Comodines: estoy reunida


                Hay cartas en la baraja que sirven para sustituir a cualquier otra. Por extensión, pasa lo mismo en otros juegos, y al final en cualquier circunstancia de la vida. El comodín, o el Jocker, título de una afamada película, no solo es una especie de payaso, sino un salvoconducto para salir airosa de situaciones comprometidas. Sean las que sean.

                En nuestro teatro también tenemos nuestros propios comodines. Tanto para situaciones relacionadas con el trabajo, como para otras. Podríamos decir ue son excusas, a las que ya dedicamos un estreno , pero son mucho más que eso. Y, a veces, absolutamente imprescindibles.

                ¿Quién no ha dicho alguna vez que si pregunta determinada persona no está, o está reunida, o en cualquier otro sitio porque no quiere atender a determinadas personas? Que levante la mano. Como esa situación por la que todo el mundo ha pasado alguna vez en la que, tras decir a su hija que si llama alguien diga que no está, se encuentra con que la niña mete la pata diciendo, con toda su inocencia “mi mamá me ha dicho que le diga que no está”. Seguro que nos suena.

                Cuando de trabajo se trata, hay una de esas frases comodín tan usada, que a veces resulta difícil de creer, aunque sea verdad. Se trata de decir eso de “está reunida”. Incluso hay quien la tiene puesta en su perfil de whatsapp, por si alguna llamada inoportuna. Y sí, en muchas ocasiones estamos reunidas, pero al final, de tanto usarla, resulta poco creíble, Como el famoso cuento del lobo.

                No obstante, hay variantes. La reina de las variantes toguitaconadas es la de “esta en juicio” o, todavía mejor “está en sala”. Y conste que, en el caso de los ficales, es verdad la mayoría de veces, que nuestras togas viajan más que el baúl de la Piquer. Pero también me consta que mucha gente no lo cree. Y es que alguna vez confieso que no es verdad. Pero guardadme el secreto.

                Otra variante consiste en decir que tenemos algún servicio, aunque no siempre se entiende bien. Recuerdo que en una ocasión una funcionaria dijo que yo no estaba en el despacho porque estaba en un servicio. Cuando llegué del servicio en cuestión, me encontré a la persona que quería hablar conmigo esperando más de una hora, según me dijeron. Cuál no seria mi sorpresa cuando me explicó que me había esperado porque le dijeron “que estaba en el servicio”. No quiero ni pensar lo que pasaría por la mente de que la persona, si creyó que pase más de una hora en el baño. Cosas que pasan.

                Otra confusión que ocurre muchas veces es la que tenía lugar cuando era opositora. Mi madre, bien para que no me molestaran mientras estudiaba, bien porque era verdad, decía muchas veces que estaba cantando, o que no podía ponerme porque ese día tenía que cantar. Y claro, la gente que no conoce este mundo estaba convencida de que me había apuntado a un coro o me dedicaba a la ópera. Incluso hubo quine dijo por lo bajini que era una pena que me hubiera dejado la oposición por algo tan inseguro como la música. Mas cosas que pasan.

                También hay un comodín del que echamos mano más de una vez. Se trata de que, ante una visita o una conversación que suponemos pesada o más larga de lo que quisiéramos. Inventemos un código para que alguien nos saque de ese trance. En mi caso, le hago un gesto a una funcionaria que conoce el paño, y sabe que, pasado determinado lapso de tiempo, debe entrar en mi despacho y decirme que me llaman de la sala, o de la guardia, para que la visita se dé por aludida y se marche. Aunque también esto tiene sus riesgos. Una vez la funcionaria me dijo que me llamaban de la guardia y, como veía que no le hacía caso me lo repitió hasta cuatro veces. Yo no le hacía caso, pensando que era la señal acordada, y que, como la conversación me interesaba, no hacía falta concluirla. Al final, me tuvo que decir que me llamaban de la guardia “pero de verdad”. Y así era. Y es que fui yo quien caí en mi propia trampa, y pensé que era una excusa y no una realidad. Y, claro, se destapó el pastel

                Y hasta aquí, estas pequeñas reflexiones sobre la manera de esquivar una conversación incómoda. El aplauso es hoy para todas esas personas que nos sirven de cómplices para conseguirlo. Mil gracias

Deja un comentario