cinema Paradiso, que no habría podido ni imaginarse como seguía evolucionando más y más. Aunque lo diga la canción, no siempre La vida sigue igual, y hay que echar un vistazo a Tal como éramos y no olvidarlo cuando lleguemos a El día después.

Nuestro teatro parece, a priori, un mundo poco permeable a los cambios. Los formularios, los escenarios rimbombantes, los latinajos o las formas grandilocuentes pueden dar idea de una inmutabilidad que en realidad no es tal. Si así fuera,    continuaríamos siguiendo, con Justiniano, hablando de Ticio; Cayo y Sempronio y sus sextercios .Y aunque nos cueste reconocerlo , bastante hemos avanzado. Sin desmerecer al Derecho Romano, al que, como si fuéramos, tanto le debemos y tanto le queremos. Que no se diga que no hay jurista agradecido.

El vocablo “modificar” es muy usado en Toguilandia, y según quién y cómo se use, puede causar desde que alguien entre en pánico a que de saltos de alegría. Y, con mucha frecuencia, ambas cosas a un tiempo a uno y otro lado de estrados.

Una de las partes de nuestra representación donde más se escucha, aunque a veces casi sin ser conscientes, es en los juicios penales. Uno de los momentos culminantes tiene lugar cuando Su Señoría insta a las partes a modificar sus conclusiones o elevarlas a definitivas. Siempre me he preguntado por qué narices se dice eso de elevarlas, como si fuéramos a colocarlas en un avioncito de papel y mandarlas a la otra parte por esa via -ahora ya sería un dron, que soy muy antigua-. Una muestra de lo viejuno del lenguaje, porque seria más fácil decir si se mantienen o se modifican, y se evitarían cosas como que alguien se quede mirando hacia arriba como si las conclusiones fueran a subir como el espíritu santo . Confieso que nunca me había llamado la atención este detalle de “elevar” hasta que una alumna de instituto me preguntó a dónde subían los papeles, y  no  entendí su pregunta hasta  que me aclaró “han dicho que los elevan, ¿no?”. Tocada. O mejor dicho, togada.

En Derecho Penal, donde son verdaderamente frecuentes las modificaciones es el el caso de una conformidad  Ahí si que es lo normal. Aunque en principio el acusado puede conformarse con la más grave de las acusaciones, lo normal es que lo haga si eso supone alguna rebaja -dentro de lo que marca la ley- en la petición. Si no, por qué no arriesgarse al juicio o, como dice el refrán, si hay que ir se va, que ir pa na a es tontería.

Pero las penales no son las únicas modificaciones posibles. En Derecho Civil las partes pueden modificar sus peticiones y hasta allanarse a las del contrario o desistir de sus peticiones lo que, dado su carácter de Derecho Privado -salvo cuestiones de interés público  -como derechos de los menores en procesos de familia- daría lugar a la terminación del proceso. Y aquí, la verdad es que eso de modificar es más frecuente, sin duda.

Las modificaciones tienen tanto protagonismo en Derecho Civil que hay, incluso, un procedimiento que lleva ese nombre: la modificación de medidas en materia de familia, un proceso pensado para cambiar las medidas acordadas en el caso en que haya cambiado la realidad de cuando se dictaron. El ejemplo típico es que el obligado a pagar una pensión este en el paro, aunque también podría ser que le hubiera tocado la lotería. No vamos a ser pobres hasta para poner ejemplos, vaya.

Lo que no va a cambiar, sin embargo, es la sana costumbre de acabar el estreno con un aplauso. Y, esta vez, va dedicado a todos y todas las juristas que no tienen complejo ninguno en cambiar de opinión cuando las cosas cambian. Aunque el precio a pagar sea  dar explicaciones.

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