Más letras: más equívocos para reír


                Ya lo hemos visto otras veces. Las letras tienen mucha importancia, y una de más o de menos pude cambiar el sentido del título de una película o de una novela. De hecho, ya jugó con ello Unamuno al crear sus nivolas. Y el mundo del cine, al titular películas como Letras explícitas, , Amor y letras o Las letras. Y por supuesto, Tú la letra y yo la música, que combina letras y notas musicales en una comedia que, además, hace reír. Que no está de más en estos tiempos.

                En nuestro teatro, tenemos mucho sitio para las letras, que de ellas vivimos. Pero, aunque no siempre pase, algunas veces también hacemos sitio a las risas, muchas de ellas a costa de equívocos en las palabras. Ya hablamos de ello en estrenos dedicados a letras y erratas, y hoy quería traer algún otro caso, para seguir cultivando la sonrisa, que siempre viene bien.

                En su día, recordamos la errata jurídica por antonomasia, ese joder judicial con el que salió publicada en el BOE la Ley Orgánica del Poder Judicial, como si a quien se encargaba de las publicaciones le hubiera traicionado el subconsciente de alguna manera Al igual que ocurre con otra errata típica de nuestro mundo: la de cambiar indulto por insulto. Bailes de letras que, además de cambiar el significado, provocan nuestra hilaridad. Afortunadamente.

                Así que empezaré arrimando el ascua a mi sardina, y recordaré esos cambios de letras que transmutan nuestra naturaleza. Hay quien nos convierte, mediante estos cambios, en seres etéreos e intrigantes, cuando nos llaman el “Misterio Fiscal”, y quien, olvidando una letra, nos convierte en todo lo contrario, en seres de lo más sexuado cuando aluden al “Ministerio Públco”. Solo faltaba aludir al órgano judicial como vi una vez, orgasmo judicial, para cerrar el círculo. Ahí lo dejo

                Ni siquiera la cúspide de la carrera se salva de estas cosas. El otro día, corrector mediante, alguien escribió Fiscal de Salsa por Fiscal de Sala. Y, si a eso le unimos el frecuente error que da lugar a referirse a los delitos de odio como delitos de ocio, ya tenemos la ecuación completa, entre la salsa y el ocio. Y, por si faltara algo, ahí está el Fiscal de medio ambiente como fiscal de miedo ambiente. O de ambiente, si nos sacudimos el miedo de encima. Tenemos la fiesta completa.

                Pero la verdad es que hay cosas que cambian mucho, y el predictivo ayuda a esos errores. Uno con el que hay que tener cuidado es el que consiste en sustituir la expresión “xenófobos” por “xenófagos”. Solo nos faltaba comernos a los extranjeros , como si no tuvieran bastante con ser discriminados. Y, también en el ámbito de los delitos de odio, en cuanto nos descuidamos el predictivo sustituye homófobos por homófonos, Como si tuvieran algo que ver el tocino y la velocidad.

                También es constante el empeño de los ordenadores en llevarnos hasta Cuarto Milenio, y tan pronto se vuelven las notificaciones telemáticas en telepáticas como se inician los procedimientos a instancia de Marte. Si es que no nos falta de na.

                Por otra parte, hay que tener mucho cuidado porque las teclas son traicioneras, y hay palabros de los nuestros que son delicadas si una se confunde. Pensemos en pena, por ejemplo, y en qué pasa si confundimos la última vocal. Pero bueno, todo se disculpa, especialmente si observamos desde el punto de vista subjuntivo. Seguro que es más interesante que el indicativo, que es aburrido hasta decir basta.

                Y cuidadín que no nos pillen con unas copas de más, que entonces es más fácil que se deslicen los errores. Y no nos hagan una prueba de alcoholebria, que entonces estamos perdidas.

                Para acabar, no olvidemos una de las palabras más usadas en nuestro teatro, y más susceptibles de equívocos. Las causas con preso. Las he visto convertidas en casas con preso, causas con prisa y, la mejor, causas compresa. Tal cual lo cuento.

                Y hasta aquí llega el estreno de hoy. Espero haber causado alguna que otra sonrisa, y, si no , espero que se me absuelva, no que se me absorba. Aunque no me olvido del aplauso, que será, sin duda, para todas las personas que me aportan estas pequeñas joyas. Sin ellas este blog no existiría.

Deja un comentario