
Nada como un buen evento para disfrutar y afianzar vínculos, que nunca se sabe. Ben lo vemos en el cine, en películas como La boda de Muriel, Mi gran boda griega, La boda de mi mejor amigo o Cuatro bodas y un funeral. O en Las bodas de Luis Alonso, si tiramos de tradición.
En nuestro teatro no es que abunden los eventos, pero haberlos, haylos. Y más de lo que pensamos. Que no se diga.
En primer lugar, hemos de referirnos al papel de los Juzgados en determinados eventos de la vida. Así, mientras no se cambie definitivamente la regulación del Registro Civil y deje de llevarse por Juzgados de Primera Instancia -recordemos que no es función jurisdiccional sino asignada a jueces y magistrados como podría asignarse a otro órgano-, en Toguilandia se celebran bodas y, aunque no se celebran -poco hay que celebrar- sí se tiene una labor fundamental en los entierros, la de inscribir el fallecimiento.
Sin embargo, aunque la labor de celebrar bodas no sea estrictamente jurisdiccional, sí que lo es, en cambio, la de hacer lo contrario, esto es dejarlas sin efecto o, dicho de otro modo, descelebrarlas. Los divorcios y similares -regulación de los efectos de la ruptura en parejas de hecho- son competencia de los juzgados de primera instancia, bien en su modalidad compartía con ot5ras materias o bien en su modalidad de juzgados exclusivos, que existe en algunas grandes ciudades y aun no tiene carta de naturaleza como juzgados propios. De la materia que tratan, el Derecho de familia, ya hablamos en otro estreno.
De hecho, hay algunos divorcios que se convierten en el acontecimiento del juzgado de que se trate. Recuerdo con especial cariño la que se liaba en mi primer destino cada vez que acudían con alguna cuita de su divorcio una otrora famosa cantante y su esposo , peluquero y aspirante a famoso. No hace falta que diga mucho más.
Por otro lado, hay que afirmar tajantemente que no existe el bautizo civil, aunque haya quienes se hayan empeñado en instituirlo. El Bautizo es una celebración religiosa y, aunque pueden coincidir en el tiempo con la inscripción en el Registro Civil, no siempre es así. Cada día son más frecuentes los bautizos donde los niños van por su propio pie, a diferencia de la inscripción en el Registro Civil que, si se hace como se debe, ha de ser recién nacida la criatura. Ahora bien, si de lo que se trata es de celebrar el nacimiento, pues ahí estamos. Valdría la inscripción en el Registro como excusa para la fiesta.
Lo que no puede admitirse de ninguna manera, es la Comunión civil. Ahí si que n o hay paralelismo con ninguna ceremonia civil ni con ninguna inscripción. Así que si se quiere fiesta, y regalos y un traje bonito sin pasar por la sacristía, se monta y ya está. Pero sin buscar cómplices en nuestro teatro, que bastante tenemos con lo que tenemos.
Pero, además de estos eventos en los que intervenimos por razón de nuestro oficio, hay otros de ora índole en que somos invitados e incluso protagonistas. Los más comunes son las jubilaciones, celebradas con ágape y regalo, como Dios manda, o en petit comité, para quienes prefieren la discreción. Juntas, o por separado, hay un tipo de celebraciones especialmente gozosas, la concesión de medallas, aunque más de una vez se trate de un evento agridulce, cuando se conceden a título póstumo.
También son relativamente frecuentes y generalmente gozosas las despedidas por cambio de destino, porque normalmente se hace para mejorar, bien por razones personales, bien por razones profesionales, o bien por ambas a un tiempo.
Y, por último, tenemos esos eventos tan personales como bodas, bautizos o comuniones, cuando nos une a quienes los protagonizan, además de la condición de colegas, la amistad. Aunque en esos casos siempre hay que recomendar guardar la compostura, que alguna copa de más y algún bailoteo pueden hacernos arrepentirnos a día siguiente. Que no se diga que las togas nos confunden
Y con esto, acaba el evento de hoy. Aunque, para acabarlo del todo, falta el aplauso. Y lo dedico esta vez a quienes los protagonizan. Porque siempre viene bien para salir de la rutina.