Presión: cuando no se llega a todo


              Vivir al límite de nuestro aguante es algo que nos sucede cada día más. El cine ha reflejado lo que es estar Bajo presión, aunque no es el único título que refleja esta sensación. La insoportable levedad del ser nos atenaza, a veces bajo El insoportable peso de un talento descomunal. En otras, acabamos con Un día de furia, y todo se va al carajo. Y es que cuando no se aguanta más, es difícil seguir adelante.

              En nuestro teatro es frecuente encontrarnos bajo presión. De hecho, mucho más frecuente de lo que debiera. Plazos, señalamientos que se solapan o acumulación de trabajo son algunos de los factores que lo motivan, a lo que hay que sumar la autoexigencia de cada cual, que puede llegar a límites insoportables

              Si nos fijamos en cada uno de los colectivos que formamos parte de Toguilandia, veremos que todos tenemos nuestras propias causas y niveles de presión. Y es que en todas partes cuecen habas y en nuestro teatro a calderadas.

              La judicatura y la fiscalía nos sentimos presionados desde el primer momento en que nos ponemos la toga por el colapso de muchos juzgados. De hecho, cuando menor es la veteranía mayor es la carga de trabajo porque cuando aterrizamos en este mundo siempre nos toca lo peor. Y lo peor, en nuestro caso, es más trabajo y menos medios. Y mucha, mucha presión. He conocido personas a punto de dejar la carrera en estos destinos casi malditos. Pero sobrevivimos. Qué remedio.

              Aunque quizás donde la presión es mayor es en las causas con preso, que, además de poderse llamar causas con prisa, queman. Literalmente. Uno de los primeros consejos que se nos dan al llegar a este mundo es ese de que nunca se nos pase el plazo de prisión preventiva. Y para eso, hay que despachar la causa con toda la celeridad posible. Y con la que no es posible, también.  Por si las moscas.

              Otro tanto ocurre con los LAJ , aunque no siempre nos acordemos de ellos. En su caso, la presión extra puede venir motivada por el hecho de tener que manejar las cuentas de los juzgados, que en algunos casos pueden alcanzar cifras de vértigo o en la llevanza de los registros, como el famosos SIRAJ -referente a medidas de protección de violencia doméstica y de género-, que parece que siempre pide pan.

              Y, por si todo esto fuera poco, tenemos la dichosa estadística como una espada de Damocles sobre nuestras espaldas. Porque tanto da que nuestro trabajo conste registrado en todos los programas informáticos del mundo -Lexnet, Cicerone y similares, Fortuny-, que a la hora de la verdad hay que presentar una estadística que poco dista de la de mis primeros días, con palotes. Es incluso peor, porque ahora los palotes hay que meterlos en otro programa informático nada amigable, por decir con suavidad. Ya tuve oportunidad de contar en otro estreno estos absurdos que siguen amargándonos la existencia y restando tiempo a lo reamente importante. A ver si alguien lo soluciona de una vez. Y a ver si, de paso, dejan de devolvérnoslos por tonterías como me ocurría el otro día en que desde las altas instancias me devolvían una estadística porque consideraban incompatible que hubiera hecho un juicio en una Sala y unas comparecencias de medida cautelar en un Juzgado. Y tuve que explicar -en el hueco previsto para ello, faltaría más- que los días tienen 24 horas y se puede hacer una cosa por la mañana y otra por la tarde, en la guardia. Elemental, querido Watson.

              Pero hay más operadores jurídicos en nuestro escenario, que sufren la presión tanto o más. Se trata, de una parte, de la Abogacía y, de otra, de la Procura, siempre corriendo de un lado a otro. La existencia de plazos, los fallos de Lexnet y la falta de comprensión de algunas Señorías cuando les coinciden señalamientos hacen que su vida se desarrolle con mucha frecuencia al borde del ataque de nervios, cuando no directamente en él.

              Incluso hay quienes de ellos insisten en que les apretamos demasiado para que lleguen a una conformidad, aunque yo no soy quién para dar esto por cierto. Quedémonos con lo de que más vale un mal acuerdo que un buen juicio, y corramos un tupido velo en cuanto al resto, Más nos vale.

              Y hasta aquí, el estreno de hoy. No presionaré a nadie para dar el aplauso, pero bien lo merecemos quienes vivimos cada día bajo presión. Y mucho me temo que ahí seguiremos. No nos queda otra

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