Los dichos populares pueden ser un verdadero filón para el cine y el teatro. Tanto los que viene de toda la vida como los que van tomando cuerpo desde los propios escenarios, impregnan obras y hasta copan títulos, incluso haciendo juegos de palabras más o menos ingeniosos. Aquí no hay quien viva o algunos títulos de la época de los 70 del cine español como La Lola nos lleva al huerto o Los extremeños se tocan, dan buena cuenta de ello. Aunque en otros casos, son desde el propio cine desde donde se trasladan a la vida real. O acaso no hemos dicho nunca eso de “Hasta el infinito, y más allá”, “Más madera” o “…y dos huevos fritos”? Seguro que sí
Aunque no lo parezca, somos tan proclives a estos dichos como cualquier otro ámbito de la vida. Ya hablamos en otro estreno de las frases hechas pero tal vez es el momento de darle otra vuelta. Porque, como en botica, hay de todo. Y ya se sabe que para gustos hay colores.
Algunos de estos dichos son aplicables a nuestro propio modo de funcionar. El Visteme despacio, que tengo prisa, es un buen consejo para cualquier asunto complejo que tengamos que acometer. Y eso de En casa del herrero, cuchara de palo, algo que nos pasa a diario, cuando por ejemplo hemos de decidir sobre los derechos laborales de la gente y no logramos que reconozcan los nuestros.
La violencia de género también tiene lo suyo, y aunque haya quien no lo crea, todavía hay gente que nos dice eso de que Los que se pegan se quieren o su versión más cruda, Me pega porque me quiere. Yo reconozco que si algún investigado me sale con esas, tengo unas ganas enormes de decirle que No me toque las palmas que me conozco, pero prefiero quedarme callada y aplicarme lo de que a palabras necias oidos sordos.
Incluso la jurisprudencia tiene su propio dicho popular. Tanto vale lo de que Más sabe el diablo por viejo que por diablo, como que todos hemos sido cocineros antes que frailes,aunque no hayamos tocado un fogón ni vestido hábito en la vida. Porque de todo el mundo es sabido que el hábito no hace al monje. Hasta se puede alegar la necesidad de especialización acudiendo al tan conocido Zapatero a tus zapatos, lo contrario de valer igual para un roto que para un descosido o que ser aprendiz de todo y oficial de nada.
Los enfrentamientos dialécticos en juicio también dan para alguno que otro de estos dichos. Siempre podemos aplicar aquello de Al enemigo ni agua para no descubrir antes de tiempo nuestra estrategia procesal, y pedir Más madera cuando hemos decidido sacar toda la artillería pesada. Y si las cosas no salen como una espera, ya sabemos, Más se perdió en Roma. Aunque, cuando llegan a términos inaguantables, bien podría sustituirse el puñetazo en la mesa, que nunca queda fino, por un dicho muy de mi tierra, Hasta aquí llegó la riada.
¿Y que hacer cuando no sabemos cómo comportarnos ante un imprevisto? Pues está claro, si vas a Roma, haz como los romanos, y no olvides que en Derecho todo es discutible porque todos los caminos conducen a Roma.
Lo que no me gusta nada es prejuzgar por las apariencias. Ya sabemos que las apariencias engañan, y eso de la mujer del César debería desterrarse de una vez de nuestro vocabulario. La mujer del César puede hacer lo que le venga en gana, que es el comportamiento del César el que importa. Pero a veces, hay que callarse, que hay quine vale más por sus silencios que por sus palabras. O vayamos a pasarnos de listillos, que seguro que alguien nos sale con lo de consejos vendo que para mí no tengo. Que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.
Para acabar, un dicho que se ajusta como un guante al Ministerio Fiscal. Eso de ser como la tripa de Jorge, que se estira y se encoge -versión castiza del Mc Gyver que hace un telescopio con un chicle y una goma del pelo-. Porque para todo nos llaman, alegando que igual valemos para un roto que para un descosido.
Así que ahí queda eso. Me iba a despedir con un Hasta luego Lucas propio de los tiempos de Chiquito de la Calzada, pero habré de optar para que no me digan que tengo más años que las cuevas de Altamira, por un mucho más moderno Hasta luego Maricarmen.
Solo me queda el aplauso, que hoy va dedicado a quienes me leen, con un abrazo extra.Que es de bien nacida ser agradecida
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Y a propósito de violencia de género ¿De dónde viene aquello de «La maté porque era mía», aplicable a muchas circunstancias?
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La verdad, no lo se
Pero lo averiguo
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